Quien se asoma de vez en vez a estos escritos sabe que soy un gran aficionado a utilizar refranes, símiles y comparanzas. Tengo un amigo que confiesa odiar a los primeros, arguyendo que se trata de ripios de mal gusto o de ingenuas perogrulladas. Es cierto que son tanto lo uno como lo otro, pero a pesar de todo a mí me resultan interesantes. Ni busco poesía en ellos ni mensajes filosóficos, que para recrearme en esos dos talentos procuro beber en otras fuentes. Creo, sin embargo, que el refranero contiene una simpática retranca popular difícil de encontrar fuera de sus consejos. El artículo de hoy podría también haberse titulado por la boca muere el pez, ya que, aunque con algunos matices diferenciales, los dos aconsejan no hablar más de lo necesario.
El señor Casado debe de haber interiorizado muy bien estos refranes, porque ha decidido no hablar de la corrupción sistémica que ha marcado a su partido durante los últimos lustros. Está en su perfecto derecho, claro está, pero habría que recordarle que en política falta de información equivale a falta de transparencia, a lo que el refranero añade aquello de se te ve el plumero en cantidad, o, lo que todavía es más incisivo, quien calla otorga. Por el contrario, en la pugna que mantiene con la señora Díaz Ayuso las disputas ya no le son tan fáciles de silenciar, quizá porque haya quien necesite tener la boca abierta para mantenerse vivo y, como advierte el refrán, le entran moscas. El presidente del PP, guiado por la cautela, ha intentado acabar con estas discusiones, pero aquí parece que sus recomendaciones no están funcionando como a él le gustaría. No es lo mismo controlar a los que te rodean de manera inmediata que a los que campan por sus autonomías o por sus ayuntamientos, porque éstos son harina de otro costal.
Como considero que es recomendable dar una de cal y otra de arena, voy a citar también el innecesario espectáculo mediático al que nos vienen acostumbrando el PSOE y Unidas Podemos, en una especie de carrusel de desavenencias, que, aunque al final la sangre no llegue al río, dejan entrever una cierta carencia de madurez. Y no lo digo porque no sepa que hay diferencias programáticas entre ellos -que las hay y las entiendo-, sino porque creo que los trapos sucios se lavan en casa.
En este caso sucede además que parece que nadie intenta poner freno al espectáculo, como si airear las discusiones en el seno del gobierno fuera moneda corriente o como si existiera por parte de los desavenidos necesidad imperiosa de poner de manifiesto ante la opinión pública quién gana el pulso o quién se lleva el gato al agua. No estaría de más que alguien pusiera orden entre tanta algarabía, porque en política los ruidos de fondo desprestigian a quien los emite. A los ciudadanos en general no les gustan las discusiones inútiles, las melodias desajustadas, la falta de armonía.
Ahora, tanto los líderes de la derecha como los de la izquierda se desgañitan al pronunciar la palabra unidad, conscientes de que esas divisiones internas no les favorecen. En el caso de los populares, tengo la sensación de que no hay quien controle a ciertos barones y baronesas, crecidos en sus feudos correspondientes, algunos por aquello de que en el reino de los ciegos el tuerto es el rey. En el de las pugnas dentro de la coalición gubernamental (PSOE-Unidas Podemos), quizá actúen así porque saben que el matrimonio de conveniencia tendrá que acabarse en algún momento y los desposados estén preparándose para repartirse los gananciales. Y en todos porque con frecuencia los políticos se olvidan de los ciudadanos y se contemplan ensimismados el ombligo.
Que nadie me niegue ahora que el refranero, los símiles y las comparanzas son muy socorridos, bastante ventajosos y sobre todo prácticos. No sé que haría yo sin ellos.
Creo que es inevitable que Podemos haga declaraciones, e incluso actúe a veces, en contra del PSOE. Si no lo hiciese, buena parte de su electorado se iría al PSOE. Al final, como dice le artículo, la sangre no llegará al río porque, por separado, ninguno de los dos tiene la fuerza necesaria.
ResponderEliminarSánchez también haría bien en callar la boca de vez en cuando, porque hace promesas que luego no puede cumplir y eso le puede costar un montón de votos. El triunfo de Ayuso tiene mucho que ver con una campaña que iba dirigida contra Sánchez, no contra Gabilondo.
Que Casado evite las declaraciones sobre la corrupción del PP, es su estrategia y lo entiendo: según esa estrategia, los culpables son determinados personas y de la corrupción él no sabía nada. Sería mucho pedir que un sospechoso se delatase.
Lo que tiene más interés es su pugna con la Ayuso. Casado no tiene hoy por hoy talla para liderar el PP y la ambiciosa Ayuso – que tampoco creo que tenga la talla suficiente - da pasos para sustituirle. Casado se defiende y la imagen que ambos dan es triste. Esto no solo es malo para el PP, sino para la idea que la gente tiene de los políticos, que se podrá reflejar en su momento en abstenciones y votos en blanco.
¡Ah! Por cierto, en el artículo de un buen aficionado al cine he echado de menos una referencia a "El silencio es oro", de René Clair.
ResponderEliminarAlfredo, gracias por tu extenso comentario, que como siempre agradezco. Contestarte punto por punto requeriría casi un artículo completo en este blog, porque son varios los temas que tocas. El señor "Casao" (así lo llama Rajoy)tiene un auténtico problema de liderazgo, es cierto. Y el señor Sánchez, para repetir gobierno, necesitará apoyos de otros progresistas. También de acuerdo.
EliminarEn cuanto a tu segundo comentario, magnífica película, pero aquí no me caben todas.
Ángel, tienes razón. No sé cómo se me ha podido pasar. Fíjate lo bien que hubiera encajado si me hubiera refrido a elegir entre el insulto permanente y la oposición constructiva. No se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo, como no se puede repicar las campanas mientras se está en misa.
EliminarEs cierto, el mundo está secularizado pero, ¿quién no sido monaguillo antes que fraile?
Pues ya ves, yo sí he sido monaguillo, pero no fraile.
Eliminar¿Tú si has sido fraile?
Angel
Los refraneros son, en cualquier caso, entretenidos y de gozosa lectura, para sacar de ellos en cada momento lo que a uno mejor convenga.
EliminarCon respecto a las "peleítas" de los socios de gobierno (en la otra no me apetece entrar y además se haría demasiado largo el comentario), veo normal que el socio minoritario trate de hacer valer ante la ciudadanía las medidas de mejora que son debidas a su esfuerzo y a su iniciativa, de lo contrario quedarían como mérito exclusivo del socio mayoritario. En cualquier caso, no parece que les vaya mal a los socios gubernamentales la estrategia (caso de que sea una estrategia), vistas las últimas encuestas, en que ambos partidos suben en intención de voto.
En cualquier caso, los equilibrios de poder siempre han sido cosa muy delicada, y más aún en este caso, en que no teníamos costumbre de gobiernos de coalición. También, el hecho de que salgan a la luz pública asuntos que tal vez debieran ventilarse en la esfera privada, forme parte de la nueva forma de hacer política, más transparente.
Como en el caso de los refranes, cada uno interpreta la realidad de forma más o menos optimista según su peculiar modo de ver y de interpretar y de oler o de saborear esta complicada realidad.
Y ya que estamos: ¡Felices Navidades!
Anoto esa película, Alfredo.
EliminarFernando, está claro que las desavenencias entre los socios proceden de la necesidad de "hacerse ver". Pero el espectáculo no favorece a ninguno. Desde mi punto de vista, los trapos sucios (metáfora)se lavan en casa antes de salir. Y una vez limpito y aseado, se sale a la calle.
EliminarEcho en falta "No se puede estar en misa y repicando", difícil de explicar hoy en este mundo secularizado donde la gente no va a misa y menos conoce lo de "repicar", pero seguro que tú le hubieses dado un certero fin.
ResponderEliminarAngel
No, sólo monaguillo.
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