En política, la exageraciones repetitivas e insistentes quitan también veracidad al relato. Cuando se es selectivo y preciso en la crítica, se cosecha más éxito en el propósito de descalificar al adversario que cuando a todas luces lo que se expresa resulta desmesurado, de trazo grueso, de modales toscos y malhumorados. Oír a Pablo Casado repetir una y otra vez que Pedro Sánchez es el peor presidente de gobierno que ha tenido España, produce desconfianza, porque por muy torpe que fuera, por muy negligente que resultara su actividad al frente del ejecutivo, es imposible que sea tan desastroso como lo pinta el presidente del PP. Puede ser que con esa estrategia realimente el alma política de los ya convencidos, pero es muy difícil que consiga nuevos adeptos.
Cuando estas acusaciones se oyen desde el otro lado, desde el de los que apoyan al actual gobierno, resultan esperpénticas, porque sucede que la reiteración sistemática de la política de acoso y derribo produce, además de hartazgo, falta de credibilidad. Se acaban de aprobar unos presupuestos con la exclusiva oposición de los tres partidos de derechas, lo que demuestra que al resto del parlamento no le deben de parecer ciertas las exageraciones del señor Casado y sus aliados. Y aunque éstos insistan en que se han aprobado gracias al apoyo de los amigos de los terroristas, de los que quieren romper España y de los comunistas, lo cierto es que, de acuerdo con la legalidad vigente, es decir, con la Constitución en la mano, esos votos tienen el mismo valor que cualquier otro, nos guste o no nos guste.
Todavía falta mucho tiempo para las próximas elecciones generales. Pero el actual panorama permite hacer algunas consideraciones respecto a lo que pueda suceder dentro de dos años. En primer lugar, es evidente que el PP, por mucho que mejore su intención de voto, necesitará el concurso de Vox para gobernar, apoyo que estos últimos no se lo van a prestar sin condiciones, un pesado lastre político que es muy posible que a los sectores más centristas del electorado conservador se lo haga pensar dos veces. En segundo, parece que el conjunto de la izquierda no se está debilitando tanto como dicen, porque, aunque se perciban en el horizonte nubarrones amenazadores, la situación económica está mejorando de forma ostensible. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Layer -que no es precisamente la Pasionaria-, acaba de dedicarle un piropo a la gestión del gobierno de Sánchez, de tal categoría que ha debido de dejar descolocados a unos cuantos. Pero es que, además, el resto de los partidos, desde el moderado PNV hasta los independentistas más radicales, preferirán siempre darle apoyo a la izquierda representada por el PSOE y sus actuales aliados, que a los populares de la mano de la ultraderecha. En la primera intuyen capacidad de diálogo; en la segunda, peligro de involución.
Ni todos los alemanes eran asesinos en serie ni el actual gobierno es tan desastroso como lo pintan el señor Casado y sus adláteres. Si yo fuera consejero del presidente del PP -es sólo una pasajera licencia literaria sin visos de realidad-, le aconsejaría mesura dialéctica, realismo en las críticas y moderación en la expresión. Porque, a los que todavía no están convencidos de cambiar el voto hacia las propuestas del partido popular, les debe de preocupar tanta exageración.
Está demostrado que las acusaciones desmedidas sólo convencen a los convencidos.
Me gustaría creer que, cuando la crítica es selectiva y precisa, se cosechan más éxitos, pero en estos tiempos de desinformación, tal vez lo que lo que se busca es la portada de los periódicos en letras grandes y no otra cosa. Una pena.
ResponderEliminarRespecto a los presupuestos, no creo que el apoyo de los independentistas se deba a que los encuentran beneficiosos para el interés general; simplemente han considerado que el precio de apoyarlos era interesante.
Sin duda por mi probada ingenuidad, creo que los partidos de la derecha hubieran debido negociar los presupuestos, en vez de rechazarlos de pleno; eso sí, con todas las explicaciones a su electorado que hubiesen considerado necesarias. Se ve que el precio en términos de una posible pérdida de votos les ha parecido alto. Otra pena.
No creo que por mucho que se asesore a Casado éste vaya a cambiar su discurso. Es cuestión de capacidad intelectual, me da a mí.
ResponderEliminarCree que así le va bien y sus palmeros le aplauden.
EliminarAlfredo, todos sabemos que aprobar los presupuestos es aceptar que el gobierno siga gobernando, de la misma manera que las enmiendas a la totalidad son equivalentes al voto de censura. Si menciono la aprobación de los presupuestos lo hago porque creo que puede ser una señal de lo que pueda suceder en las próximas elecciones.
ResponderEliminarcreo que Casado tiene celos de Sanchez, es que el mismo quiere ser el peor presidente del gobierno que ha tenido España!
ResponderEliminarDe momento ha conseguido convertirse en el peor jefe de la oposición que ha tenido España.
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