Siento decirlo de Grande-Marlasca, una persona que merece todas mis consideraciones como jurista y como político, pero no puedo morderme la lengua. Le he oído en varias ocasiones decir “preveyó” en vez de previó. No es el único que no sabe conjugar el verbo prever, tan sencillo como hacerlo con el ver, del que proviene por la simple anteposición del prefijo pre. Sí, porque prever significa ver antes de. Lo que sucede es que muchos lo confunden con el verbo proveer, cuyo significado nada tiene que ver con el otro. Proveyó sí, pero “preveyó” es un error gramatical impropio en una persona culta. Y el mimistro del Interior no es el único a quien he sorprendido retorciendo este verbo, porque al señor Ábalos le he oído decir también en más de una ocasión, no lo habíamos “preveído”. Ministros, por favor, repasen la gramática.
De la “desescalada”, como llaman ahora a la progresiva disminución de las medidas de confinamiento, preferiría no hablar. Este verbo, “desescalar”, no existe en el idioma español. Viene a ser algo así como decir “desaumentar” para decir disminuir. A las montañas se escala y después se desciende, no se “desescala”. Sin embargo es un vocablo que ha llegado de la mano de políticos y periodistas, que, para esto del idioma, por separado son peligrosos, pero juntos se convierten en temibles. Mucho me temo por tanto que ésta expresión se quede entre nosotros. La Academia termina aceptando muchas de estas barbaridades lingüísticas, porque considera que el uso reiterado las convierte en vocablos aceptables. Yo nunca he estado de acuerdo con esta tolerancia, pero doctores tiene la Iglesia.
Lo que ahora me tiene muy preocupado es la expresión “nueva normalidad”, que se utiliza para denominar a lo que se nos viene encima. ¿Por qué no dicen la nueva anormalidad? La normalidad es lo que teníamos y vamos a perder. Pero una vez más nos encontramos ante un invento de los políticos, que prefieren utilizar una expresión políticamente correcta a otra que pueda levantar sarpullidos. Es cierto que en este caso no podemos hablar de error lingüístico, porque desde un punto de vista gramatical la locución es correcta. La incorrección deriva del sentido que quiere dársele, porque hasta que el nuevo escenario que nos aguarda se haya convertido en normal estaremos viviendo en la más absoluta de las anormalidades. Si llevar mascarilla y guantes y tener que tomar una cerveza detrás de una mampara protectora se considera normal, que el cielo nos asista.
La verdad es que no sé por qué algunos dicen que se aburren. Debe de ser porque no prestan atención a lo que se dice en las radios y las televisiones y a lo que se escribe en los periódicos. Es un ejercicio fácil que recomiendo. Hay que prestar un poco de atención a la forma en detrimento del fondo. Pero si se tiene en cuenta que este último es repetitivo y cansino, fijarse en las palabras resulta entretenido. Además, no hay nada tan trasversal como la ignorancia lingüística. De ella no se libran ni derechas ni izquierdas ni gentes de orden ni de mal vivir.
Recuerdo un personaje de Paul Auster que confesaba que desde que murió Gene Kelly no había vuelto a ir al cine. Yo, desde que murió Alfredo Pérez Rubalcaba, no consigo oír a ningún político expresarse con corrección, ni en la forma ni en el fondo.
Hay excepciones, pero no las digo porque se me vería el plumero.
Una circunstancia atenuante - que no eximente - para el juez Marlaska: en Derecho se usa mucho el verbo proveer en todos sus tiempos y no es extraño que un ocupado ministro confunda la ortografía de una palabra con la de otra de sonido parecido.
ResponderEliminarRespecto a "Desescalar" creo que convendrá que la R.A.E. acabe aceptándola porque añade un matiz a "disminuir" o "reducir", ya que describe la disminución o la reducción, no de algo que estaba en su estado natural, sino de lo que había aumentado previamente.
Gracias Alfredo por tus comentarios. Mucho me temo que el juez Marlaska no haya conjugado bien el verbo prever en su vida. Estas cosas se aprenden de niño.
ResponderEliminarEn cuanto a desescalada, si la Academia acepta la palabra, yo seguiré utilizando cualquiera de los innumerables verbos que ya existen: aminorar, restringir, disminuir, ... Para estas cosas soy muy mío.
No es ningún secreto que en la actualidad los españoles no saben español y, como dice Javier Marías, se limitan a chapotear en él, por cierto que con muy escaso cariño.
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