A pesar de las dificultades que supone gobernar en minoría, Pedro Sánchez está llevando adelante su programa progresista, al menos aquella parte que la terrible situación por la que está pasando el mundo y por tanto España le permite. El gobierno de coalición, al que los críticos le daban muy poca esperanza de continuidad, sigue unido, a pesar de que de vez en vez chirríen los engranaje. Pero pasado el sobresalto, se dan algunas explicaciones y el ejecutivo recompone la figura. De manera que no parece que por ahí el presidente del gobierno se vaya a encontrar con problemas insoslayables para continuar gobernando, al menos de momento.
Sin embargo, para sacar leyes adelante, es decir para gobernar en el exacto sentido de la palabra, se necesita algo más que un gobierno cohesionado, ya que es necesario contar en cada votación con mayoría parlamentaria suficiente. Como Pedro Sánchez no cuenta con esa mayoría, tiene que recurrir a lo que en política se ha dado en llamar geometría variable, una expresión que nos indica que unas veces se pacta con unos y otras con otros, dependiendo de la ley de que se trate. No es la primera vez que esto sucede en España, gobernando el PP o el PSOE, pero nunca hasta ahora había sido tan difíícil conseguir los apoyos requeridos, porque el fraccionamiento del parlamento en muchas minorías y de signos tan distintos y contrarios jamás había alcanzado tanta dispersión. En ocasiones anteriores, algún partido bisagra, de índole nacional o de carácter autonómico, echaba una mano y el gobierno en minoría seguía adelante
A pesar de esta evidente dificultad aritmética, el actual gobierno está manejando los pactos a diestra y a siniestra con habilidad política, precisamente apoyándose en la dispersión parlamentaria. Son muchos partidos, totalmente distintos, con proyectos económicos que en nada se parecen y con visiones de la organización del estado que a veces están en las antípodas. Manejar esa diversidad no es fácil; sin embargo, por lo menos hasta ahora, el gobierno lo está consiguiendo. Dicho de otro modo, Pedro Sánchez aprovecha la diversidad ideológica para, mediante una curiosa alquimia negociadora, gobernar.
Supongo que los detractores del gobierno, que son muchos y muy variados, dirán que esta habilidad es consecuencia de las concesiones que se ve obligado a hacer a los que le apoyan en cada ocasión, convenios políticos a los que unas veces se les llama pactos de legislatura y otras espurios contubernios, dependiendo de quien ponga el adjetivo y el sustantivo. Pero lo cierto es que, se llame como se llame a estos acuerdos, yo no he visto hasta ahora que Pedro Sánchez se haya hipotecado con nadie. Ni siquiera en lo de Cataluña, porque una cosa es el diálogo negociador y otra muy distinta los resultados de la negociación.
Por eso digo que el gobierno está haciendo de la necesidad virtud. Es la única solución posible si se quiere gobernar en medio de este maremágnum de pensamientos políticos, donde ya no se sabe qué piensa cada uno y hasta dónde está dispuesto a llegar para hacerse con el poder o, simplemente, para mantener la cabeza por encima de la superficie y poder seguir respirando políticamente.
La pandemia está modificando muchos planteamientos en el mundo, pero de lo que poca gente habla es de cómo van a cambiar los posicionamientos políticos y de qué manera se va a reequilibrar la política nacional e internacional. Mucho me temo que la derecha se radicalice aún más de lo que ya está, de la misma manera que confío en que la izquierda ocupe el hueco de la centralidad, se reorganice en torno a la moderación progresista y a la fortaleza del Estado del bienestar, un pensamiento que siempre se ha llamado socialdemocracia, una idea que comparto.
N.B. Mientras revisaba el contenido de este artículo para publicarlo, se ha desatado el "escándalo Bildu". A la espera de que las aguas se serenen, y pueda por tanto contemplar la realidad de su alcance con más perspectiva, he decidido no modificar lo anterior, porque -siempre desde mi subjetivo punto de vista- considero que lo que en él expreso sigue siendo válido. En cualquier caso, creo que este rocambolesco asunto merece que en otro momento le dedique una reflexión. Quedo comprometido a ello.
Lo del pacto con Bildu me ha encantado. Ya somos todos "coleguis".👏👏👏.
ResponderEliminarPor lo demás, España va bien😃😃😃
Querido/a Unknown, te sugiero que leas mi artículo en este blog de fecha 19/04/19.
Eliminar¿Socialdemocracia con Podemos? No lo veo. Guerra dijo que algún día echaríamos en falta el bipartidismo.
ResponderEliminarYo tampoco creo que Podemos sea un partido socialdemócrata. Pero sí el PSOE. Lo de ahora es una alianza coyuntural, inevitable para contrarrestar a los extremistas de VOX. Y yo de lo que hablo es del futuro que espero que venga detrás de esta crisis, de los nuevos posicionamientos políticos que imagino, una derecha cada vez más extrema y una izquierda moderada.
ResponderEliminar