Sé que estoy jugando a filósofo, pero resulta que esta
teoría resuelve muchas de las grandes incógnitas del universo. Las preguntas
cuándo empezó y quién lo creó, quedan inmediatamente contestadas.
Nunca fue creado y como consecuencia nadie lo creo. No hay que acudir a la intermediación de creadores, porque, según esta teoría de la infinitud, no son necesarios.
Es cierto que aceptar lo anterior plantea otras incógnitas, porque
nuestra mente está acostumbrada a que todo tenga un principio y un fin y, por
tanto, no es capaz de entender el concepto infinito, una abstracción
matemática. Pero para esa incomprensión también hay respuesta, la de que estamos
todavía en una etapa muy temprana de la evolución del hombre y, como
consecuencia, nuestra capacidad neuronal en un estado de poco desarrollo. Es
más, posiblemente nunca llegue el hombre a entender el alcance del infinito,
porque es posible que el ser humano desaparezca mucho antes de que su cerebro
haya alcanzado la capacidad necesaria para entenderlo. Por cierto, digo que habrá
desaparecido el hombre, pero no el universo, que, de acuerdo con la teoría que
sostengo, seguirá existiendo hasta el infinito. Nuestro mundo, el que conocemos, no es más que una
pequeña circunstancia dentro de la inmensidad del tiempo y del espacio.
Como este asunto no forma parte de mi área de conocimientos,
-¡quién me mandará meterme en camisa de once varas!-, ignoro si esta teoría
existe en el mundo de la filosofía, aunque, como sé muy bien que todo está
inventado, doy por hecho que no soy el primero que ha llegado a esta
conclusión. Pero como no hay una oficina donde registrar las teorías, no me voy a
molestar en solicitar la autoría. Sí lo hiciera, la registraría bajo el
fantástico título de Teoría de la Infinitud del Tiempo y del Espacio Cósmicos.
Las teorías sólo desaparecen cuando aparecen otras con más
fuerza argumental y las desplazan. Pero mientras esto no ocurra, yo la doy por
buena. Sé que será rebatida, como le sucede a todas las teorías que se precien de tales, y sé también que las críticas procederán
sobre todo del campo de las numerosas interpretaciones religiosas, que cuando
no encuentran explicaciones físicas acuden a conceptos metafísicos para zanjar el asunto. Al fin y al cabo, si las creencias religiosas existen es
porque el ser humano está muy limitado en su capacidad intelectual y tiene que refugiarse en fantasías liberadoras de sus inquietudes. Para algunos es más fácil aceptar lo de la creación del mundo en siete días que elucubrar sobre magnitudes físicas. Pero a mí lo de la luz el primero, la atmósfera el segundo, la tierra y las plantas el tercero, etc. no me acaba de convencer. Ni tampoco lo del creador, porque la pregunta que me hago a continuación es: ¿Quién creó al creador?
Por favor, amigos físicos, matemáticos y filósofos que os asomáis de vez
en vez a mis torpes reflexiones, os pido que seáis benevolentes conmigo.
El concepto "desde siempre" produce vértigo. De todos modos, si existiese un dios creador desde siempre, estaríamos en el mismo problema fóbico y, sobre todo, misterioso.
ResponderEliminarYo a esta teoría le pondría el nombre "Teoría desde siempre". El título que propones tú es muy largo. Éste que propongo yo es más corto y sencillo y, por consiguiente, más fácil de recordar.
Fernando
Es corto, pero no completo. En todo caso, tendría que ser "Desde siempre y hasta siempre". El universo no ha tenido principio ni tendrá final.
ResponderEliminarLa verdad es que solo sabemos algo de algunos segmentos del tiempo, del espacio y de la energía. Fuera de eso, solo conjeturas. La de la infinitud es razonable, pero por mucho que pensemos, no podremos determinar si es o no correcta. No disponemos de experimentos que aporten luz sobre ello, ni a favor, ni en contra.
ResponderEliminarGracias Alfredo por haber sido benevolente conmigo como os pedía en el artículo.
ResponderEliminarPrecisamente porque no hay experimentos que aporten luz, lo dejo en teoría. Como las restantes no me convencen, a mí me vale como posible explicación del origen del universo, que se pierde en el infinito. Por su puesto, no es ni una ley ni un hecho científico, simplemente una teoría.