15 de octubre de 2024

Los nostálgicos del terrorismo de ETA

Estoy convencido de que una de las razones por la que los españoles nos podemos sentir orgullosos de serlo es por la forma con la que el Estado supo en su momento acabar con la lacra asesina de ETA. No cundió el pánico, se fue poco a poco cercando a la banda, las pocas negociaciones que hubo se manejaron con discreción, nunca se tomaron medidas contraproducentes en el duro y prolongado combate y, por si lo anterior no fuera suficiente, además se la derrotó sin concesiones. El GAL, por si alguien cae en la tentación de mencionarlo, sólo fue una lamentable, torpe y estúpida gota de agua en un océano de aciertos.

La derecha de este país ha intentado desde siempre utilizar aquella lucha como arma política contra sus adversarios. Las acusaciones a lo largo del tiempo han sido de diverso calibre, unas veces culpando a los gobiernos socialistas de débiles y otras intentando soliviantar a una sociedad que estaba consternada y en algunos casos atemorizada. Afortunadamente, a pesar de las palabras y de los gestos, el PP nunca llegó a sacar del todo los pies del plato de la continuidad en la estrategia establecida, de manera que al final, gracias a unos y a otros, ETA anunció que abandonaba la lucha armada, lo que sucedió, conviene recordarlo, cuando gobernaba el PSOE, hace ya 12 años, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.

Cuando ETA no es más que un triste y doloroso recuerdo del pasado, cuando hace ya tanto tiempo que el nacionalismo radical ha dejado de matar, ciertos líderes del PP sacan ahora a relucir a los asesinados por la banda como bandera de sus aspiraciones políticas. El comportamiento el otro día del señor Tellado en el Congreso, exhibiendo una pancarta con fotografías de socialistas asesinados por los terroristas mientras señalaba con el dedo al gobierno actual para acusarlo de connivencia con sus asesinos, es miserable, completamente impropio en una democracia europea. Un acto, no sólo miserable, sino también esperpéntico, una actitud que demuestra la calaña de su protagonista y que pone de manifiesto el odio y la frustración que lo deben de embargar.

Acabo de leer que Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de La Comunidad de Madrid, ha manifestado que ETA está ahora más fuerte que nunca, a lo que el escritor Juan José Millás ha contestado que, como ETA ya no existe, debe de ser la expresión de un deseo repleto de nostalgia. Yo añadiría, también la evidencia de la incapacidad de utilizar la inteligencia en la política, el reflejo de la desesperación que deben de sentir aquellos a los que se les acaban los razonamientos.

Yo no voy a entra hoy aquí en el complicado análisis de las conmutaciones de pena, en el origen de esta ridícula avalancha de críticas de la oposición. Sólo diré que a mí cualquier medida que rebaje la tensión social y que tienda a la normalización de la convivencia entre los españoles me parece acertada, porque de revanchas, de venganzas y de heridas mal cerradas está la Historia llena, y nunca para demostrar que ese sea el camino acertado. Sólo los fuertes, y el estado español ha demostrarlo serlo en la lucha contra ETA, se pueden permitir la benevolencia. Por el contrario, los débiles de espíritu mantendrán las espadas alzadas cuando el enemigo se haya rendido y los miserables seguirán utilizando a los muertos para descalificar al adversario.


4 comentarios:

  1. Comparto básicamente el contenido del artículo y me parece bien que se contabilice a su favor el tiempo pasado en prisiones extranjeras por los ex-etarras. Todo lo que tienda a la normalización de la convivencia entre los españoles es beneficioso. Ahora bien, que todo este proceso sea una contrapartida para mantener el gobierno no me parece presentable. Las críticas del PP, inaceptables.

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    1. Alfredo, me alegra coincidir contigo en lo fundamental, es decir en la conveniencia de conmutar las penas. En cuanto a lo de la contrapartida, si una medida razonable y conveniente para el país le permite al gobierno seguir gobernando, no por ello va a dejar de tomarla.

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  2. Totalmente de acuerdo
    Fernando

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