31 de octubre de 2024

Recuerdos olvidados 27. La primera Guijarrada

 

En junio de 2005, poco después de morir mi madre, me llamó la asistenta que entonces teníamos en Catellote, una mujer que llevaba muchos años, puede que más de treinta, encargándose de la limpieza y los cuidados de nuestra casa. Quería informarme de que acababa de encargar un funeral en la parroquia del pueblo, iniciativa que me dejó sorprendido, pero que naturalmente le agradecí. Hablé con mis hermanos y decidimos que nos trasladaríamos todos al pueblo para asistir a la ceremonia religiosa, que por cierto a ninguno de nosotros se nos había ocurrido. Se habían celebrado unas exequias en Madrid y supongo que todos consideramos que con esto habíamos cumplido con el protocolo al uso.

No recuerdo exactamente cuantos fuimos, pero sí que estábamos los cuatro hermanos y nuestras mujeres. Tampoco se me ha olvidado que también asistió la que había sido cuidadora de mi madre durante los últimos años de su vida, Ana Rosa, una ecuatoriana que vino a España arrastrada por la ola migratoria de su país a principios del siglo XXI.

Como es lógico, después del acto religioso nos reunimos a comer en casa, en una mesa de comedor, la de la sala que conocemos por cocina aragonesa, lo que me hace pensar que no debíamos de ser más de 12 personas. Esa mesa, aun con un tablero adicional, no admite más comensales.

No sé de quien surgió la idea, puede que partiera como iniciativa colectiva, pero lo cierto es que en aquella comida se propuso que a partir de entonces nos reuniéramos todos los miembros de la familia en Castellote, una vez al año. No fijamos fecha, ni siquiera se le dio el nombre con el que ahora conocemos estos encuentros, el de Guijarrada.

Desde entonces, teniendo en cuenta que consideramos aquella estancia en el pueblo de nuestras raíces como primera Guijarrada, no hemos dejado de celebrarlas ni un solo año. Incluso en 2020, el año del Covid, no la cancelamos, aunque en esta ocasión no viajáramos a Castellote por razones obvias y organizáramos nuestra ya tradicional reunión familiar en Madrid.

Cuando escribo esto acabamos de celebrar la vigésima, una cifra que pone de manifiesto que la repetición y la constancia se han convertido en tradición. Además, como se trata de algo que en este momento compartimos ya tres generaciones de descendientes de mis padres, supongo que perdurará en el tiempo, o al menos prefiero pensarlo así.

Es curioso observar como la palabra Guijarrada ya se conoce en el pueblo como la reunión que celebra nuestra familia allí, todos los años. Por eso, hasta está en el repertorio de jotas locales, de momento sin nombre, aunque es fácil imaginar cómo se la terminará llamando. La letra dice así:

*Una fiesta señalada,

*En octubre en Castellote.

*Una fiesta señalada.

*Porque en la calle La Fuente

*Celebran la Guijarrada.

*Una fiesta señalada,

*En Octubre en Castellote.

Lo dicho, hay iniciativas que se convierten en costumbre y terminan en tradición. La Guijarrada es una de ellas.

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