La derecha de este país ha intentado desde siempre utilizar
aquella lucha como arma política contra sus adversarios. Las acusaciones a lo
largo del tiempo han sido de diverso calibre, unas veces culpando a los
gobiernos socialistas de débiles y otras intentando soliviantar a una sociedad
que estaba consternada y en algunos casos atemorizada. Afortunadamente, a
pesar de las palabras y de los gestos, el PP nunca llegó a sacar del todo los pies del plato de la
continuidad en la estrategia establecida, de manera que al final, gracias a unos
y a otros, ETA anunció que abandonaba la lucha armada, lo que sucedió, conviene
recordarlo, cuando gobernaba el PSOE, hace ya 12 años, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.
Cuando ETA no es más que un triste y doloroso recuerdo del pasado,
cuando hace ya tanto tiempo que el nacionalismo radical ha dejado de matar, ciertos
líderes del PP sacan ahora a relucir a los asesinados por la banda como bandera
de sus aspiraciones políticas. El comportamiento el otro día del señor Tellado en el
Congreso, exhibiendo una pancarta con fotografías de socialistas asesinados por los terroristas mientras señalaba con el dedo al gobierno actual para acusarlo de connivencia con sus asesinos, es miserable, completamente impropio en una democracia europea. Un
acto, no sólo miserable, sino también esperpéntico, una actitud que demuestra
la calaña de su protagonista y que pone de manifiesto el odio y la frustración
que lo deben de embargar.
Acabo de leer que Isabel Díaz Ayuso, la
presidenta de La Comunidad de Madrid, ha manifestado que ETA está ahora más
fuerte que nunca, a lo que el escritor Juan José Millás ha contestado que, como
ETA ya no existe, debe de ser la expresión de un deseo repleto de nostalgia. Yo
añadiría, también la evidencia de la incapacidad de utilizar la inteligencia en la política, el reflejo de la desesperación que deben de sentir aquellos a
los que se les acaban los razonamientos.
Yo no voy a entra hoy aquí en el complicado análisis de las conmutaciones de pena, en el origen de esta ridícula avalancha de críticas de la oposición. Sólo diré que a mí cualquier medida que rebaje la tensión social y que tienda a la normalización de la convivencia entre los españoles me parece acertada, porque de revanchas, de venganzas y de heridas mal cerradas está la Historia llena, y nunca para demostrar que ese sea el camino acertado. Sólo los fuertes, y el estado español ha demostrarlo serlo en la lucha contra ETA, se pueden permitir la benevolencia. Por el contrario, los débiles de espíritu mantendrán las espadas alzadas cuando el enemigo se haya rendido y los miserables seguirán utilizando a los muertos para descalificar al adversario.
Comparto básicamente el contenido del artículo y me parece bien que se contabilice a su favor el tiempo pasado en prisiones extranjeras por los ex-etarras. Todo lo que tienda a la normalización de la convivencia entre los españoles es beneficioso. Ahora bien, que todo este proceso sea una contrapartida para mantener el gobierno no me parece presentable. Las críticas del PP, inaceptables.
ResponderEliminarAlfredo, me alegra coincidir contigo en lo fundamental, es decir en la conveniencia de conmutar las penas. En cuanto a lo de la contrapartida, si una medida razonable y conveniente para el país le permite al gobierno seguir gobernando, no por ello va a dejar de tomarla.
EliminarTotalmente de acuerdo
ResponderEliminarFernando
Fernando, me alegra coincidir contigo.
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