Lamento discrepar de la opinión de estos buenos amigos. No sé dónde encuentran la falta de coherencia. Yo defiendo la sanidad pública, porque me parece que poner el sistema de salud al alcance de todos, sea cual sea su capacidad adquisitiva, es un gran logro de las sociedades avanzadas. Sin embargo, pertenezco a una sociedad privada cuyos servicios de medicina utilizo cuando los necesito. No hay ninguna contradicción, porque no se trata de dos sistemas excluyentes ni antagónicos, como quizá algunos pretendan.
Pero es que esta discusión me lleva a una consideración de rango superior. Hay quienes consideran que disfrutar de una posición acomodada en la sociedad es incompatible con defender políticas progresistas, si por políticas progresistas entendemos estar decididamente a favor del estado del bienestar. No sé dónde ven la incompatibilidad. Puede ser que porque consideren que cuando alguien tiene cubierta las espaldas desde un punto de vista económico no necesita prestaciones sociales o porque crean que el dinero que el Estado se gasta en asistencias sociales procede de unos impuestos que preferirían ahorrarse. Sus razonamientos giran alrededor de su personal situación social y lo que suceda en el resto de la sociedad parece traerlos al pairo.
Según esta manera de pensar, los ricos tiene que ser necesariamente de derechas y los pobres de izquierdas, y el que se salga de este estereotipo está traicionando a su clase. Pero no es así, como todos sabemos. Muchos ciudadanos pertenecientes a las clases medias acomodadas votan a partidos progresistas, como también son muchos los que con un poder adquisitivo bajo o relativamente bajo, se sienten más cómodos cuando gobierna un partido conservador. Por tanto, no hay ni nunca habrá una relación biunívoca entre pensamiento político y estatus social. Recomiendo que si alguien tiene dudas respecto a este aserto eche un vistazo a su alrededor. No tardará en comprobar lo que digo.
Buscar incoherencias en las ideas versus la posición social es un auténtico despropósito, que a veces se utiliza para atacar al adversario. Creo que Esperanza Aguirre está en su derecho al acudir a la sanidad pública, donde posiblemente encuentre facilidades de todo tipo por el mero hecho de haber sido presidenta de la Comunidad de Madrid; mientras que al mismo tiempo comprendo que la vicepresidenta Calvo, que se puede permitir pagar religiosamente las cuotas de un seguro médico, se sienta más cómoda en el Ruber. Yo hubiera hecho exactamente lo mismo que ha hecho cada una de ellas si hubiera estado respectivamente en cada uno de los casos.
La coherencia o la incoherencia habría que buscarlas en otro lugar. Lo que no tiene ningún sentido es utilizar la sanidad pública y defender su privatización; o, por el contrario, acudir a la privada y propugnar que no hay necesidad de ella si se dispone de un sistema público de salud. ¿Alguna de estas dos conocidas políticas encaja en alguno de estos dos supuestos?
Aquí lo dejo, para que sea el lector quien conteste a la pregunta. Si tiene dudas que consulte las hemerotecas. Yo ya lo he hecho.
Las ideas del artículo son aplicables en gran medida al uso de la Enseñanza Pública o Privada. Tanto en la sanidad como en la enseñanza sería beneficioso dar ejemplo mostrando el uso de lo público, pero nadie está obligado a dar ejemplo y a nadie se le puede exigir.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo.
ResponderEliminar