11 de mayo de 2021

La derrota de la izquierda

No por esperado, el resultado de las elecciones de Madrid deja de ser sorprendente. La aplastante y contundente victoria del PP de la señora Díaz Ayuso ha sido en realidad una derrota sin paliativos de las izquierdas. La presidenta de Madrid ha sabido conectar con el electorado, mientras que los tres grupos progresistas se han diluido en consignas “anti”, en vez de presentar un cuadro de reformas que satisficiera a su electorado. Una retórica artificiosa y en muchos aspectos contradictoria ha propiciado que una gran mayoría de madrileños optara por las gracietas y los exabruptos de doña Isabel, en vez de por las sesudas llamadas a la mesura de Gabilondo, por las recomendaciones profesionales de Mónica García o por las insistentes apelaciones antifascistas de Pablo Iglesias.

La derecha de siempre ha iniciado el camino de la reunificación. Lo ha hecho a base de quitarse de encima a un molesto Ciudadanos, que no hacía otra cosa que incordiarles, y de arrinconar con habilidad a la ultraderecha de Vox. Con los de Arrimadasse ha utilizado la táctica del ninguneo, sin reparar en romper la baraja con la que hasta ahora jugaban juntos. Con Vox la manera de actuar ha sido distinta. En este caso han preferido envolverse en la capa de la intolerancia y del populismo, hasta conseguir que muchos votantes de los de Abascal hayan llegado a la conclusión de que con tan pocas diferencias preferían quedarse con el genuino.

Lo han hecho bien, todo hay que decirlo. Sin embargo, no es fácil sacar conclusiones sobre el futuro a medio plazo de la política española. La situación ha sido muy especial, con unas condiciones que seguramente no volverán a repetirse. No obstante, lo que sí ha quedado claro es que el PSOE necesita un profundo cambio de estrategia. Tiene que recobrar la confianza del electorado de centro izquierda, muy deteriorada como conseuencia de la alianza con Podemos; o, mejor dicho, destrozada por las actuaciones de Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno, más preocupado por las reivindicaciones de lo inmediato que por establecer una estrategia progresista a medio plazo donde quepan todas las sensibilidades de izquierdas. Además, el partido socialista tiene que cambiar el paradigma. Ángel Gabilondo no era el candidato que se necesitaba. Ni ejerció como jefe de la oposición con la firmeza que se le exigía ni ha conectado con su electorado durante la campaña. Un estadista no tiene necesariamente que ser un intelectual, sino un buen comunicador. Lo primero es bueno, lo segundo imprescindible.

Lo de Más Madrid para mí es sólo un espejismo del momento. No creo que a nivel nacional tenga ninguna repercusión, porque se trata de un fenómeno de carácter regional sin proyección a otros escenarios. Cuando oigo a Mónica García me parece estar oyendo a un socialista. Lo cual no tiene nada de particular, porque en definitiva se trata de una escisión de Podemos, con un mensaje de moderación que lo acerca a la socialdemocracia. Encajaría perfectamente como una corriente crítica dentro del PSOE, algo que es muy posible que no tardemos en ver.

Por otro lado, Pablo Iglesias ha dejado la política. Habrá que ver en que dirección se mueve su partido, si hacia la moderación y la templanza o en la de continuar reclamando el asalto a los cielos. En el primer caso, es posible que el actual gobierno central se mantenga hasta las próximas elecciones, se recupere la atividad económica y el electorado vuelva a confiar en la izquierdad. En caso contrario veo muy difícil que no se rompa, porque al votante de centroizquierda no le gustan nada las propuestas filocomunistas ni las políticas de radicalidad exaltada. Prefiere el gota a gota que horada la roca a la convulsión volcánica. Y esa gran masa de votantes de la izquierda moderada es la que siempre ha dado la victoria al PSOE y a la que, cuando percibe radicalidad, no le duelen prendas cambiar el sentido de su voto.

Lo que ha sucedido en Madrid me ha servido para reafirmarme en algo que sostengo desde hace mucho tiempo, que el bipartidismo podrá tener defectos, pero que la desmembración, la desunión de las fuerzas que defienden unos valores parecidos es nefasta. Y esto que digo es de aplicación tanto en la derecha como en la izquierda. Lo que sucede es que parece que el electorado conservador ha empezado a aprender la lección. ¿La aprenderá también agún día el de la izquierda?

4 comentarios:

  1. Sobre todo esto habría mucho que hablar porque la política y la economía van de la mano y son disciplinas muy complicadas. De momento y para empezar, para mí lo más importante es la comunicación. Y creo que en nuestro país se necesita una televisión -que sigue siendo, hoy por hoy, el órgano comunicativo esencial- libre, alejada de los poderes fácticos. Lo de "libre" dará lugar a otro debate, claro está, pero es que, como digo, la política y la economía (que han de ir siempre de la mano) no son ciencias exactas, sino que tienen que ver con la filosofía y la psicología, con el carácter de la gente, con la forma de vivir y ver la vida... habrá que ver ahora qué entendemos por libertad... Espero que mi parrafada de lugar para otro post ameno e interesante, Luis.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Fernando por tu comentario. Tienes razón, habría mucho que hablar. Hoy he querido centrarme en un asunto que me preocupa, la dispersión de los que defienden valores semejantes, con la consiguiente pérdida de fuerza, muchas veces sólo por razones de protagonismo político. En cuanto a tu sugerencia para otro post, apuntado queda.

    ResponderEliminar
  3. Comparto el análisis del artículo sobre el resultado de las elecciones de la Comunidad de Madrid. Me parece muy bueno y sólo añadiría que hay una razón del triunfo del PP que no se cita, que es el acierto de centrar la campaña como si el oponente fuese Sánchez y no Gabilondo. Sánchez es lo que tenemos, pero ha sufrido mucho desgaste y lo ocurrido es un aviso. Es el momento de un gesto suyo, que sea creíble y que proporcione esperanza al país. Tal vez un cambio de gobierno como herramienta de llevar a cabo algunos proyectos que sean beneficiosos y que explique convincentemente.
    Alfredo

    ResponderEliminar
  4. Alfredo, tengo la impresión de que el gobierno confía en que la pandemia remita y la eonomía se relance. Entonces podrá decir aquello de "obras son amores y no buenas razones".

    ResponderEliminar

Cualquier comentario a favor o en contra o que complemente lo que he escrito en esta entrada, será siempre bien recibido y agradecido.