Primero fue Rosa Díez con su
Unión Progreso y Democracia y ahora, mucho me temo, será Inés Arrimadas con su
partido Ciudadanos. Las dos formaciones políticas nacieron con la pretensión de ocupar el centro político en España y las dos han fracasado en el intento. Tanto UPD como Cs despertaron expectativas de moderación y de llegar a convertirse en partidos
bisagra. Pero ninguno de los dos ha sabido mantener el equilibrio que se
precisa para moverse entre dos corrientes tan distantes como las que ahora se
enfrentan en el parlamento español. La centralidad política, suponiendo que exista,
nunca debería decantarse descaradamente por ninguno de los extremos que la
definen, porque si lo hace termina absorbida por uno de ellos. Uno cosa son los apoyos
circunstanciales en un momento determinado y otra muy distinta servir de
soporte incondicional a un partido o a un bloque y convertirse en acerrimo enemigo del otro.
Ciudadanos en este momento es un pilar imprescindible para la estabilidad del Partido Popular en algunas autonomías. No apoyó la moción de censura contra Mariano Rajoy en su momento y no ha apoyado ahora los Presupuestos Generales del Estado. Y su posición, en las dos ocasiones, la justifican en el enfrentamiento que mantienen con la izquierda que gobierna. O, dicho de otra forma, por intentar que no progrese uno de sus flancos para que no salga perjudicado el otro. Y eso, lo expliquen como lo expliquen, no es centrismo, se aparta mucho de la moderación y de la tolerancia.
A mí me gustaría que se consolidara en la política española un auténtico partido liberal, centrado en lo político y en lo social. Daría a muchos de la derecha no extremista y de la izquierda moderada la oportunidad de plantearse en cada elección alternativas a su preferencia habitual. Las diferencias que ahora existen entre unos y otros son tan abismales que dejan poco espacio para la duda a la hora de votar, porque si se tiene el alma progresista no se puede ni siquiera considerar la posibilidad de dar el voto a alguna de las formaciones conservadoras y, por supuesto, lo contrario. Sería algo así como dudar entre comer dulce o salado o entre veranear en la playa o en el monte, valgan los forzados símiles.
Sin embargo, si existiera alguna alternativa que no se rechazara taxativamente desde los propios convencimientos, pudiera ser que en algún momento muchos electores le prestaran atención, al menos en un plano teórico. Les permitiría considerar alternativas a sus ideas, ahora indiscutibles, y de esa manera se suavizarían las tensiones políticas que sufre el actual panorama español, tan poco edificantes.
Pero Ciudadanos no está en condiciones de atraer demasiados votos, porque desde mi punto de vista ha vendido su alma a la derecha conservadora y se ha alejado por completo de las propuestas centristas. No dar el sí a los presupuestos porque los apoyan los nacionalistas es una auténtica boutade, que pone al descubierto la realidad de su pensamiento, muy alejado del espíritu liberal, el de la tolerancia, la contemporización y el entendimiento.
Supongo que no serán los últimos que lo intenten, porque espacio hay. Lo que sucede es que cuando en política se nace torcido se suele acabar con problemas, por muchos paños calientes que se quieran aplicar. Y, como dice el impertinente refrán, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Para poder mantenerse, un partido centrista debe contar con una masa crítica, que Ciudadanos no tiene. Tal vez la tuvo en un momento determinado, pero la ambición de Albert Rivera dio al traste con ella. Sin la masa crítica es muy difícil soportar los ataques de las potentes derecha e izquierda que se producirán cuando Ciudadanos opte por apoyar a una de las dos. Es una pena que Sánchez - buen estratega, pero mal negociador - no haya sido capaz de conseguir de Ciudadanos el apoyo a los Presupuestos. De todas formas hay que admitir que se trataba de una difícil tarea.
ResponderEliminarQuerido Alfredo, yo opino que sí hay masa crítica para apoyar un partido centrista, lo que sucede es que no existe ni ha existido en los últimos años tal partido. A los electores se les puede engañar durante un tiempo, pero a la larga a los tramposos se le ve la trampa.
ResponderEliminarPedro Sánchez no debe de ser tan mal negociador, cuando en la aprobación de los presupuestos ha conseguido más apoyos que en la investidura. Ciudadanos dio un portazo injustificado y contra eso no hay nada que hacer.
Lo que decía es que Ciudadanos no tiene esa masa crítica necesaria; no que no exista un deseo general de partidos moderados de centro.
ResponderEliminarRespecto a la negociación, creo que negociar bien no es bajarse los pantalones para conseguir lo que se quiere, sino conseguirlo a un precio asequible. A veces se obtienen buenos resultados cuando se crean varias opciones, pero para eso hace falta imaginación y trabajo.
Aclarado lo primero. Parece que coincidimos.
EliminarRespecto a la bajada de pantalones, yo hasta ahora no he visto ninguna consecuencia que pueda alarmarme. Si el precio llegara a no ser asequible, rectificaré. Además, ¿que opción alternativa había cuando te dicen o ellos o nosotros? Los presupuestos son cuentas públicas, no un club de contables.