Lo de Gaza es difícil de asimilar por cualquier mente bien
nacida o simplemente civilizada. Es tal la brutalidad, que sus efectos sobre la
conciencia supera los umbrales de tolerancia de la indignación, quiero decir
que es imposible sentir más rabia, más tristeza y más estupefacción. Cuando
escribo esto, el número de muertos por los ataques israelíes supera los 38.000,
entre ellos más de 4.000 niños. Ahora bien, como la barbaridad continua sin
freno, es posible que cuando le dé al enter para publicarlo estas cifras se
hayan quedado cortas.
Antes de seguir diré que los ataques de Hamás contra Israel en octubre
fueron puro terrorismo, por tanto totalmente injustificados. Mi condena por aquello es
absoluta, porque los asesinatos y los secuestros no tienen nunca justificación.
Ahora bien, al terrorismo no se le puede combatir con más de lo mismo, porque,
además de resultar una medida completamente ineficaz, sitúa a los justicieros
al mismo nivel que a los ajusticiados. Si a esto le añadimos la indiscriminación,
el ensañamiento y la impunidad con los que está actuando un estado
supuestamente democrático contra una población indefensa, la situación no
admite ninguna justificación moral.
Aunque sé muy bien que en política determinados movimientos son más
simbólicos que efectivos, yo aplaudo las medidas diplomáticas que ha tomado el
gobierno español, reconocimiento del estado palestino y apoyo al proceso
judicial del tribunal de La Haya. Desde mi punto de vista, es lo mínimo que un país
democrático puede hacer. Guardar silencio ante esta masacre es apoyar
indirectamente a sus causantes. Una cosa es la prudencia política
y otra muy distinta mirar hacia otro lado cuando la barbarie es
generalizada.
A mí me sorprende la actitud pusilánime de la oposición en
nuestro país. No me refiero a Vox, de la que ya no me sorprende nada, sino al PP actual, al de Feijóo. Dónde, me pregunto, han dejado los valores del humanismo
cristiano que tantas veces invocan. Está claro que la razón de su actitud se basa en hacer
lo contrario de lo que haga su adversario político, en esa actitud empecinada de achacar
todos los males del universo a Sánchez. Si éste reconoce a Palestina, nosotros
quietos, que no se mueva nadie. Si el gobierno español apoya el proceso judicial del
tribunal internacional, nosotros chitón, ni una palabra.
Y no se sabe hasta cuándo continuará.
ResponderEliminarTodos los calificativos son pocos ante la enorme barbarie.
Fernando.
El conflicto tiene difícil solución, porque la creación de Israel se hizo sobre arenas movedizas. Sin embargo, acabar con la violencia podría lograrse con la colaboración de las grandes potencias. La única solución posible es la existencia de dos estados que coexistan bajo vigilancia de la ONU.
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