19 de enero de 2024

No es un laberinto, es democracia

 

El otro día le oí decir a Núñez Feijóo que Pedro Sánchez se había metido en un laberinto, refiriéndose a las dificultades que tiene el gobierno para sacar adelante sus propuestas parlamentarias. Lo decía -dentro de la retahíla de improperios y descalificaciones que suele prodigar al presidente- a propósito de las negociaciones con Junts para que apoyara los decretos ley que se aprobaron hace unos días en el Congreso.

Supongo que cuando se acaban los argumentos, cuando a tu gabinete no le da tiempo de idear nuevas acusaciones, hay que acudir a las ya utilizadas hasta la saciedad, como es el hecho de que el dibujo parlamentario presente serias dificultades a la hora de gobernar, algo que sabemos todos desde el día siguiente al de las elecciones, cuando conocimos la composición de las Cortes. Lo que no dice Núñez Feijóo es que este parlamento le otorgó al señor Sánchez la investidura y, que, a pesar de su “laberíntica” composición, aprobó hace unos días dos de los tres decretos que se sometían a debate.

Lo sabemos, no hace falta que lo diga Núñez Feijoo. Esta legislatura no va a ser cómoda para el gobierno, ni mucho menos. Pero resulta que las dificultades proceden del resultado de la decisión democrática de los españoles en su conjunto. De todos, de los que apoyan a los partidos que a la derecha le parecen homologables y de los que votan a los que él eliminaría de la faz de la tierra.

La composición de las cámaras legislativas no es la ideal para el gobierno progresista, eso es cierto. En el Congreso se tiene que apoyar en partidos independentistas y, en algunos casos, de manifiesta ideología conservadora. En cuanto al Senado, ni siquiera tiene mayoría. Lo que sucede es que, a pesar de las dificultades, siempre hay terreno para negociar. Otra cosa es que, si en algún momento se le pusieran condiciones inaceptables, tendría que decir que no y, en consecuencia, perder algunas propuestas legislativas. Con eso cuenta el señor Sánchez, como ha confesado en más de una ocasión.

Lo que sucede, además, es que ese variopinto panorama parlamentario, ese batiburrillo político tiene un elemento en común: que no quieren ver gobernar a quien se ha convertido en valedor de la ultraderecha y, como consecuencia, temen que si accede a la presidencia acabe con los avances de todo orden que se han conseguido en España en los últimos años. Doy por hecho que algunos de esos partidos no estarán de acuerdo con el señor Sánchez en muchas cosas, pero al utilizar una lógica política muy elemental inclinan la balanza del lado que al presidente del PP no le gusta.

Núñez Feijóo no debería llevarse tantos berrinches. Tendría que mantener la calma y no andarse con prisas. Yo le recomendaría que revisara sus estrategias, cambiara el tono y se despojase de la nefasta influencia de la ultraderecha, la que tiene dentro de su partido y la otra. Quizá, de esa manera, le llegue su oportunidad, como les llegó en su día a los señores Aznar y Rajoy. 

Intentar sacar adelante tus propuestas y llegar hasta donde se pueda es hacer política. Lo demás es fanfarria vocinglera.

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