He pensado varias veces sobre estas opiniones y estoy completamente de acuerdo con ellas. Aznar enloqueció henchido de satisfacción porque consideraba que había tenido un gran éxito económico -España va bien-; y Zapatero se hundió de la noche a la mañana cuando los vientos de la economía empezaron a soplar en contra -anoche no pude dormir-. Después, cuando abandonaron la política, esas respectivas características han seguido acompañándolos. Yo no he visto un personaje público con tanto engreimiento, tanta vanagloria y tanta altivez como los que derrocha Aznar, vaya por donde vaya y diga lo que diga. Ni he logrado entender nunca que un político prudente, moderado y dialogante, como es Zapatero, pueda comportarse a veces como si no hubiera sido nadie en este país.
Por supuesto que ese día hablamos también de Sánchez y de la furibunda oposición que le está haciendo el PP de Núñez y la vieja guardia resucitada; y aunque en opinión de mi interlocutor se acerca un cambio de ciclo, añadió que al nuevo presidente popular se le ha empezado a ver el plumero de la intolerancia, mientras que el presidente del gobierno está aumentando día a día su prestigio, porque a la ciudadanía no se le pasan por alto los logros sociales ni el hecho de que nuestro país esté cada vez más presente en los foros internacionales. La percepción de los votantes está cambiando y, aunque de aquí a las elecciones del año que viene pueden pasar muchas cosas, las espadas estarán en alto hasta el último minuto.
En cuanto a Vox, el juicio de mi interlocutor fue tajante: constituyen un partido antisistema que, no sólo no aporta nada, sino que además amenaza con desestabilizar nuestra sociedad sin dar absolutamente nada a cambio. Su populismo trasnochado, basado en fomentar el odio a las minorías, característico en todas las formaciones fascistas que hayan existido y existan, es una lacra que conviene vigilar, que no se debe perder de vista. Juegan con la ventaja de que, sin ser demócratas, se mueven en un escenario democrático que respeta las reglas del juego, aunque ellos se las pasen por el forro.
De Rajoy apenas hablamos, supongo que porque la escandalosa corrupción que lo acompañó durante sus mandatos eclipsa cualquier otra consideración que se pueda hacer sobre su figura. Al final, como se veía venir, fue ésta la que acabó con su presidencia, porque llegó un momento en el que se acumularon tantos escándalos, tantas causas abiertas en los juzgados, que bastó con dar un paso adelante para provocar su destitución.
En cuanto a Felipe González, desde mi punto de vista el estadista que modernizó a una España que salía de un largo proceso de silencio dictatorial, de una dictadura anacrónica en Europa, sólo dijo que su actual situación social no debería nunca empañar la realidad de su gran aportación a la sociedad española.
Ojalá tenga ocasión de volver a hablar con mi interlocutor de ese día en otras ocasiones.
Comparto el criterio del artículo sobre Aznar y sobre Rajoy. No tanto sobre el de Zapatero, que me recuerda a aquél a quien el psiquiatra le dijo que no tenía complejo inferioridad, que lo que le pasaba es que era inferior.
ResponderEliminarFelipe está a años luz de cualquiera de los otros presidentes. No digo mas.
Respecto a Sánchez, reconozco sus logros en políticas sociales, pero creo que su prioridad es Sánchez y digo esto y me gustaría equivocarme. Mi maldad me lleva imaginar que tiene en su despacho un gran cartel que le recuerda cada rato "Después de mí, el diluvio".
Aún no tengo una opinión firme sobre Núñez, pero tengo la impresión de que le falta talla.
Quizá entiendas mi juicio sobre Sánchez si te digo que yo sigo aquello de "por sus frutos los conoceréis" (San Mateo, 7, 16) y no por lo que la prensa o las redes sociales digan sobre ellos. Controlar el procés, traer dinero de Europa a paletadas, fomentar las fuentes de energía alternativa, conseguir inversiones extranjeras millonarias, subir el salario mínimo, defender el empleo durante la pandemia con los ERTE, etc, etc, son frutos. Lo del gran cartel no es maldad, sino un simpático chiste.
EliminarEn cuanto a Zapatero, hay que echarle un vistazo al BOE de la época para entender los suyos. La crisis financiera que arrasó el mundo no debe desfigurar su auténtica dimensión.
Me alegra coincidir contigo en las opiniones sobre Aznar, Rajoy y González. En cuanto a Núñez, yo sí tengo opinión: no sólo le falta talla, también autoridad.
Luis, ¿y Suárez?
ResponderEliminarEs que no se trata de una reflexión sobre los presidentes de la democracia, sino sobre una interesante conversación que tuve con una persona muy entendida en estos asuntos. Tampoco está Calvo Sotelo.
EliminarA Rajoy lo incluiría yo más bien en el grupo de los humiles; a Felipe un poco en el grupo de los soberbios que no han sabido guardar silencio tras su retirada y hn molestado a los nuevos como Sánchez más que ayudar; a Suárez en el de los humildes que supo retirarse y guardar silencio cuando ya las urnas lo abandonaron.
ResponderEliminarLuego incluiría, entre los que no han sido presidentes, a Pablo Iglesias, al que ncluiría en el grupo de los soberbios, que no sabe acepatr que su proyecto político y él mismo han fracasado; e incluiría en el grupo de los humildes a Yolanda Díaz, que, con su plataforma "Sumar" y sus pocas ganas de armar jaleo, se perfila como una figura emergente como presidenciable.
Esperemos que sigas encontrándote con ese analista político, Luis. Por cierto ¿no podríamos conocer su nombre aunque fuera por privado?
No has debido de ver a González apoyando a Sánchez en el aniversario de la primera victoria democrática del PSOE. Fué un gran estadista, algo que no le niegan ni sus adversarios.
EliminarEn cuanto a Yolanda Díaz, a mi también me parece una líder interesante, pero por razones numéricas no la veo presidenciable, aunque puede que sí "vicepresidenciable". En cualquier caso no me gustaría asistir a nivel nacional al triste espectáculo que dieron las izquierdas en Andalucía. Y todo apunta a que puedan ir una vez más por el mismo camino. Hay quien no aprende.
En Cuanto a la identidad del analista, como dicen los periodistas en las películas: "yo no revelo mis fuentes de información"... en público.