2 de octubre de 2024

El infantilismo de cierta izquierda

 

Que la presidenta electa de Méjico no haya invitado a Felipe IV a su toma de posesión, justificando su decisión en que el rey todavía no ha pedido perdón a su país por las barbaridades que cometieron los españoles durante la conquista de la Nueva España -hace nada más y nada menos que quinientos años-, me ha parecido una decisión, además de esperpéntica, populista y demagoga, también de un subido infantilismo. No sé qué pretende con este gesto, aunque supongo que ganarse el fervor de los ignorantes, porque “habelos, haylos” en todas partes.

Es curioso observar cómo, durante siglos, los países que pertenecieron al Imperio Español han estado dirigidos por unas élites constituidas en su mayoría por descendientes directos de los españoles que intervinieron en la conquista y se quedaron allí. Incluso los llamado libertadores y los gobiernos que los sucedieron pertenecen a esa categoría. Que ahora, esas mismas élites nos pidan cuentas a los que posiblemente no tengamos ningún ascendiente que haya pisado aquellas tierras, resulta cuanto menos ridículo. Que se lo pidan a sus antepasados y no a nosotros, porque pedírselo al jefe de estado de un país es pedírselo a sus ciudadanos.

Hay una cierta izquierda repartida por el mundo -también aquí entre nosotros- que, en vez de dedicarse a resolver los problemas que sufren los ciudadanos más desfavorecido, pierden el tiempo en florituras inútiles, en lavar mediante propuestas o declaraciones llamativas la cara de su incapacidad política. En Méjico existen múltiples problemas que su nueva presidenta debe combatir con arrojo y valentía, en vez de crear inútiles conflictos diplomáticos con España, enfrentamientos que ninguno de sus antecesores había planteado antes. Debe combatir una desigualdad insultante, luchar contra el narcotráfico, acabar con un machismo galopante, procurar elevar el bajo índice de renta per cápita de su país (11.496,52 dólares, la tercera parte de la española), atajar la creciente huida de sus ciudadanos hacia los Estados Unidos, denunciar el trato que sus vecinos del norte aplican a los mejicanos que llegan hasta allí y, en definitiva, ordenar su casa en vez de pedir explicaciones en otra.

Es curioso observar como aquí, donde tampoco nos libramos del ingenuo infantilismo político de cierta izquierda, algunos se alinean con la nueva mandataria mejicana, no se sabe si porque sus conciencias les reclaman pedir perdón o porque de esa forma aprovechan para atacar la figura del rey. En cualquier caso, una actitud inútil, que en nada favorece ni a los mejicanos ni a los españoles.

Yo estoy de acuerdo con la decisión del gobierno español de no enviar ningún representante a la toma de posesión de doña Claudia Sheinbaum. Si usted, señora presidenta, no entiende que un desplante a un jefe de estado constitucional es menospreciar a los ciudadanos del país que representa, debería empezar a tomar clases de diplomacia, porque se trata de una materia que se imparte en el primer curso de la carrera. Si no, se va a llevar algún que otro disgusto a lo largo de su mandato, lo que por cierto no le deseo en absoluto.

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo
    Fernando

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  2. Yo pienso que, ni López Obrador, ni Sheinbaun, creen de verdad que es necesario que España pida perdón por lo que hicieron algunos españoles hace quinientos años. Es una táctica bien conocida que para buscar el apoyo interior es muy útil buscar un enemigo exterior, verdadero o inventado.

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    Respuestas
    1. Es cierto, Alfredo. Se trata de una vieja táctica que sólo engaña a los ignorantes. Lo que sucede es que en este caso es tan ridícula, que provoca hilaridad. Y siento decirlo de los mandatarios de un país al que por historia y cultura me siento unido.

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