25 de enero de 2021

De ministro a "president"

El anuncio de que Salvador Illa se presentará a las elecciones autonómicas catalanas como candidato del partido socialista (PSC) para presidir la autonomía ha despertado una auténtica marea de comentarios, todos ellos muy significativos. En los cuarteles generales de los partidos en Madrid, en un alarde de abierta contradicción con lo que han estado criticando hasta ahora, las consideraciones se basan en que en plena pandemia el ministro de Sanidad no debería abandonar el timón de la lucha contra el virus. En el ámbito catalán, los nacionalistas acusan al candidato de ser un claro exponente de los que se oponen a la independencia, mientras que los llamados constitucionalistas pregonan que no ha ido a defender una Cataluña española, sino a pactar con los separatistas. Un hervidero de comentarios que, si no fuera porque todos conocemos la causa que los origina, incitaría a la risa.

Aunque no me haya cogido por sorpresa, porque la noticia lleva ya un tiempo circulando, a mí la decisión de Pedro Sánchez me ha parecido una jugada política inteligente. Iceta estaba quemado políticamente, porque la posición de los socialistas catalanes en mitad de la lucha entre dos bandos antagónicos abiertamente enfrentados, sin diálogo posible, negándose el uno al otro el pan y la sal, ha sido muy difícil de mantener. El PSC, por mucho que lo intentara, no tenía fuerza para ejercer un papel de moderación entre tanto desatino político. A sus líderes se les veía incómodos, porque estando muy lejos, como siempre han estado, de pretender separar Cataluña de España, tampoco les gustaba la ausencia de diálogo y la falta de comprensión hacia sus señas de identidad.

Pero en el gobierno central ahora están otros, con un presidente que, sin ceder, rendirse o renunciar a la defensa de la unidad de España, demuestra su disposición a buscar mediante el diálogo fórmulas que satisfagan a una gran parte de los catalanes. Por eso, para exteriorizar que los tiempos han cambiado, se necesitaba renovar la cabeza visible de los socialistas catalanes, algo a lo que el propio Iceta, a quien siempre he considerado un político inteligente, se ha prestado sin resistencia.

Lo que está demostrando esta verborrea por parte de la oposición y por parte de los partidos separatistas es que tanto unos como otros temen la llegada de Illa a la política catalana. Saben que su popularidad es grande y no ignoran que puede arrastrar muchos votos procedentes de la derecha moderada catalana y de la izquierda no separatista. Ciudadanos corre el riesgo de pasar a cuarto lugar, cuando en las anteriores fue el partido más votado en Cataluña. En ERC, por su parte, temen que los socialistas les sobrepasen en escaños y por tanto corran el riesgo de perder la mayoría separatista. Algo parecido les sucede a las distintas facciones procedentes de la antigua Convergencia y Unión. Y los partidos de las derechas no nacionalistas en Cataluña -PP y Vox- saben muy bien que una victoria de los socialistas catalanes supondría la apertura de un posible gobierno de izquierdas de caracter transversal, en el que no cabrían veleidades separatistas, pero que reforzaría la figura del gobierno central.

Se mire por donde se mire, la jugada es perfecta. Que un partido de izquierdas y no separatista ganara las elecciones en Cataluña supondría desactivar la radicalidad independentista y abrir las puertas a un posible acuerdo que deje satisfechos a todos. Dentro de la Constitución y sin concesiones ni a la autodeterminación ni por supuesto a la independencia caben muchas fórmulas. Pero hace falta voluntad política para lograrlo, algo de lo que carecen tanto la derecha española como los separatistas catalanes

Ojalá no me equivoque en mis previsiones. Ojalá entren en razón los que de una y otra parte lo único que han hecho hasta ahora es echar leña a un conflicto que pudieron haber evitado y no quisieron evitar. Ojalá, señor Illa, disponga usted del talento político que le supongo y sepa mantener su buena imagen hasta el día de las elecciones. Porque se va a encontrar a lo largo de las próximas semanas con mucho energúmeno desatado.

4 comentarios:

  1. El problema del separatismo, concretamente del catalán, es de vital importancia. Es difícil tratarlo en pocas líneas. Espero y deseo que se cumplan las predicciones positivas del artículo, pero no lo veo claro. Por otra parte me gusta el autocontrol de Illa y sus probadas buenas formas. Así que alguna esperanza tengo.
    Otra cosa: reconozco no saber a qué fórmulas se refiere el artículo en la frase “Dentro de la Constitución y sin concesiones ni a la autodeterminación ni por supuesto a la independencia caben muchas fórmulas.” El nivel de autogobierno de Cataluña es más alto que el de algunos Länder de Alemania. Tal vez sea la total autonomía fiscal, que tanto desea la oligarquía catalana. Recuerdo haber leído algún comentario de Alfonso Guerra en ese sentido.

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    1. A mí se me ocurren muchas ideas que encajan dentro de la Constitución. Pero serían objeto de una tesis doctoral y no de un artículo de blog. Lo que ahora se debe hacer es poner en marcha el diálogo y hablar, como dicen los castizos, a calzón quitado. Del dialogo y de las negociaciones suelen salir grandes acuerdos. Lo contrario sería cerrar heridas en falso y mantener el conflicto abierto, con el consiguiente desgaste para todos.

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  2. Espero y deseo que se cumplan tus expectativa.”Ojalá”, ya que tanto los catalanes como el resto de españoles estamos cansados de este conflicto, que parece estar más calmado desde que estamos en pandemia.
    Por lo tanto, Illa for president !!!!!

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  3. Vamos a ver qué pasa en las elecciones. Pero tengo la sensación de que puede haber un cambio significativo de escenario. Además, Iceta en el gobierno puede ser un buen mensajero de lo que se debe hacer y de lo que no se debe hacer para tratar este conflicto desde la "unidad y la diversidad".

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