Del protagonista principal, del candidato, poco voy a decir.
Simplemente que sus mensajes respondieron a lo que se esperaba de
él, un resumen de sus intenciones de continuar con las reformas iniciadas en la
legislatura anterior y una explicación del alcance de sus pactos con los que le
han apoyado. De su principal oponente, Núñez Feijóo, tampoco ninguna sorpresa.
Réplica a la defensiva, con el marchamo de absoluto rechazo hacia quien había
acabado con sus aspiraciones de conseguir la presidencia del gobierno.
Me llamó la atención el tono comedido de los partidos
nacionalistas. Si bien es cierto que ninguno de ellos mostró gran entusiasmo al
justificar su apoyo a la investidura, no lo es menos que el tono fue de
confianza en el futuro. Todos dejaron claro que no firmaban un cheque en
blanco, pero también todos con mayor o menor claridad expresaron sus intenciones
de hacer política dentro de la legalidad vigente. Lo resalto porque, en contra
de los que algunos opinan, quedó claro y manifiesto que se sumaban al juego
político del Estado, sin menoscabo de sus aspiraciones de autogobierno; lo
subrayo, porque me gustaría pensar que estamos en el inicio de una nueva manera
de hacer las cosas.
Ahora la pelota está en el tejado del gobierno. Poco a poco
iremos viendo las verdaderas intenciones de unos y de otros, de los que desde las
altas instancias de la nación proponen ahondar en el autogobierno de las
nacionalidades históricas sin menoscabo de la unidad de España y las de los que
en algún aciago momento optaron por la unilateralidad y crearon una de las
mayores crisis de nuestro estado en los últimos años.
La amnistía, la espinosa y controvertida decisión de Pedro
Sánchez, escogida por la derecha y por la ultraderecha como late motiv
de su oposición a la investidura del candidato, no es más que un instrumento
para enfriar la tensión, ganar confianza los unos en los otros y propiciar el
entendimiento entre todos los españoles. Porque el fin es otro, el de conseguir
que todos, sin excepción, nos sintamos cómodos dentro de nuestra nación, para
lo cual nunca debería ser un obstáculo que algunos defiendan que su región o su
autonomía es también una nación.
Si a esa estructura nacional hay que llamarla nación de
naciones, yo no tendría ningún inconveniente en admitirlo. Entre otras cosas, porque si nación es el conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente
hablan un mismo idioma y tienen una tradición común, es un hecho incuestionable que la
española se formó por la unión de otras anteriores a su existencia. La
Constitución lo reconoce así cuando habla de “nacionalidades históricas”.
Creo que nunca había visto una sesión de investidura enterita, a lo largo de los dos días que duró, desde el discurso del candidato a presidente hasta la votación final.
ResponderEliminarComo ya hemos señaado en ocasiones anteriores, creo que ésta va a ser una legislatura muy interesante.
Por la parte de la derecha Feijoo tendrá que ir pensando en desmarcarse de su socio Vox.
Por la parte de la izquierda, Podemos, o lo que quede de él, tendrá que acostumbrarse a la disciplina de la coalición o a marchar por su cuenta.
Se espera que ésta sea una legislatura con menos leyes y más "política", dada la dificultad de vertebrar acuerdos entre tantas ideologías e intereses dispares. Cada acuerdo, por pequeño que sea, tendrá que ser negociado y dialogado al milímetro.
Ojalá el PP dejara sus aspavientos extremos y se subiera al carro de la negociación, empezando por la renovación del CGPJ.
Fernando, va a ser, efectivamente, una legislatura muy interesante y habrá que seguirla paso a paso.
ResponderEliminarEl problema del PP es que está solo, como se ha puesto de manifiesto después de estas elecciones. Las encuestas más optimistas sobre intención de voto le dejan lejos de la mayoría suficiente para gobernar en solitario. Por tanto, como necesita a Vox tiene que acercar sus propuestas a las de los ultra. En consecuencia, no creo que lo veamos subirse al carro de ninguna negociación. Debería someter a revisión sus postulados y su estrategia, si es que pretende atraer el voto de centro, que siempre ha sido el que le ha dado la posibilidad de gobernar.
Así es, y podría contar con el apoyo de PNV y Junts
EliminarSí, siempre que se atenga a razones en la descentralización del Estado, tema tabú para su electorado y para una parte del de la izquierda. Si llega a entender que la situación de equilibrio inestable actual es insoportable, quizá gane muchos votos de centro derecha.
EliminarLo deseable sería que ahora todos dijésemos borrón y cuenta nueva. Dejar trabajar al gobierno y, sí, vigilar que todo ocurra de acuerdo con la Ley. Pero no va a ser así: El PP quien el poder y hará lo que crea que le ayude a conseguirlo, Vox dará toda la guerra que pueda porque es lo suyo, los independentistas seguirán reclamando cualquier cosa, porque si no reclaman desaparecen y Sumar parece que va a tener problemas con Podemos. En fin todo lo que no conviene al interés común. Puede que Sánchez haya cometido un error, pero mas grave que su error - si es que se trata de un error - es el comportamiento que parece van a tener los otros partidos.
ResponderEliminarAlfredo, totalmente de acuerdo en que cada cual tirará hacia donde más le convenga. Sin embargo, quiero pensar en que se ha abierto una ventana de oportunidad para resolver el gran problema de la estructura territorial de España, del "encaje" de las nacionalidades históricas en el Estado. Veremos si Sánchez y sus compañeros de investidura son capaces.
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