16 de marzo de 2025

No hay mal que por bien no venga

 

Parece que algo se está moviendo en la conciencia de los líderes europeos. Tengo la sensación de que gracias a la deriva en las relaciones internacionales que ha tomado Trump, los mandatarios de la Unión Europea están considerando abandonar la sumisión a los EE. UU. que se adoptó tras la segunda guerra mundial, cuando los americanos y los rusos decidieron dividir en dos zonas de influencia nuestro continente. Ha sido muy cómodo mantenerse bajo el abrigo y la tutela de la gran potencia americana durante décadas, pero empiezan a sonar tambores de autonomía y autosuficiencia geoestratégica.

No es fácil romper bruscamente los lazos que nos unen a EE. UU. ni creo que a Europa le convenga. No se trata de enfrentarse a la gran potencia, sino de hablar de tú a tú a quienes pretenden cambiar bruscamente el orden mundial, pensando sólo en su propio beneficio e ignorando por completo los intereses de sus tradicionales aliados. Europa no debe entrar en una dinámica de confrontación, sino en la de poner en evidencia su fortaleza. No creo que haya mejor forma de hacer las cosas, cuando la diplomacia resulta ineficaz.

La era Trump terminará algún día, porque la propia dinámica de la democracia americana obligará tarde o temprano a pasar página. Pero mucho me temo que las secuelas sean duraderas. Si mientras tanto Europa reacciona, avanza en la integración y empieza a comportarse como una potencia independiente de los caprichos de los demás, se habrá dado un gran paso. Potencial existe, mucho más cuando estamos observando que tanto el Reino Unido como Canadá nos consideran aliados frente al rumbo que está tomando la política norteamericana. Creo, por tanto, que ha llegado la ocasión de sacudirse las tutelas de otros y empezar a pensar en nuestra autonomía como bloque independiente.

Enemigos de esta política hay y seguirá habiendo muchos, países de la UE con gobiernos de extrema derecha que miran con simpatía a Putin y a Trump (Viktor Orbán), partidos ultra conservadores que prefieren la sumisión a potencias extranjeras que la independencia geoestratégica de Europa (Vox), oposiciones que anteponen sus intereses partidistas a los intereses del país (PP) y formaciones de izquierda radical que se oponen a que se invierta en defensa, porque subestiman la importancia de la capacidad disuasoria, sin entender que el progreso social requiere seguridad para protegerlo (Podemos). Un error por cierto muy extendido.

Pero a pesar de todo creo que Europa está ante la oportunidad de salir del letargo institucional en el que había caído, porque la política exterior de la administración Trump está poniendo en peligro su supervivencia como área de mayor nivel de bienestar social y económico del mundo. Es una oportunidad para avanzar con rapidez hacia la creación de un auténtico estado supranacional.

Si esto es posible lo vamos a saber muy pronto, porque las fichas en el tablero internacional se están moviendo a gran velocidad. ¿Sabrá la Unión Europea mover las suyas? Si así fuera, es muy posible que podamos decir aquello de que no hay mal que por bien no venga.

2 comentarios:

  1. Tiempos interesantes se avecinan.
    Y yo creo que sí, que la Unión Europea está empezando a saber reaccionar, y prueba de ello es la rápida reacción que ha habido con el asunto de los aranceles y, éste aparentemente más complicado, con el tema de la Defensa.
    Fernando

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    1. Respecto al controvertido tema de la Defensa, se trata de sustituir al primo de zumo Sol. Teníamos defensa, pero pagábamos el impuesto de sumisión y vasallaje.

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