Supongo que con esta somera explicación ya nadie dudará de
lo que quiero decir y, sin lugar a dudas, reconocerá en este preámbulo dónde quiero
llegar. Pensar, como algunos sostienen, que los cambios de mensaje de los
políticos vulneran los principios morales, es hipócrita o es ingenuo. No se
trata de que el fin justifique los medios, sino de que para defender las
premisas fundamentales de tus programas es necesario adaptarse constantemente a
las circunstancias. Lo contrario, negarse a la flexibilidad, puede ser conveniente en otros menesteres, pero no en política.
Vayamos al grano. En este controvertido asunto de la
amnistía a los separatistas catalanes, se puede decir que es un error, como le
he oído a muchos, una opinión muy respetable que sólo el tiempo
confirmará o desmentirá. Pero entrar en consideraciones de carácter moral o ético no
tiene ningún sentido, cuando las circunstancias políticas han cambiado, no sólo
las relativas a la aritmética parlamentaria, sino incluso la actitud del mundo
separatista. Estamos en el terreno de lo posible en cada momento y el arte de gobernar no se
basa en ciencias exactas.
Además, en política nunca se debe perder de vista las alternativas, porque en definitiva es un juego de opciones. Si la coalición progresista -PSOE y Sumar- no hubiera conseguido el apoyo de los demás grupos, nadie tiene la menor duda de que se habría dado paso a un gobierno del PP y de VOX en comandita, lo que para muchos millones de españoles hubiera significado una alternativa muy poco apetecible. Le he preguntado a algunos votantes habituales del partido socialista que no ven con buenos ojos la ley de amnistía si les hubiera gustado ese panorama y la respuesta ha sido “claro que no”. ¿Entonces?
Las decisiones políticas no se pueden medir con la vara con la que se miden comportamientos análogos en otros entornos. Lo que sucede es que es fácil utilizar la comparación cuando conviene a los intereses de los políticos, como está sucediendo en estos momentos con los ataques furibundos al donde dije digo, digo Diego. Debe de ser que no les quedan otros recursos para atacar al rival.
Hay quienes dicen que es una falta de respeto al poder judicial; pero de siempre se han promulgado leyes más beneficiosas para el reo que derogan a las anteriores, y nadie nunca ha dicho nada sobre esa falta de respeto. La amnistía no sería sino otro caso más de esa ley posterior que deroga a la anterior, por la cual se produce el "olvido" del delito, por considerar el legislador que concurren circunstancias de extraordinaria importancia que la justifican, como lo es sin duda el asegurar la gobernanza de un país y su estabilidad por una legislatura.
ResponderEliminarDe lo que no cabe la menor duda es de que se trata de un asunto muy controvertido. Yo en este artículo me limito a opinar que me parece hipócrita rasgarse las vestiduras por una decisión que entra dentro de la lógica política. Quizá otro día me decida a dar mi propia opinión sobre un tema tan candente como es este.
EliminarNo me hubiera gustado un gobierno PP-Vox, pero si lo vota la mayoría, lo tendría que aceptar. Pensar que lo que yo creo que es lo mejor es lo debe ser por encima de todo, incluso de cualquier consideración, se parece mucho al fascismo; hay fascismo de derechas y de izquierdas. Y ya lo he dicho alguna vez: una cosa es desviarse de las promesas según el cambio de circunstancias y otra hacer justo lo contrario de lo prometido.
ResponderEliminarYo también tendría que aceptar un gobierno de PP-Vox, porque soy demócrata. Pero, hablando de fascismos, sería consciente de que se estaba dando paso una vez más en España a los fascistas.
EliminarEn cuanto a desviarse de las promesas, es una forma de verlo. La mía es que en política es legítimo adaptarse a las circunstancias, siempre dentro de la legalidad.
Por último, es cierto que tu posición ha quedado clara varias veces en tus comentarios. No todos pensamos igual.