A mí, además de llamarme la atención esta ocurrencia lingüística, me
parece muy útil para describir ese mundo al que hace referencia, el de la
derecha radical, una manera de pensar y comportarse con tantos componentes que no es fácil resumir. Porque los que pertenecen a la “fachosfera”, no
sólo son conservadores, sino que reúnen un conjunto de características que los
hace inconfundibles. Veamos.
Hablan de paguitas cuando se refieren a las ayudas sociales.
Les encantan las romerías, no importa el santo o la virgen o la ermita. Dicen
que los inmigrantes transmiten enfermedades o quitan puestos de trabajo o importan delincuencia. Cuando
hablan de otras razas distintas de la suya, utilizan expresiones despectivas. Los subsaharianos son negros. Los
magrebíes, moros. Los latinoamericanos, sudacas o panchitos. Además, los homosexuales son maricones
o sarasas o invertidos, cuando no enfermos. Los feministas, machorros. La
tauromaquia, un arte excelso, no importa ni el maltrato animal ni la exposición
del torero a la muerte como quintaesencia del espectáculo. El País, un
periódico comunista. La Sexta, al borde de la revolución bolchevique. La
SER, una escuela de anarquistas. Los manifestantes, un atajo de
terroristas. Suma y sigue.
Pero con este nuevo vocablo se ahorran descripciones. Con
decir que pertenece a la “fachosfera” está todo resumido. Para qué gastar más
tinta.
Si la “fachosfera” se va ampliando poco a poco, es porque, entre otras cosas, constituye una especie de válvula de escape de las
frustraciones. No hay mejor desahogo que el que brindan los estereotipos cuando
se utilizan como peleles inertes. Ya lo dice el proverbio, caña al mono. No sé
si será verdad, o sólo una leyenda urbana, pero me han dicho que en algunas
empresas japonesa les dejan a los empleados unos muñecos de trapo para que les den patadas y puñetazos, mientras piensan que se trata de un jefe en concreto.
La “fachoesfera” tiene muchos peleles imaginarios donde
elegir. Políticos, medios de comunicación, tendencias sexuales, razas, inmigrantes,
feministas. Sin embargo, carece de convicciones propias. Los que
pertenecen a ella son “anti” de todo aquello que les suene a progreso, una
palabra que por cierto para ellos es como mentar la bicha.
Sí: la “fachosfera” existe, como existe la estratosfera y
la litosfera,
Parecen una parodia nacional ¿no era ése el título de una película de Berlanga o algo parecido?
ResponderEliminarFernando
La buena noticia es que parece que Vox se está desmoronando o al menos perdiendo relevancia. La mala, que el PP está ya tan contaminado por la extrema derecha, que muchos de sus miembros y simpatizantes forman ya parte de la "fachosfera".
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