22 de julio de 2023

Feminismo no es "hembrismo"

 


No es la primera vez que escribo sobre este asunto ni creo que vaya a ser la última. Parece mentira que una idea tan sencilla como es la de defender la igualdad de derechos entre hombres y mujeres provoque tanta controversia, derrame tales cantidades de tinta y llegue en ocasiones a convertirse en bandera de la reacción. No tiene absolutamente ningún sentido, salvo que se trate de una distorsión de la idea de lo que significa feminismo. Estoy convencido de que son muchos los que lo confunden con "hembrismo" o lo asimilan exclusivamente a la lucha contra el machismo. Las palabras, como las armas, las carga el diablo.
 
Me decía hace unos días una mujer de mediana edad, posición acomodada y madre de familia numerosa que ella no se sentía oprimida o subyugada como mantienen los feministas. Cuando vio mi expresión de sorpresa me preguntó que si no estaba de acuerdo con lo que acababa de decirme. Le contesté que no conozco a ningún feminista que a estas alturas de su lucha mantenga posiciones tan extremas. Una cosa es sostener que queda mucho por hacer para alcanzar la igualdad de derechos y otra muy distinta caer en el dramatismo verbal.
 
Por eso insisto en que es preciso aclarar los conceptos. El verdadero feminismo propone acabar con las barreras diferenciales, no la liberación de nadie porque nadie está preso. El feminismo pretende equiparar en oportunidades a los dos sexos, no la supremacía de la mujer sobre el hombre. El feminismo se define como promotor de la eliminación de los obstáculos que la sociedad ha ido poniendo al desarrollo de los derechos de las mujeres a lo largo de los siglos, relegándolos con respecto a los del hombre. Todo lo demás es confundir los términos y dar lugar a que algunos se aparten de esta imparable corriente.
 
Es cierto que no son pocos los que están en contra por convicción, no por confusión. Creen que el destino de las mujeres o, dicho de otro modo, su papel en la sociedad nada tiene que ver con el de los hombres, porque el hecho de la diferencia de sexo es, según ellos, irrebatible. Esos son los verdaderos machistas, los que anteponen la condición masculina a la femenina basándose en conceptos tales como la maternidad, como si el hecho de parir obligara a la mitad de la población a dedicarse a otros trabajos, por supuesto socialmente menos productivos  que los de los hombres.
 
No creo que sea bueno que los mensajes feministas estén cargados de beligerancia reivindicativa, de dramatismo verbal; pero tampoco estoy de acuerdo en que no siga existiendo la necesidad de continuar con la lucha hasta que las mujeres consigan en nuestra sociedad las mismas oportunidades y los mismos derechos que los hombres.
 
Hace falta más pedagogía y menos agresividad. La primera pone los puntos sobre las íes; la segunda provoca rechazo.

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