9 de abril de 2019

Calumnia que algo queda

En las últimas semana he sido testigo de hasta dónde pueden calar en la mente de los ingenuos o en la de los no tan ingenuos las fake news que lanzan los políticos para convencer a los votantes de lo que les interesa, o las paparruchas que se inventan cuando no tienen otra cosa que decir. Personas de condiciones sociales muy distintas, separadas entre sí por varios centenares de kilómetros y de preferencias políticas muy diferentes me han espetado hace poco aquello de que Pedro Sánchez no hace más que mentir. Una de ellas me aseguraba que el presidente del gobierno había prometido el indulto a los separatistas que están siendo juzgados en la Audiencia Nacional. La otra no tenía ninguna duda de que entre las mentiras del lider socialista estaba la de negar que hubiera aceptado las veintidós propuestas que le había hecho Quim Torra cuando hace meses se reunieron en la Moncloa.

Ni que decir tiene que cuando pregunté a cada uno de ellos de dónde habían sacado estas informaciones, ninguno supo contestar, a pesar de mi insistencia. El asunto estaba tan claro que no necesitaban documentar la aseveración. Flota en el ambiente, lo sabe todo el mundo y para qué hace falta mayor rigor informativo.  Y de ahí, de esa nebulosa en la que han desarrollado su verdad, no fui capaz de sacarlos. A ellos les bastaba con haberlo oído. ¿Quién era yo para discutir lo indiscutible?

Es una pena, pero es así. Se lanzan calumnias en tropel, no importa lo burdas e increibles que sean, porque siempre habrá quien las reciba con agrado. No olvidemos que son muchos los que en sus dudas necesita información que les ayude a salir de la incertidumbre; y este tipo de difamaciones suele ayudar a tranquilizar conciencias. Cuando el río suena -piensan- agua lleva. ¿Qué más necesitan?

Estamos asistiendo a un auténtico esperpento, a una campaña perfectamente orquestada en la que todo vale. Se miente, se fabrican falsedades, pero sobre todo se repiten hasta la saciedad por aquello de que con la insistencia algo queda. Es el raca-raca de la mentira, el rodillo de la falsedad, la apisonadora del embuste. Han perdido el rubor, no digo la ética porque mucho me temo que nunca la hayan tenido. Hay que derrotar al adversario -dicen- y si por las buenas no se puede lo haremos por las malas. Al fin y al cabo esto no es más que política y en política todo vale.

Lo peor sería que este tipo de conductas hubiera llegado para quedarse entre nosotros. Todo dependerá del calado que tengan entre los ingenuos o entre los necesitados de apuntalamiento ideológico. Las elecciones lo dirán, pero que nadie tenga la menor duda de que muchos van a votar, no porque les guste su candidato, sino porque se han querido creer las paparruchas que han oído.

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