24 de febrero de 2025

Europa y su debilidad

Ahora, cuando Trump ha empezado a mover las fichas del tablero internacional a su propia y exclusiva conveniencia, la Unión Europea da muestras de ponerse nerviosa. Cuando creía que el nuevo presidente de EE. UU. no se atrevería a tomar medidas geoestratégicas sin contar con sus aliados europeos, descubre de repente que ni siquiera la convoca para informar. El mandatario norteamericano se pone en contacto directamente con Putin, da la espalda a sus socios y empieza a hacer de su capa un sayo. Incluso, y esto no se lo podían imaginar ni las mentes más calenturientas, acusa al presidente Zelensky de ser el causante de la guerra de Ucrania.

Se le puede dar muchas vueltas a lo que está sucediendo, pero al final sólo hay una explicación, que Europa es muy débil desde el punto de vista de la defensa en el contexto internacional. Es verdad que sus miembros disponen en mayor o menor medida de fuerzas armadas bien entrenadas y equipadas, pero la integración entre ellas es baja. Se entienden dentro del entorno OTAN, pero fuera de este paraguas no hay ninguna conexión.

Pero en la OTAN está EE. UU., de manera que si Trump decide hacer su política internacional sin contar con sus socios atlantistas, la fortaleza militar de Europa se queda en agua de borrajas. Por eso ahora ha aparecido de repente entre los líderes europeos una enorme preocupación por aumentar el gasto militar y salir de la tutela americana. Se empiezan a oír truenos y se invoca a santa Bárbara.

Desde mi punto de vista, sin perjuicio de que inevitablemente es necesario reforzar las capacidades militares de cada uno de los países de la UE, esto no basta. Lo que de verdad urge es la unificación del mando, la creación de unos estados mayores conjuntos y el establecimiento de planes de defensa comunes. Es decir, que Europa se dote de unas fuerzas armadas propias, al servicio de su defensa colectiva y de la disuasión frente a las amenazas de terceros.

Es verdad que conseguir lo anterior cuesta dinero y no lo es menos que la radicalidad de cierta izquierda se opondrá con vehemencia y tachará estos planes de belicistas. Pero si Europa no se dota de unas fuerzas armadas que permitan que no se la ningunee en el panorama internacional, quedará a merced de los caprichos de las otras dos grandes potencias, EE. UU. y Rusia.  De manera que de nada servirá que seamos un club de países prósperos, porque nuestro bienestar estará siempre subordinado a los intereses de otros.

En definitiva, hay que integrar capacidades antes de incrementarlas. Es preciso coordinar esfuerzos, porque una vez más la economía de escala se impone. De nada sirve gastar más si no se racionaliza el gasto. Tampoco es útil reorganizar las estructuras funcionales de los ejércitos de cada país sin tener en cuenta la global. Dos y dos pueden sumar tres o cinco. Depende de la integración de los sumandos.

Supongo que ya hay planes, pero convendría que, antes de que los partidos se enzarcen en discusiones sobre las políticas de defensa, se informe a la ciudadanía. Porque, aunque estoy convencido de la necesidad de aumentar el gasto militar, si Europa es capaz de hacer las cosas bien, quizá no sea tanto el incremento. Aunque será inevitable hacer un esfuerzo económico, no en perjuicio del gasto social, sino en beneficio de su protección frente a las locuras de otros.

2 comentarios:

  1. Es una pena que al final todo deba resolverse con la fuerza y la intimidación, pero parece que no queda otra frente a las amenazas imperialistas de esas grandes potencias.
    Fernando

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  2. La Defensa en el contexto internacional es equivalente a la Seguridad Ciudadana en cada país. De la misma manera que nunca se puede estar seguro de que tu vecino no te robará si dejas la puerta abierta, las naciones nunca lo estarán de que otra más fuerte le imponga sus condiciones. No se puede renunciar ni a tener una buena policía ni a disponer de una fuerzas armadas con capacidad disuasoria. Las utopías pacifistas no son más que eso: utopías.

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