10 de junio de 2024

La masacre de Gaza

Cuando estaba escogiendo título para este artículo, he dudado entre las palabras genocidio y masacre. Pero, como parece que el significado de la primera implica ciertas consideraciones propias del derecho internacional, me he decidido por la segunda: matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa similar.

Lo de Gaza es difícil de asimilar por cualquier mente bien nacida o simplemente civilizada. Es tal la brutalidad, que sus efectos sobre la conciencia supera los umbrales de tolerancia de la indignación, quiero decir que es imposible sentir más rabia, más tristeza y más estupefacción. Cuando escribo esto, el número de muertos por los ataques israelíes supera los 38.000, entre ellos más de 4.000 niños. Ahora bien, como la barbaridad continua sin freno, es posible que cuando le dé al enter para publicarlo estas cifras se hayan quedado cortas.

Antes de seguir diré que los ataques de Hamás contra Israel en octubre fueron puro terrorismo, por tanto totalmente injustificados. Mi condena por aquello es absoluta, porque los asesinatos y los secuestros no tienen nunca justificación. Ahora bien, al terrorismo no se le puede combatir con más de lo mismo, porque, además de resultar una medida completamente ineficaz, sitúa a los justicieros al mismo nivel que a los ajusticiados. Si a esto le añadimos la indiscriminación, el ensañamiento y la impunidad con los que está actuando un estado supuestamente democrático contra una población indefensa, la situación no admite ninguna justificación moral.

Aunque sé muy bien que en política determinados movimientos son más simbólicos que efectivos, yo aplaudo las medidas diplomáticas que ha tomado el gobierno español, reconocimiento del estado palestino y apoyo al proceso judicial del tribunal de La Haya. Desde mi punto de vista, es lo mínimo que un país democrático puede hacer. Guardar silencio ante esta masacre es apoyar indirectamente a sus causantes. Una cosa es la prudencia política y otra muy distinta mirar hacia otro lado cuando la barbarie es generalizada.

A mí me sorprende la actitud pusilánime de la oposición en nuestro país. No me refiero a Vox, de la que ya no me sorprende nada, sino al PP actual, al de Feijóo. Dónde, me pregunto, han dejado los valores del humanismo cristiano que tantas veces invocan. Está claro que la razón de su actitud se basa en hacer lo contrario de lo que haga su adversario político, en esa actitud empecinada de achacar todos los males del universo a Sánchez. Si éste reconoce a Palestina, nosotros quietos, que no se mueva nadie. Si el gobierno español apoya el proceso judicial del tribunal internacional, nosotros chitón, ni una palabra.

Lo peor de todo esto es que la escalada del terrorismo en aquella zona del planeta, tanto el perpetrado por bandas organizadas como el cometido por estados reconocidos, continúa. Esta guerra empezó cuando yo no tenía todavía uso de razón y mucho me temo que mis nietos no lleguen a ver nunca la paz en aquellas tierras. Pero es que la torpeza de un gobierno ultraderechista como el de Netanyahu es tan descomunal, que no puede entenderse si no se tiene en cuenta su propia inseguridad política al frente de Israel.

Lamentablemente esto no ha hecho más que empezar.

2 comentarios:

  1. Y no se sabe hasta cuándo continuará.
    Todos los calificativos son pocos ante la enorme barbarie.
    Fernando.

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  2. El conflicto tiene difícil solución, porque la creación de Israel se hizo sobre arenas movedizas. Sin embargo, acabar con la violencia podría lograrse con la colaboración de las grandes potencias. La única solución posible es la existencia de dos estados que coexistan bajo vigilancia de la ONU.

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