Si consideráramos que un idioma es un valor cultural cuyos hablantes consideran como propio e irrenunciable, es posible que se acabara la discusión en unos segundos. Lo que sucede es que son muchos los que creen que las llamadas lenguas vernáculas son peligrosos signos de identidad nacionalista y por eso les niegan el pan y la sal. Utilizan un esquema intelectual muy simplista y concluyen que si las lenguas maternas se anularan o se ocultaran se acabaría el problema.
Pero también es cierto que no son pocos los que intentan utilizar su idioma como refrendo de sus aspiraciones independentistas, lo que los lleva a esgrimirlo como arma en sus reivindicaciones. Lo cual es absolutamente absurdo, porque para muchos españoles no nacionalista la lengua materna es patrimonio de todos, no sólo de los independentistas.
Cuando Borja Sémper habló en euskera en el Congreso, dijo que lo había hecho con la intención de demostrar que las lenguas cooficiales no son patrimonio de los nacionalistas, sino de todos. Lo que sucede es que la intransigencia de algunos de los suyos le ha obligado a rectificar. Es una pena, porque la mejor manera de evitar que los independentistas se apropien de lo que es de todos es aceptar la cooficialidad de las lenguas como algo natural y no continuar cogiendo el rábano por las hojas.
Otra cosa son las posibles incomodidades que el plurilingüismo pueda ocasionar en el parlamento. Sin embargo, estoy convencido de que cuando se hayan sofocado las inútiles protestas, las salidas de tono del PP -y no digamos de Vox-, todo funcionará con normalidad, porque los propios bilingües hablarán en castellano cuando quieran que sus mensajes lleguen a todos. Y, si no, a tirar de pinganillo, que no pasa nada.
Yo personalmente me siento muy orgulloso de que en España existan varios idiomas. Considero que se trata de un patrimonio cultural procedente de nuestra compleja herencia histórica, a la que nunca deberíamos darle la espalda. Mucho menos renunciar a ninguna de las lenguas españolas, que, aunque muchos no utilicen, son patrimonio de todos.
¡Cuándo se acabarán las discusiones bizantinas en nuestro país!
Las lenguas cooficiales son un patrimonio cultural y todos debemos respetarlas y promover su uso.
ResponderEliminarDicho eso ¿es razonable que se usen en el Congreso y en el Senado? Parece poco práctico, pero si la mayoría lo aprueba, que se usen. Ahora bien ¿cual es la razón por la que los independentistas exigen su uso? Creo que únicamente para mostrar que las Autonomías a las que pertenecen son algo diferente de España. Quieren apuntalar que son naciones dentro del Estado Español. ¿es eso lo que quiere la mayoría de la población española? No lo creo, pero si se liman asperezas, ¿por qué no usarlas?
Ahora bien, que se apoye su uso en la UE me parece poco aconsejable. Va en la dirección que pretenden los independentistas: ir creando la idea de que el Estado Español no es algo asentado y fijo, sino mas bien una confederación. Conste que el nacionalismo español no tiene que basarse en sentimientos, sino en una interpretación geopolítica y económica.
Alfredo, te contesto como anónimo porque hoy el sistema no me deja como Luis Guijarro. Cosas de la cibernética.
ResponderEliminarComo digo en el artículo, creo que la mejor manera de evitar que los separatistas se adueñen de las lenguas cooficiales es aceptar el purilingüismo con naturalidad. En el Congreso ya se ha hecho y no ha sucedido nada.
No creo que en Europa se fuera creando la idea de que el Estado Español no es algo asentado. Es más, transmitiría la idea de unidad a pesar de la diversidad. Como bien sabes, no somos el único país europeo plurilingüe.
Comparto contigo la interpretación geopolítica y económica de España, pero lo cierto es que la mayoría de los nacionalistas españoles basan sus posiciones en los sentimientos y no en los razonamientos, y estos no son buenos consejeros.