Los militares constituyen en la actualidad una de las
carreras más valoradas de nuestra sociedad. La nota de corte para entrar en
las Academia Militar, en la Escuela Naval o en la Academia del Aire es la más
alta de las exigidas en cualquier centro universitario de España. Además, ahora
los militares salen de sus centros educativos con las dos estrellas de teniente o con la barra de alférez de navío en las hombreras y un título de ingeniería en el bolsillo. Estamos hablando,
por tanto, de ciudadanos con un alto nivel de formación y con un gran conocimiento
del mundo que les rodea.
Por otro lado, su capacidad profesional, sometida a continua revalidación por el exigente sistema de ascensos vigente, está obligada a mantenerse al día, posiblemente en un grado bastante mayor que en muchas otras
profesiones. Su entorno de trabajo los obliga a dominar un alto nivel de
conocimientos técnicos debido a la evolución de los complejos sistemas de armas y de comunicaciones que
utilizan.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente para concluir
que estamos muy lejos de aquellos militares con fama de aburrirse en sus cuarteles,
porque no tenían demasiadas cosas que hacer y se entretenían en conspiraciones
cuarteleras, no se debe olvidar que ahora forman parte de unas alianzas
globales que propician el contacto frecuente con sus colegas de otros países,
todos ellos democráticos, donde los ruidos de sables no tienen cabida.
Decía arriba que el colectivo militar ha sufrido una enorme
transformación. Ojalá otros sectores profesionales hubiera evolucionado al mismo ritmo que lo han hecho las
Fuerzas Armadas y alcanzado unas cotas de democratización semejantes a
las de los militares. La transformación del colectivo castrense se inició nada más
acabar la dictadura, cuando aún en su cúpula figuraban militares
franquistas, muchos de los cuales no veían con buenos ojos el advenimiento de
la democracia. Sin embargo, poco a poco, sin grandes aspavientos y gracias a
una paulatina transformación de los planes de estudios, la cosa fue cambiando,
hasta el punto de que hoy podemos decir que contamos con unos ejércitos profesionales totalmente adaptados a nuestros tiempos, disciplinados y a las órdenes del
gobierno de turno.
Ahora, cuando algunos políticos vocean sus frustraciones por las esquinas, me he acordado de una frase que me dijo hace un tiempo un general amigo mío: los socialistas serán lo que sean, pero saben mandar mejor que los otros.
¡Qué bueno que sea así! Nos quedamos más tranquilos.
ResponderEliminarFernando
Lo contrario no tendría ningún sentido en pleno siglo XXI, perteneciendo a la UE y a la OTAN.
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