Creo que fue Aznar quien dijo hace ya bastantes años aquello de que la derecha española debería quitarse los complejos de inferioridad de encima y defender su conservadurismo sin tapujos. Parece que ahora, algún tiempo más tarde, su recomendación ha calado en la mente de muchos españoles, entre otras cosas porque la oferta conservadora desde entonces se ha multiplicado por tres. José Luis Rodríguez Zapatero, con cierta agudeza retórica, denomina al triunvirato que gobernará en Andalucía three party, porque aquello de tripartito está ya demasiado manoseado. La alusión al tea party de la derecha ultraconservadora de los Estados Unidos viene aquí que ni pintada.
No seré yo quien discuta el resultado de unas elecciones democráticas. Pero sí seré quien le saque punta al lápiz para escribir algunas ideas sobre el laboratorio político en que las circunstancias han convertido a la Comunidad Autónoma de Andalucía, porque todo hace pensar que lo que allí está ocurriendo pueda repetirse en otras comunidades, e incluso en las elecciones generales que, tarde o temprano, acabarán llegando.
Pero en realidad, ¿qué está sucediendo? Primero, y quizá lo más importante, que la derecha en su conjunto se ha quitado los complejos de encima. Le ponen apellidos a las distintas tendencias –centro derecha, derecha o extrema derecha- pero en realidad las diferencias son tan pequeñas que ni se notan. La prueba está en que el PP firma acuerdos con Vox ante los focos y sin disimulos e incluso sus líderes explican que en sus respectivos idearios hay muchas coincidencias, aunque no expliciten cuáles, porque a tanto no se atreven.
En segundo lugar, Ciudadanos anda intentando disimular su cambio de chaqueta, aunque se le note todo, como decía Pepe Iglesias, el Zorro, aquel humorista argentino tan popular en la España de los años cincuenta y sesenta. Sus más preclaros portavoces proclaman que su único aliado es el PP, al que hasta hace poco denigraban hasta la afonía, pero hay que ser corto de entendederas, lento de pensamiento, para no ver la realidad de hasta dónde están dispuestos a llegar. Nacieron conservadores, crecieron oportunistas y se mantienen adheridos como lapas a las corrientes triunfadoras. Sólo hay que recordar cómo hasta hace muy poco apoyaban al gobierno de Susana Díaz y cómo ahora la han convertido en su mayor enemigo.
De Vox poco voy a decir, simplemente que los de Santiago Abascal se lo deben de estar pasando teta con tanta publicidad gratuita sobrevenida. Ya disponen de una tribuna y es de esperar que la utilicen con descaro. Del trío ganador son los únicos que nunca han tenido complejos. Son lo que son y los tomas o los dejas.
Volviendo al three party, conviene recordar lo que vino después del tea party: nada más y nada menos que Donald Trump, éste sí que sin complejos. En España, candidatos para emular al actual presidente norteamericano no faltan, Lo que ocurre es que están repartidos en tres formaciones políticas y por tanto es difícil saber de dónde saldrá el ganador.
Una vez eliminados los complejos que estorbaban, todo vale. Y, si no, al tiempo.
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