El candidato estuvo bien desde el punto de vista de la forma, de la puesta en escena, aunque no aportó absolutamente ninguna novedad con respecto al fondo. Si acaso algunas puntualizaciones en relación a cada uno de los partidos intervinientes, que, aunque no me sorprendieron, me dejaron la sensación de que el presidente del PP no ha entendido todavía que su alianza con Vox produce en todos los partidos un inmenso rechazo.
El guante blanco que utilizó el candidato con Santiago Abascal fue significativo,
una cortesía desmesurada, que luego, en sus turnos de réplica, le devolvió el
líder de la ultraderecha española con no menos gentileza. Con los demás, sin
embargo, asperezas en estado puro. Contemplado desde la objetividad que
procuro, la diplomacia con el primero me pareció exagerada e innecesaria,
cuando ya tenía asegurado su apoyo incondicional. De la misma manera, las
socarronas alusiones a las situaciones internas de cada uno de los partidos que
tomaron la palabra se me antojaron poco acordes con un político que se postula como
presidente de la nación. Porque, aunque sabía perfectamente que no contaba con ningún apoyo que no fuera el de Vox, y los solitarios de CC y UPN, creo que se debería haber comportado con más prudencia, aunque no sea más que porque el futuro está abierto. Como le dijo Aitor Esteban, no hizo amigos
Socavar la moral de los adversarios, poner de manifiesto sus contradicciones y ningunear a los líderes es una táctica propia de un mitin electoral, no de un proceso de investidura; lo que pone en evidencia que el presidente del PP ha utilizado el Congreso para iniciar, o bien su oposición, o bien la campaña para la siguiente convocatoria de elecciones.
La estrategia del PSOE fue el silencio, dejando patente que ese no era su momento. Ni Pedro Sánchez, ni el portavoz del grupo parlamentario salieron a la tribuna. Lo hizo un diputado poco conocido, Oscar Puente, hasta hace poco alcalde de Valladolid. Supongo que la intención era no tener que dar demasiadas explicaciones sobre los posibles pactos que se estén fraguando. Pero es que además se daba la circunstancia de que el compareciente había sido el ganador de las elecciones para la alcaldía de esa ciudad y que la coalición PP y Vox lo había desbancado. Un mensaje claro y directo al candidato, que no dejó de alardear durante toda la sesión de que él y sólo él había sido el ganador.
La nota discordante la pusieron los diputados del PP cuando a coro insultaron al actual presidente en funciones con el grito de ¡cobarde!, ¡cobarde! Discordante e infantil, diría yo, porque pusieron en evidencia la contrariedad y la rabia que les embarga a todos ellos en este momento.
Fueron muchas las conclusiones que saqué de estas sesiones
de investidura y supongo que poco a poco las iré comentando en las próximas
semanas o cuando venga a cuento. Pero hay una que no quiero dejar pasar por alto hoy.
Nuestra constitución prevé que unas minorías regionalistas puedan influir de manera
decisiva en la política del Estado, decisión que supongo debió de darles
bastantes quebraderos de cabeza a los padres constituyentes. Pero lo cierto es
que así lo decidieron y así se aprobó. Ignorarlo es no querer entender el escenario político real. Por eso, a nadie
debería sorprender que en las conversaciones de unos y de otros para lograr apoyos se hayan manejado y se estén
manejando conceptos relativos a la organización territorial, al encaje de Cataluña en España como diría Feijóo. Si no se
tiene en cuenta esta realidad, si no se gestiona este mandato constitucional con habilidad política y sin vulnerar la legalidad, se está condenado al fracaso en las elecciones generales. No sólo el bloque
conservador, también el progresista, porque los tiempos de las mayorías absolutas han desaparecido del mapa electoral.
Pero de este último asunto ya hablaré otro día, porque a partir de ahora va a pasar a primera fila.
Luis, creo que a tu frase “el presidente del PP ha utilizado el Congreso para iniciar, o bien su oposición, o bien la campaña para la siguiente convocatoria de elecciones”, le podrías haber añadido su consolidación como jefe de filas del PP, dado el aliento que nota en su cogote de la Sra. Díaz.
ResponderEliminarAngel
Ángel, te contesto como anónimo. En mi opinión Feijoo ha salido reforzado. Ahora bien, en política todo cambia de la noche a la mañana
ResponderEliminarLuis Guijarro