20 de diciembre de 2017

Catalanismo moderado

A propósito de lo que decía yo en uno de mis artículos anteriores en este blog, me pide un amable lector (¡qué tópico me acaba de salir, virgen santa!) que le explique quiénes son, desde mi punto de vista, los catalanistas moderados.  Como no voy a enumerarle los nombres que componen la larga lista de mis amigos catalanistas moderados, he llegado a la conclusión de que lo mejor que puedo hacer es explicarle qué entiendo por tal. Estoy seguro de que mi amigo, que además de amable es un hombre  culto y dotado de una gran capacidad para el debate civilizado, agradecerá mi explicación, aunque no lo estoy tanto de que a pesar de ello sus puntos de vista vayan a coincidir con los míos.

Recoge el Diccionario de la Real Academia Española que catalanismo, en una de sus acepciones, significa amor y apego a las cosas características o típicas de Cataluña. El María Moliner por su parte define la palabra, también en uno de los apartados, como la tendencia política que defiende la autonomía o la independencia de Cataluña. Y Wikipedia, la moderna herramienta que con todos sus defectos nos saca tantas veces de apuros, se refiere a un movimiento orientado a la exaltación de los valores propios y distintivos de la personalidad histórica de Cataluña, sus tradiciones, su cultura y la lengua catalana.

Pues bien, para mí el catalanismo moderado está contenido en estas tres definiciones, salvo en la que hace referencia a la defensa de la independencia de Cataluña, que en realidad define el independentismo o el catalanismo radical. Ser catalanista moderado, como ser andalucista o castellanista o lo que se quiera moderado, significa amor a lo inmediato, a lo cercano, a lo que se ha mamado desde niño. Es un sentimiento totalmente legítimo que, en mi opinión, nada tiene de reprochable o censurable. Ahora bien, cuando ese sentimiento se transforma en anhelo de independencia, en complejo de superioridad, en agravio comparativo, ya no estamos hablando de catalanismo moderado sino de algo muy distinto.

Como la crispación en Cataluña y en el resto de España ha llegado a unos niveles insoportables, muchas veces se confunde el catalanismo moderado con el radical o independentista, cuando siempre han existido nítidas diferencias.; y, en mi opinión, precisamente ahí está el problema, en la confusión. El catalanismo moderado existe y siempre existirá, y ponerlo contra las cuerdas de la incomprensión es abocar a muchos catalanes a la radicalización, como hemos tenido ocasión de comprobar en los últimos años. El independentismo ha crecido como la espuma gracias a las torpezas cometidas por tantos interesados y por tantos ignorantes, y ya se sabe que la falta de conocimientos es atrevida.

El catalanismo moderado al que yo me refería en el artículo citado es el que profesan aquellos catalanes que, sin menoscabo de su españolidad, defienden la singularidad, la personalidad, incluso, por qué no, la identidad como nación histórica de Cataluña. Son dos sentimientos compatibles, la españolidad y el catalanismo. Y ese catalanismo hay que entenderlo y canalizarlo, nunca combatirlo. O seguiremos fabricando separatistas.

Explicarlo ya lo he explicado. Sólo queda que se me haya entendido.

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