24 de diciembre de 2024

Recuerdos olvidados 31. La tertulia de La Galette

No recuerdo con exactitud la fecha en la que un grupo de amigos y amigas empezamos aquella larga e interesante serie de reuniones quincenales, actividad que denominábamos La tertulia; aunque no creo que me equivoque demasiado si digo que debió de ser a partir de 2008. Empezábamos aproximadamente a las diez y media de la mañana tomando unos cafés en una especie de apartado que había puesto a nuestra disposición el restaurante La Galette, situado en la calle de Bárbara de Braganza de Madrid -hoy desaparecido como todos aquellos lugares que me traigan buenos recuerdos-, y terminábamos con el aperitivo o quedándonos a comer allí o en algún otro lugar cercano. 

Al principio no fue fácil organizarla, porque cuando propuse la idea nadie creía en que aquello pudiera ir adelante. Pero cuando se puso en marcha cundió el interés. Los dos primeros encuentros fueron en el Café Gijón por aquello del mimetismo tertuliano, pero dada la incomodidad y el trasiego humano nos resultaba incómodo. En La Galette, sin gente a nuestro alrededor a esas horas, nos dábamos conferencias los unos a los otros de propósito cultural, invitábamos a "artistas especiales" para que nos las dieran ellos a nosotros y hablábamos y hablábamos. Sólo nos habíamos puesto una condición, la de no entrar en temas políticos, porque no todos teníamos las mismas ideas y por consiguiente para qué crear tensiones.

Los había entusiastas -mi gran amigo José Luis- y convidados de piedra -no doy nombres- que parecían estar allí siempre de mal humor. Pero el ambiente colectivo que se respiraba era el de un grupo de amigos que pretendía mediante la cultura ir un poco más allá de sus contactos habituales. No tratábamos temas excesivamente complejos, sino todo lo contrario. Recuerdo algún invitado hablándonos de la cría del cerdo, a otro sobre el cuidado de sus viñedos, a la joven sobrina de uno de mis amigos contándonos sus experiencias como colaboradora en organizaciones de ayuda humanitaria y a un gran amigo -viajero y no turista- explicando como recorría la India en autobús, con un nativo sentado en el respaldo de su asiento en posición gallinácea. E incluso a un físico explicándonos el universo de las microdimensiones y a una de nuestras tertulianas, brasileña de nacimiento, detallando los interesantes entresijos de su  país. De todo como en botica.

También pasó por allí una poeta que empezaba a abrirse camino en el sendero de la poesía, un actor secundario de cine y teatro, galán sesentón que nos explicó el mundo que se esconde tras las bambalinas sociales de los “cómicos”, y a una actriz madura que había sido compañera sentimental de un conocido actor del cine español y que además de interpretar escribía. Asistimos al estreno de una de sus obras en un céntrico teatro de Madrid, representación que no recuerdo que me causara un gran impacto.

Yo di algunas charlas sobre temas en los que había tenido que profundizar al escribir una de mis novelas. La orden de los Templarios y la expulsión de los moriscos fueron dos de ellas. También, y la recuerdo con cierto cariño porque al prepararla tuve que profundizar en datos que me resultaron muy interesantes, otra sobre los grandes países del mundo en extensión y en población. Pura geografía.

Hicimos varios viajes (Córdoba, Soria, Vitoria, Oviedo, San Sebastián…), escapadas entre la cultura y la diversión, todas interesantes y, debo confesarlo, bien preparadas por los responsables de turno. La de Córdoba concretamente fue un auténtico éxito, gracias al interés de mi amigo y excompañero de trabajo José Luis -otro José Luis-, experto en organizar reuniones numerosas y de complicada logística.

Pero como todo envejece en la vida, hasta la disposición al contacto con los amigos, empecé a notar ciertas desganas, algo de apatía y síntomas de abandono. La tertulia se extinguió porque a unos cuantos les empezó a faltar interés y nunca se debe navegar contra marea. 

Aquella etapa, que duró unos diez años, constituye para mí un periodo interesante. Nos reuníamos, aprendíamos y disfrutábamos. Yo hubiera seguido hasta asistir a la tertulia apoyado en un bastón. 

4 comentarios:

  1. Debió de ser muy interesante.
    Fernando

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  2. Yo también las recuerdo con mucho cariño, aunque por nuestra "dispersión geográfica" no pudimos asistir a todas.
    Gracias Luis.
    Angel

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    1. Ángel, a pesar de la dispersión geográfica, fuiste "agente activo". Decías que preferías viajar sólo y nos dejaste a todos muy tranquilos. Acompañarte en tus viajes debe de resultar agotador.

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