11 de febrero de 2024

Las bambalinas del blog

 

Como cualquier escenario o tribuna expuesta al público que se precie de tal, este blog tiene sus propias bambalinas. Quiero decir que, además de los comentarios que figuran al pie de cada artículo y que cualquier lector puede leer, recibo algunos otros por WhatsApp, por e-mail, por teléfono o personalmente, procedentes de lectores que prefieren guardar el anonimato. Les basta con que yo conozca su opinión y no quieren compartirla con nadie más. A esa trastienda, a esa parte desconocida por los lectores habituales de estos artículos es a lo que voy a referirme hoy, sin mencionar nombres ni dar pistas, no porque la ley de protección de datos me obligue, sino por un arraigado respeto a la intimidad de las personas.

Por supuesto que en estos comentarios de back stage hay de todo, pitos y palmas. De los que aplauden no voy a hablar hoy, sólo agradecerlas una vez más que lean mis artículos y me den sus opiniones. Las críticas, por otro lado, suelen ser por lo general sobre aspectos concretos de mis escritos, debates interesantes que suelo contestar, o aceptando el error de mi enfoque o confirmándome en mis ideas o matizándolas. Ahora bien, cuando las censuras recaen sobre la totalidad de mis reflexiones, es decir, sobre mis enfoques ideológicos, no suelo entrar en debate, sobre todo si se parte de la acusación de que yo estoy completamente equivocado y quien se dirige a mí en posesión de la verdad. Con tales premisas, ¿de qué se puede debatir? 

La verdad es que éstos comentarios extremos son escasos, pero los hay. Quienes los protagonizan suelen ser personas con posiciones ideológicas muy alejadas de las mías, muy convencidos de los errores de la progresía, es decir espíritus conservadores. Lo cual nunca me echaría para atrás, porque tan respetables son sus ideas como las mías. Ahora bien, cuando te anatemizan y encima presentan sus ideas como dogmas, no tiene ningún sentido discutir. Porque hay algunos que se manifiestan desde el principio de sus comentarios en posesión de la verdad y, como consecuencia, me acusan de estar totalmente equivocado, de arriba a abajo. Me están diciendo desde el primer momento que no cabe debate, porque estoy tan alejado de la realidad que para qué debatir. 

Siempre he dicho que cuando aquí escribo no lo hago para convencer a nadie, que no me guía ningún afán de proselitismo. No abrí este blog para llevar a nadie "por el buen camino", sino para explicar a quien quiera oírlo "el mío", que, como librepensador que me considero, es flexible, tiene muchas bifurcaciones y admite tantos cambios como los tiene la realidad que nos rodea.  Si hay algo que detesto es el dogmatismo, venga de quien venga.

Todo esto sucede entre bambalinas y a todos estos comentarios contesto, aunque sepa muy bien que la discusión no vaya a tener demasiado recorrido. Procuro no herir sentimientos personales, aunque sé muy bien que cuando a alguien se le dice que no se sienta tan seguro al defender “su verdad” se le está en cierto modo incomodando. Yo lo siento, pero de la misma manera que respeto cualquier opinión, aunque me parezca disparatada, no puedo dejar de criticar la vanidad que implica considerarse a sí mismo en lo cierto y al otro en el error.

Afortunadamente no siempre recibo entre bambalinas enmiendas a la totalidad, porque la mayoría de las veces, aunque haya discrepancia, queda hueco para la discusión. Por eso animo a mis comentaristas “off the record” a que me sigan dando sus puntos de vista, porque los comentarios, dentro o fuera del blog, son para mí algo así como el eco de mis propias reflexiones.

4 comentarios:

  1. ¡Bravo, Luis!
    Ángel

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  2. Me hace gracia esto de las bamnbalinas. Yo mismo he pensado muchas veces en acudir a las bambalinas antes de expresar mi opinón "en público". Las bambalinas permiten a uno explayarse libremente sin temor a dar escándalo o a hacer "el ridículo", temor -según creo- muy extendido entre los españoles; mas hablar o escribir (como en este caso) en "público" (y entrecomillo lo de "en público", porque siempre me ha dado la impresión de que este blog-foro es muy íntimo y familiar) requiere bastantes dosis de mesura y moderación al elegir las frases y palabras que uno pretender emitir.

    Esto por una parte. Por otra: respecto a lo que uno piensa sobre la politica y los partidos políticos, estamos igual: nos da mucho miedo decir que votamos a tal o cual partido.
    Creo que votamos lo que nos ofrecen. Si vas a un restaurante eliges en una carta que te dan. Si no sabes elegir acudes a las sugerencias del chef o al menú. Sería absurdo pedir un plato que no viene en la carta, por mucho que te guste, porque no te lo van a dar y te van a sugerir, como mucho, que te vayas a otro restaurante.
    En política (y perdón por la comparación con el restaurante que acabo de hacer) ocurre igual: uno elige la opción que viene en el menú: XX, YYYY, ZZZZZZ, etc..., pensando que el plato que eligen es el mejor según sus gustos y tendencias actuales, sin tratar por ello de dar a entender al comensal que come a tu lado que nuestro plato es mejor y más rico que el suyo. Uno puede sugerir que pruebe de nuestro plato, si nunca lo ha probado, pero sin imponer nunca nada. Por otra parte, optar por una opción que no viene en el menú tampoco serviría, como en el caso del restaurante, de mucho.

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    Respuestas
    1. Gracias, Fernando. Lo de escribir entre bambalinas o salir al escenario son opciones. A mí me gustan las dos, aunque confieso que me produce una cierta satisfacción ver reflejadas las opiniones en el propio blog. No creo, sin embargo, que el anonimato "off the record" se deba a la timidez, sino que, cuando se manifiestan grandes discrepancias, hay quien prefiere que no trasciendan más allá del interesado.
      Respecto a partidos a la carta, claro que no existen. Por consiguiente, cuando se es mínimamente crítico, no es posible estar totalmente de acuerdo con todo lo que dice o hace tu opción.

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