La llamada ley de memoria histórica persigue, entre otros
objetivos, que no permanezcan en el olvido muchas de las trágicas situaciones que
se vivieron como consecuencia de la guerra civil. No discrimina entre unos y
otros, entre vencedores y vencidos, porque es evidente que en los dos lados se cometieron barbaridades. Lo que sucede es que, mientras los primeros tuvieron cuarenta
años para restañar sus heridas, los segundos estuvieron sometidos durante un largo periodo de tiempo a un obligado
silencio. Por eso ahora, mucho después de todo aquello, gracias a esta ley, se les brinda a los
sucesores de los derrotados la posibilidad de investigar lo que sus padres y
abuelos no pudieron.
Produce escalofríos observar como determinados grupos
políticos se oponen a que se desentierren y se analicen los restos de tantas y
tantas víctimas, sepultadas en fosas comunes en las cunetas de las carreteras o
junto a las tapias de los cementerios. Escalofríos y también
estupefacción cuando se les oye argumentar que la intención que mueve a los que buscan los restos de sus antepasados no es otra que un ánimo revanchista, un intento de demonizar a
los verdugos o un propósito de dividir a la sociedad. No se les ocurre pensar
que lo que verdaderamente subyace tras el afán de identificar los cadáveres de sus ascendientes es no permitir que aquellos
represaliados permanezcan en el más triste de los anonimatos.
A los desmemoriados por vocación se les ve a la legua su complejo. Siguen defendiendo que las depuraciones franquistas fueron necesarias y temen que estas
búsquedas de restos humanos acaben poniendo de manifiesto la realidad de lo que sucedió. Saben que cráneos destrozados por balas a quemarropa, manos atadas a la
espalda por correas o por cuerdas, esqueletos con posturas forzadas u otras
evidencias del salvajismo que se empleó no favorece el relato como les gustaría.
Por eso, porque no pueden justificar su oposición a la ley de memoria histórica
de otra forma, tergiversan la intención y acusan de revanchistas a los que buscan a sus muertos
y a quienes les ayudan.
Ojalá llegue un momento en el que nadie ignore qué le sucedió a su abuelo o a su bisabuelo durante aquel triste periodo de nuestra historia. Pero, sobre todo, ojalá sirvan estas investigaciones para evitar que salvajadas como aquellas se vuelvan a repetir.
Aunque yo crea que los huesos son solo restos minerales y nada mas, respeto que haya gente para quien darles una tumba correcta tenga mucha importancia. Yo creía que para esas personas lo importante era eso que llaman alma; pero se ve que el cuerpo, también.
ResponderEliminarQue se gaste dinero y esfuerzos en encontrar esos huesos no me parece el mejor destino de fondos y esfuerzos, pero hay gente que lo ve necesario y hay que respetarlo.
Que los historiadores busquen averiguar el máximo de información sobre lo que ocurrió en la guerra, bien, es su trabajo. Por cierto no se cubre en la ley lo anterior a la guerra, ni lo ocurrido después de 1983. Esto lo critica la derecha y tiene bastante razón; hay que reconocerlo.
Pero lo que ha ocurrido y está ocurriendo es que se habla demasiado de todo eso y el resultado es que la Ley de Memoria Histórica ha producido mucha mas polarización, esa que a algunos nos preocupa mucho, mucho, mucho.
La Ley de Amnistía - creo que de 1977 - fue la primera ley o una de las primeras leyes de las Cortes Constituyentes y limpiaba de un brochazo todas ( bueno, casi todas, porque los de la UMD tuvieron que renunciar a algunos derechos) las responsabilidades exigibles por los actos cometidos. Fue un buen punto de partida que sirvió para que UCD y PSOE llevasen al país a un envidiable periodo de paz.
Creo que detrás de encontrar el cuerpo de tu abuelo hay algo más que la intención de darle una sepultura digna. Se trata de saber qué le sucedió, no para exigir responsabilidades, que a estas alturas poco sentido tiene, sino simplemente para no quedarte con la sensación de que además de asesinados fueron olvidados.
EliminarA mí no me parece que el desembolso económico empleado en estas exhumaciones vaya a comprometer el estado del bienestar.
Creo que detrás de encontrar el cuerpo de tu abuelo hay algo más que la intención de darle una sepultura digna. Se trata de saber qué le sucedió, no para exigir responsabilidades, que a estas alturas poco sentido tiene, sino simplemente para no quedarte con la sensación de que además de asesinados fueron olvidados.
EliminarA mí no me parece que el desembolso económico empleado en estas exhumaciones vaya a comprometer el estado del bienestar.