6 de julio de 2023

Las espadas están en alto

A estas alturas de la precampaña electoral para las elecciones del 23 de julio, tengo la sensación de que todavía hay mucho partido que jugar. Los populares se las prometen felices, pero sea porque han cometido errores de bulto con sus contradicciones o porque los partidos progresistas han sabido reaccionar después de la debacle de las municipales y autonómicas o por las dos cosas a la vez, creo que todo está por decidir. Bastaría con que el PSOE mantuviera sus posiciones alrededor del treinta por ciento de intención de voto y con que Sumar se aproximara al quince para que la victoria progresista fuera casi segura.

Los socialistas han cambiado de estrategia y han puesto toda la carne en el asador de las mejoras sociales y económicas. Sus críticas hacia la coalición PP-Vox se han centrado exclusivamente en alertar sobre el evidente retroceso de derechos que supondría que este dueto llegara a gobernar en España. El calendario les ha facilitado las cosas, porque la constitución de ayuntamientos y gobiernos autonómicos ha puesto de manifiesto que una cosa es predicar buenas intenciones y otra dar el trigo de la realidad. Ya a nadie le cabe la menor duda de que, por mucho que insista el señor Feijoo en lo contrario, si gobierna será gracias al apoyo explícito de Vox, es decir incluyendo ministros de la extrema derecha en su gobierno.

Por su parte Sumar nace con un nuevo talante, muy distinto del que guiaba los mensajes de Podemos en la legislatura que se acaba. Digo talante, es decir manera de hacer las cosas, y no programa. Los antiguos votantes de aquel partido no podrán poner ninguna objeción a la ideología de éste, porque las reivindicaciones sociales siguen siendo las mismas. Sin embargo, aquellos que se sentían incómodos por la hosquedad y aspereza de las formas agradecerán el cambio. Yolanda Díaz habla abiertamente de un futuro gobierno de progreso, dando por hecho que estaría encabezado por Pedro Sánchez. Una estrategia distinta y un estilo diferente.

Además, por si fuera poco, los partidos del ámbito nacionalista o independentista siempre preferirán un gobierno que no provoque la involución del desarrollo autonómico a otro en cuyas filas figuren los que no creen en la España de las autonomías. Puede ser que en esta ocasión no le faciliten al posible gobierno progresista las cosas como lo hicieron en la legislatura anterior, pero de lo que no hay duda es de que apoyarían la investidura,

Es cierto que soy muy optimista, que tiendo a ver el vaso medio lleno. Pero no lo es menos que las elecciones de mayo han supuesto un aldabonazo en la mente de muchos españoles, no por los resultados en sí, que también, sino por las consecuencias. La derecha tradicional ha comprobado que no puede acceder al gobierno sin sentar a su lado a la ultraderecha de estilo "trumpista"; la izquierda ha tomado debida nota de los errores que cometió en la legislatura anterior. Un revulsivo muy llamativo para unos y para otros.

En cualquier caso, poco falta para que veamos si me equivoco o no.

3 comentarios:

  1. Igual que decíamos de los gestos y mensajes destemplados de Podemos, ocurre lo mismo con Vox. Sus mensajes y estilo asustan a la mayor parte del electorado. Y Podemos, al fin y al cabo, perseguía mayor justicia social, pero éstos... ¡uff!
    Fernando

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    1. Fernando, a mí en el caso de Vox me preocupa más lo que dice que cómo lo dice. Aunque hablara con estilo versallesco -que no es el caso- sus mensajes asustan. Pretenden que retrocedamos a tiempos muy superados, en derechos y en libertades.

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  2. Efectivamente
    Fernando

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