Siempre he pensado que a las palabras las carga el diablo. Suprimiendo o añadiendo un adjetivo, modificando un sustantivo o alterando con intención una frase, se pueden decir cosas muy diferentes, incluso opuestas. Esa es una de las grandezas del idioma, quizá la que a mí más me fascine. Pero también uno de los peligros de utilizarlo sin la debida cautela. Por eso, cuando se escribe hay que esmerarse en redactar lo que de verdad se quiere expresar y no dar lugar a equívocos; y también cuando se habla, aunque en este caso la trascendencia del equívoco siempre será menor, porque a las palabras se las lleva el viento. Si en todo este estúpido embrollo del acuerdo con Bildu no se hubieran empleado las palabras derogación íntegra de la ley laboral del PP, el gobierno se habría ahorrado más de un dolor de cabeza; y los que están siempre al acecho de cualquier desliz que cometa no contarían con un pretexto regalado para meter discordia a presión.
El otro día estaba yo viendo en directo la sesión del Congreso en la que se discutía una nueva extensión del Estado de Alarma, cuando el presidente del gobierno le agradeció a la portavoz de Bildu su decisión de abstenerse. Ésta le contestó inmediatamente que, si daba por hecho tal abstención, debía suponer que el gobierno había aceptado su propuesta de derogar íntegramente la reforma laboral del PP. Al principio no entendí muy bien el alcance de aquel diálogo, pero me vino a la memoria lo de “algo huele a podrido en Dinamarca”. La derogación íntegra de una ley del PP, negociada con un partido del perfil de Bildu, no era una buena noticia.
Después vinieron los gritos de unos, las explicaciones de otros, las declaraciones del secretario general de Podemos, las puntualizaciones de la ministra Calviño y todo un rosario de intervenciones tan dispares e incluso contradictorias que pensé que, o se ponía orden en tanta discordancia, o las justificaciones podían complicar todavía más la situación que había creado el acuerdo con los de Bildu. No sería la primera vez que las aclaraciones complican todavía más la situación creada por una actuación equivocada. Esto sucede en política y en muchos otros órdenes de la vida.
El gobierno, o los negociadores en nombre del gobierno, se equivocaron. Es cierto que no tenían garantizada la extensión del Estado de Alarma, porque la irresponsabilidad del PP con su voto negativo podía habernos dejado a todos sin medidas cautelares frente a la pandemia. Si el gobierno no pudiese limitar la movilidad de los españoles con el respaldo de la ley, los rebrotes de la infección estarían garantizados. Eso no lo digo yo, ni lo dice el gobierno, lo aseguran los epidemiólogos. Echemos un vistazo a nuestro alrededor y veamos que está ocurriendo en otros países donde se ha sido mucho menos exigente con las medidas cautelares.
Pero a pesar de todo se equivocaron, porque la falta de coordinación, las precipitaciones y las variopintas explicaciones complicaron una situación que podía haberse manejado con más tacto. La reforma del Estatuto de los trabajadores está en el programa del gobierno, lo que sin duda significará la eliminación de algunas de las medidas que se adoptaron durante el gobierno de Mariano Rajoy. Pero las discusiones para llevar adelante estas modificaciones están inscritas en lo que se llama diálogo social, un conjunto de conversaciones entre sindicatos, organizaciones empresariales y gobierno, que por cierto está dando muy buenos resultados. Sacarlas de ese contexto y convertirlas en un pacto con Bildu supone, no ya un error, sino un auténtico disparate.
A mí las explicaciones que se al final se han dado sobre el verdadero alcance de este acuerdo me convencen, y estoy seguro que convencerán a sindicatos a empresarios y a tantos millones de españoles, a quienes lo que de verdad les preocupa ahora es salir de la crisis y recuperar el pulso económico.
Hay otra forma de enfocar este asunto. Tanto Bildu, como U.Podemos, como Vox, son partidos legales y gustará más o menos, pero el PP tiene todo el derecho del mundo a pactar con Vox y el PSOE tiene el mismo derecho a pactar con Podemos o Bildu. En la medida en que se trate de pactos puntuales, su importancia se limita a los mismos pactos y nada mas. Lo de Podemos en el Gobierno es algo más discutible, pero es legal y la situación era, o eso, o sin Gobierno.
ResponderEliminarAhora bien ni los ataques del PP, ni la respuesta del PSOE han sido acertados. Es aceptable que el PSOE justifique el compromiso con Bildu para derogar íntegramente la Reforma Laboral en que no tuvo otro remedio ya que el PP no iba a dar su apoyo a la extensión del Estado de Alarma. Pero no debe imputar al PP responsabilidad alguna en su pacto. Si el PP pensaba que no convenía alargar el Estado de Alarma tenía el derecho y la obligación de negarse a la extensión. El Congreso está para eso, no para apoyar al Gobierno sistemáticamente. Así que mal el ataque y mal la respuesta.
Alfredo, hay muchas formas de enfocar este asunto. Una de ellas es centrar el debate en que en todo esto haya intervenido Bildu. Otro que lo acordado contradijera por completo el espíritu del diálgo social. Éste último asunto es el que a mí más me preocupa; el primero muy poco.
ResponderEliminarPero el PP, que tiene la obligación de apoyar al gobierno en los asuntos de Estado -como el PSOE la tuvo cuando estaba en la oposición y cumplió con lealtad institucional(terrorismo, crisis financiera,...)-, ha utilizado la imprescindible necesidad de prorrogar el Estado de alarma como arma arroadiza para desestabilizar al gobierno.
Se equivocó el gobierno acuciado por la necesidad de sacar adelante una medida necesaria para los españoles y se comportó el PP con absoluta deslealtad al considerar con visión partidista un asunto como éste.
Bueno, por una vez nuestros puntos de vista están bastante alejados, aunque estoy convencido de que si lo hubiésemos podido hablar cara a cara, habríamos acercado nuestras posiciones.
EliminarEspero que cuando llegue la "nueva normalidad" podamos hablarlo. Los matices, que por escrito son imposibles, siempre acercan posiciones.
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