28 de febrero de 2025

Recuerdos olvidados 36. El huerto ya no está abandonado

Contaba yo en otro momento en estas páginas cómo y por qué me vino un día a la cabeza la idea de recuperar nuestro huerto de Castellote. Estaba abandonado desde hacía más de veinte años y lo único que se había hecho en él era, aprovechando una de las muchas obras de mantenimiento y modernización de la casa, construir una pérgola y plantar a su alrededor hiedra trepadora para que con el tiempo quedara cubierta y se convirtiera en una especie de cenador. Al mismo tiempo, entre la pérgola y la casa se había acondicionado, mediante un solado rústico, una zona de unos sesenta o setenta metros cuadrados, donde colocar unas hamacas para poder tomar el sol por la mañana o disfrutar de la frescura del atardecer.

Yo empecé a utilizar aquel espacio con frecuencia. Aunque me bajaba un libro, en realidad pasaba horas y horas analizando cada rincón y pensando cómo podría sólo con mis manos acondicionar aquellos casi mil quinientos metros cuadrados cubiertos de malas hierbas. Lo único que tenía claro es que no quería un huerto en el exacto sentido de la palabra, sino una zona ajardinada, con árboles y con zonas diáfanas cubiertas de césped. Los tiempos de las patatas, de las lechugas y de las judías verdes habían pasado y ahora lo que me apetecía era disfrutar de una vegetación ornamental, aunque tuve muy claro desde el principio que aquel espacio no podía perder la rusticidad que siempre lo había caracterizado.

Un día encargué que me llevaran hasta el huerto un camión cargado de piedras de buen tamaño, con el objeto de habilitar unos grandes alcorques paralelos a la fachada de la casa, lo que motivó la alarma de alguno de mis hermanos que debió de pensar que me había vuelto loco. Además, decidí instalar unas bocas de riego repartidas de trecho en trecho y llevar luz eléctrica hasta un par de puntos estratégicos. Sabía que todo aquello sería necesario, pero seguía sin tener ni idea de por dónde empezar.

Los alcorques los construí con la ayuda de Ana Mary, colocando y calzando piedra sobre piedra hasta completar dos pequeños bancales sobre los que empecé a plantar algunos arbusto y media docena de rosales. Pero enseguida me di cuenta de que necesitaba la ayuda de alguna persona con ciertos conocimientos de jardinería y decidí contratar los servicios de una persona que trabajaba en el mantenimiento de las plantas que adornan las medianas de las autopistas. Pedro Pablo, mi nuevo colaborador, fue plantando setos, árboles frutales y arbustos.

Lo que vino a continuación, cuando me di cuenta de que todo aquel empeño había dejado de ser un entretenimiento pasajero y se estaba convirtiendo en un trabajo de cierta envergadura, fue sustituir al jardinero inicial, que me había confesado que no disponía de tiempo suficiente para atender el huerto como yo le exigía, por una persona más cercana, pero sobre todo disponible. Toni, nuestro ahora “hombre para todo”, es quien en estos momentos maneja las riendas del proyecto, siguiendo mis indicaciones.

Toni ha reconstruido escaleras y cerramientos, ha instalado riego por goteo y por aspersión, ha establecido un calendario de podas de árboles, de siegas de césped y de limpieza de alcorques. Ahora conoce el huerto mejor que yo, lo que me permite un cierto relax que antes, cuando quería y veía que no podía, no tenía.

En estos momentos el huerto ya es un jardín frondoso, con más de treinta árboles -olivos, prunos, cipreses y frutales de varios tipos-, con un viñedo y con una hermosa pradera verde. El aspecto ha cambiado por completo, ya no está abandonado y se ha convertido en un apacible lugar de estancia. Aquello, que en su momento fue un proyecto inconcreto, casi una ilusión inalcanzable, se ha convertido en una realidad, aunque para ello haya sido preciso que transcurrieran veinte años. Confío en que las nuevas generaciones no pierdan nunca de vista su valor y por consiguiente no permitan que se vuelva a abandonar.


2 comentarios:

  1. Debe de estar muy bonito. Yo lo conocí en el año 91. Supongo que habrá cambiado y crecido mucho todo.
    Ahora te resultará más difícil aún ponerte a leer en ese huerto, pues te distraerán constantemente cada uno de sus rincones.
    Fernando

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    1. Fernando, en el año 91 todavía era un huerto abandonado. Lo que hay en estos momentos nada tiene que ver con lo que había entonces.
      Ahora, haga frío o calor, es mi lugar favorito.

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