Dicen algunos que la amistad se basa en la afinidad de caracteres, pero yo no estoy de acuerdo. Según una aseveración tan categórica, dos personas con diferentes puntos de vista sobre el mundo y sus ciscurstancias nunca se llevarían bien. Sin embargo, la experiencia me dicta que se puede tener amigos con opiniones muy distintas de las tuyas. Incluso la diferencia de criterio en aquellos temas que consideramos más polémicos, como los religiosos o los políticos, nunca han sido en mi opinión obstáculos insalvables para mantener una buena amistad. Una cosa son las discusiones circunstanciales en tiempo y lugar entre amigos y otra muy distinta que éstas logren deshacer las buenas amistades.
Es cierto que a veces se da lo que algunos llaman incompatibilidad de caracteres, una expresión que a pesar de su ambigüedad define perfectamente un conjunto de discrepancias tan profundo que pudiera llegar a obstaculizar la amistad entre dos personas. No obstante, ni siquiera ese estado de contraposición extendida consigue necesariamente romper las relaciones entre amigos. La frase coloquial “son cosas suyas, ya sabemos cómo es” suele resolver las dificultades. Incluso a veces se hace de la necesidad virtud y las discrepancias terminan convirtiéndose en caldo de cultivo de las relaciones entre amigos. Se dice aquello de “es muy rarito, pero es mi amigo", y adelante con las rarezas. O se le tilda de peculiar, y a otra cosa mariposa.
Pero hay veces en las que, en vez de discrepancias circunstanciales y de incompatibilidad de caracteres, se da el fenómeno de la dejadez o desidia en el mantenimiento de la amistad por alguna de las partes. Cuando esto sucede, los lazos acaban desatándose. El caldo de cultivo al que antes me refería se transforma en un jugo agrio de aspecto desagradable, de manera que en vez de cultivar las relaciones de amistad las esterilizan. En esas condiciones, por mucho que se intente mantener los vínculos, estos desaparecen poco a poco. La distancia es el olvido -dice el bolero-, pero no hace falta que ésta sea material. Puede ser tan intangible como lo es el abandono del compromiso. Porque la amistad, no nos quepa la menor duda, significa compromiso.
Conclusión: no es difícil mantener las buenas amistades, porque resisten las tensiones, las discrepancias y las diferencias ideológicas. Lo que no soportan es el abandono, la pereza o la falta de cuidado. Con estos último ingredientes, pasivos por naturaleza, la ruptura está servida.
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