20 de marzo de 2025

Sólo 4.143 muertos por COVID en las residencias de ancianos de Madrid

Tenía yo un amigo negacionista del holocausto, que sostenía que la cifra de víctimas judías en los campos de exterminio alemanes fue muy inferior a los casi seis millones que reconocían las estadísticas oficiales. Se trataba en su opinión de una patraña inventada por Israel para engordar la cifra de las indemnizaciones. Un día le pedí que, ya que parecía estar tan enterado, pusiera él el número. Naturalmente no me lo dio, porque sabía que ponerlo, fuera el que fuese, significaba reconocer que el genocidio existió.

Isabel Díaz Ayuso sí ha dado su cifra de ancianos fallecidos por COVID en las residencias de la comunidad que preside, exactamente la de 4.143, frente a los 7.269 que maneja el INE. Yo no voy a entrar aquí en la discusión de cifras, sino en la circunstancia de que la presidenta de la CAM, al dar la suya, reconoce la mayor, que los protocolos que se siguieron no fueron los adecuados, porque propiciaron la muerte de un número considerable de residentes, muchos de los cuales, si se los hubiera trasladado a un hospital podrían haberse salvado, al mismo tiempo que los fallecidos habrían sido atendidos hasta el último momento como seres humanos. 

A diferencia de mi amigo, doña Isabel ha caído en su propia trampa. Éste es un asunto que debe de estar dándole muchos quebraderos de cabeza a la ínclita política conservadora. Prueba de esta inquietud es que el otro día se despachó en la asamblea de Madrid con “basta ya de mierdas”, expresión que, además de vulgar, trasluce un sentimiento de temor a las consecuencias.

En la pandemia hubo precipitaciones obligadas por las circunstancias. En todo, en las compras de material a precios especulativos, en la construcción de hospitales innecesarios y en los protocolos establecidos deprisa y corriendo. La situación no era fácil, es cierto, y por consiguiente se actuó con urgencia. Lo digo porque muchos de los escándalos que están apareciendo ahora se amparan en la anómala situación que vivimos en 2020. Pero esta circunstancia no puede servir de justificación para eludir responsabilidades, entre otras cosas porque es preciso corregir lo que se hizo mal. Situaciones de emergencia pueden volver a surgir en cualquier momento y, por consiguiente, es preciso aprovechar la experiencia para tomar medidas preventivas.

Yo no me atrevo a asegurar que en el caso de las residencias de ancianos existan responsabilidades penales, porque para eso están los tribunales de justicia que dirán la última palabra. Pero lo que sí afirmo es que negarse a aceptar la evidencia de que se cometieron gravísimos errores es la peor de las actitudes que puede adoptar un político. Como consecuencia, creo que doña Isabel Díaz Ayuso, con su corrección del número de muertos y con su escatológica expresión “basta ya de mierdas”, ha puesto de manifiesto su nulo interés por rectificar los errores que se cometieron en las residencias de ancianos. 

No sé como acabará este asunto, puede que en los archivos judiciales y parlamentarios como tantos otros escándalos. De lo que sí estoy seguro es de que si uno de mis seres queridos hubiera muerto en las mismas condiciones que aquellos 4.143 ancianos que confiesa doña Isabel, a pesar de mi edad, y aunque tuviera que acudir en silla de ruedas, me iban a estar oyendo ella y sus colaboradores hasta que me quedara afónico. No tengo la menor duda.

4 comentarios:

  1. Falta de humanidad, empatía y muy poca vergüenza

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    1. Yo añadiría algunas carencias más, como falta de moralidad. y de sentido de la responsabilidad.

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  2. Pero la volverán a votar los madrileños. No sé qué ven en ella.
    De todos modos el otro día, el anterior al documental sobre los fallecidos en residencias, salió Ayuso en la tele dando un mensaje y se la veía ciertamente apurada y desmejorada, sin lucir ese aire chulesco a que nos tienes acostumbrados. Por algo será. Pero de dimisión nada, pensará que lo de dimitir es de cobardes.
    Fernando

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    1. Es que se le están juntando el hambre con las ganas de comer. No perdamos de vista que la imputación y posible condena de su novio puede hacer mucho daño a su imagen. Creo que esto no ha hecho más que empezar.

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