Debían de ser las diez de la mañana y estaba previsto que
esa misma tarde un taxi, ya encargado de antemano, nos trasladara a mi hermano
Manolo y a mí, acompañados por mis padres, al internado en el que habíamos
estudiado el año anterior, Santa María del Collell, un lugar aislado, en mitad de la comarca de la Garrocha gerundense, del que ya he hablado en alguna otra ocasión. Yo había estado
insistiendo a lo largo de todo el verano en que no quería repetir la experiencia, porque no veía ninguna
ventaja, solo inconvenientes. Supongo -de esto no me acuerdo bien- que mi
batalla iría creciendo en intensidad a medida que transcurrían las vacaciones de verano y que
sería en los últimos días cuando intensifiqué el esfuerzo. Pero lo cierto es
que estaba ya “en capilla” y mucho me temía que aquello no tuviera solución.
De repente oí que alguien abría la puerta de mi habitación y entraba en ella. Era mi madre, con la expresión muy seria y un rictus de preocupación en el rostro.
-Papá quiere hablar contigo. Te espera abajo en su
despacho. Date prisa.
Vivíamos en el segundo piso de una casa militar. En el primero estaban las oficinas y el despacho profesional de mi padre. Yo pocas veces entraba allí, porque me parecía un terreno absolutamente vedado para un niño. Cuando avanzaba por el pasillo, rodeado por el teclear de las máquinas de escribir, suponía cuál
sería la razón de aquella llamada urgente e imperativa. Temía que se
avecinara una bronca por mi actitud de rebeldía.
-Siéntate -dijo mi padre, cuando entré en su despacho, quizá con el mismo tono que utilizaba con sus subordinados-. Cuéntame las razones de tu insistencia en no volver al Collell, porque no
acabo de entender que te hayas obcecado de esa manera. Tenía la sensación de
que no te importaba repetir la experiencia, pero veo que no es así. Explícate.
Como luego, a lo largo de mi vida, mis padres me contaron
muchas veces como transcurrió aquella conversación, creo que estoy en
condiciones de repetirla. Parece ser que me armé de valor y contesté que no veía ninguna
ventaja en aquel internado, perdido en mitad de la nada, que no tuviera
cualquier otro colegio de la ciudad de Gerona. Que, todo lo contrario, una vida tan
enclaustrada no ayudaba en nada a nuestra formación y que, por consiguiente, prefería vivir en casa con la familia. Supongo que mi padre discutiría un poco conmigo mis argumentos, por aquello de que tampoco era cosa de perder la autoridad tan fácilmente; pero enseguida ablandó el gesto y me dijo
que de acuerdo, que anularía la reserva.
Quizá fuera aquel mi primer acto de rebeldía, de defensa de mis "principios". Aunque también supongo que si mi padre se dio por vencido con tanta facilidad, debió de ser porque tampoco él se sintiera muy seguro de que aquel internado fuera la mejor de las soluciones posibles.
Nuevo colegio, nuevos profesores y nuevos compañeros. Pero ahora dormiría en casa con mis padres y con mis hermanos y saldría los fines de semana a dar una vuelta con mis amigos, como debe ser o, al menos, como yo creía que debía ser.
Luis, nos falta, me falta la reacción de tu hermano Manolo en esa escaramuza paterno-filial.
ResponderEliminarAngel
Manolo tenía entonces 8 años. Como en casa siempre hemos tenido muy arraigado el sentido de la "antigüedad" en el escalafón, creo que confiaba en que yo resolviera el tema. Tampoco a él le hacía demasiada gracia volver a soportar los fríos polares del Collell y a dormir con una bufanda de lana sobre la almohada para no perder los pabellones auditivos.
EliminarHa estado interesante: más que interesante: en algunos momentos incluso con suspense.
ResponderEliminarFernando
Fernando, gracias
EliminarEn algunas buenas novelas que he leído, la infancia ocupa un lugar importante. Así que te animo a escribir una novela donde la infancia ocupe ese lugar, trascendente en la vida de una persona.
ResponderEliminarFernando
Creo que mi época de escritor de novelas se ha pasado. En cierto modo, esto que llamo Recuerdos olvidados pretende ser una pequeña y modesta autobiografía de mi infancia y de mi juventud. Poco a poco irán apareciendo más "capítulos". Cuando empecé a escribirlos pretendía recopilarlos en un libro, pero como nunca lo hice ahora les estoy dando salida en el blog.
EliminarCreo que eso también valdrá, e incluso será mejor.
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