14 de enero de 2023

La importancia de la voz

Siempre me he considerado un pésimo fisonomista, defecto que ignoro si procede de mi falta de retentiva visual o del poco interés que pongo al fijarme en los rasgos faciales de las personas que me rodean. Me estoy observando y quizá algún día dé con la clave de mi limitación. Por el contrario, creo que dispongo de una capacidad auditiva que me permite captar con cierta facilidad los detalles de las voces que oigo. Algunos a esta cualidad la denominan buen oído, pero yo supongo que debe de haber algo más, aunque no sabría explicar qué.

Esta supuesta facilidad auditiva me lleva a ser muy crítico con los doblajes de las películas. Dicen que si en España se utilizaran subtítulos como en tantos otros países, los españoles hablaríamos más idiomas. No lo sé, pero lo cierto es que nos hemos acostumbrado a la superposición de unas voces en nuestro idioma sobre la banda sonora original, algo de lo que a mí personalmente me costaría trabajo prescindir.. De ahí que considere la calidad del doblaje como algo tan importante, porque en definitiva constituye uno de los ingredientes del cine. Si es malo puede anular a los restantes componentes o, al menos, disminuir su relevancia.

Cuando decidí escribir sobre este tema, me puse a leer algunas teorías sobre la voz humana y sobre la comunicación oral. Pero como no se trata de dar aquí una lección sobre el asunto, entre otras cosas porque mis conocimientos son escasos, me voy a limitar a reflexionar sobre algunos aspectos, aquellos que en mi opinión hacen que las voces suenen bien o suenen mal. 

Una de las características de la voz es el tono, algo que, al depender de la constitución de nuestras cuerdas vocales, es poco modificable, salvo que se fuerce la garganta como hacen los imitadores. Por mucho que nos empeñemos en regular el tono de la voz con la que hemos nacido, poco podemos hacer para modificarlo. Nuestra comunicación oral será siempre aguda o siempre grave.

No obstante, hay otras características, como el ritmo y la intensidad, sobre las que sí se puede y se debe actuar, porque es posible controlar el primero y modular la segunda. De manera que, aun con un tono poco agradable, es posible mejorar la expresión oral. Supongo que éste será un aspecto en el que las escuelas de interpretación pondrán mucha atención, porque no hay buenos actores ni actrices con voces desagradables.

Me acuerdo de aquella manera de hablar tan peculiar que tenía la inolvidable Gracita Morales, una actriz que supo aprovechar el tono de su voz en beneficio de la carrera profesional que había escogido, por supuesto interpretando papeles cómicos. Sin renunciar al que tenía, poco agradable al oído, supo utilizar adecuadamente otros factores. O la de aquel famoso y simpático crítico de cine, Alfonso Sánchez, que cuando hablaba no necesitaba presentación. Son dos ejemplos que traigo hoy aquí para insistir en que, aunque se tenga un mal tono de voz, se puede sacar partido a la expresión oral.

José Sacristán o José Coronado, por ejemplo, no se hubieran convertido en unos grandes actores si no fuera porque la naturaleza los dotó de unas voces de tono muy agradable. No digo que sólo con ello hubieran triunfado, pero estoy seguro de que parte de sus éxitos se lo deben a la voz. La lista sería muy larga, porque nuestras artes escénicas han contado siempre con unas voces, femeninas o masculinas, de gran calidad, una ayuda extraordinaria para la interpretación.

Si además se sabe utilizar la voz para expresar alegría o tristeza, ánimo o desanimo, fortaleza o debilidad mediante técnicas que están al alcance de quien se lo proponga, la buena expresión oral está garantizada. Porque no hay voz más desagradable que la que sólo expresa monotonía inexpresiva. Ni menos adecuada para transmitir noticias que esas en off, hoy bastante frecuentes, que parecen imitar a pregoneros de los de antes, aquellos de trompetilla y por orden del señor alcalde.

Y lo dejo aquí, porque me estoy quedando sin voz.

4 comentarios:

  1. El artículo me ha traído ala memoria a Roy Hart, un actor, autor y director teatral al que conocí en los años 70 a través de los artículos de José Monleón en la revista Primer Acto y a una de cuyas actuaciones en Madrid tuve ocasión de asistir. Algunos de sus trabajos eran obras sin palabras, solo con sonidos que salían de lo mas profundo de sí. Decía algo que considero interesante, que la voz mostraba inconscientemente mucho de lo que ocultamos a los demás y nos ocultamos a nosotros mismos. Su trabajo es muy discutible, pero merece el respeto de los que quieren experimentar y avanzar un paso mas. Puede consultarse sobre él en Wikipedia.

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    1. Alfredo, le echaré un vistazo. Parece, por lo que dices, que Roy Hart se refiere más a aquello de "dime como hablas y te diré quien eres", que al control de la expresión oral, que es a lo que yo me refiero. Lo que tú dices está más cerca del psicoanálisis que de las técnicas interpretativas. Muy interesante.

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  2. Hay otro aspecto importante con respecto a la voz que es el timbre, o cualidad singularísima de cada persona y que es la que distingue unas voces de otras. El registro, o altura, es lo que diferencia las voces en más agudas o más graves; el tono, que es la forma en que se transmite un mensaje y el ritmo con que se hace, y, finalmente, el volumen, o intensidad de la voz, que es el grado o fuerza en que se emite una voz.
    Podemos educar la voz (con esfuerzo y mucho aprendizaje) para que llegue a registros más bajos o más altos, y cambiar el ritmo y el volumen; pero lo que no podremos cambiar nunca, a no ser que le sobrevenga algún accidente o enfermedad a tu laringe, es el timbre. Éste permanece de modo tan inalterable a través del tiempo, que es más fácil distinguir a una persona por la voz que por la fisonomía, y eso se nota particularmente bien cuando hablas por teléfono con una persona al cabo de los años. Notaremos que el timbre de su voz permanece casi inalterado, y no así su rostro, que sí que cambia bastante.
    Otro aspecto importante de la voz, también educable, es la modulación: es decir: establecer distintas alturas a lo largo del discurso, lo cual servirá para atraer mejor la atención del oyente.
    De todas estas propiedades y características de la voz, lo que no soporto particularmente es el volumen alto ni el ritmo rápido. Considero que un volumen suave y un hablar pausado constituye mejor a la transmisión de la información (al menos por lo que a mí concierne) que esos tonos excitados que se usan muchas veces para discutir, pelear o vender en el mercado.
    Con respecto a los doblajes en el cine: cada vez soy más partidario de escuchar las películas en su versión original con subtítulos, sobre todo aquéllas que su guión lo merece, pues es muy difícil hacer un buen doblaje de un guión magistral.

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    1. Gracias Fernando por tu magnífica lección sobre la voz.
      En cuanto a los doblajes, completamente de acuerdo. Se pierde calidad. Lo que sucede es que si no se domina el idioma original, leer constantemente va en detrimento de la atención a la imagen e incluso al sonido.

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