21 de junio de 2025

Mi confianza pende de un hilo

 

No he querido alargar el título del artículo, pero tenía que haber añadido que el hilo no es otro que un rechazo absoluto a la ultraderecha. Mi conciencia nunca se quedaría tranquila si con mi voto o con mi abstención contribuyera a que en mi país gobernara el PP en coalición con Vox. Ahora ya no son sólo sospechas de hasta dónde puede llegar un gobierno en el que participen estos últimos, porque los desatinos que se cometen en algunas autonomías han puesto de manifiesto su intolerancia y su intransigencia.  Por eso, por muchos bandazos y titubeos que vea en estos momentos en el PSOE, prefiero pensar que puede ser capaz de acabar con la lamentable situación que está pasando y volver a ser el partido socialdemócrata en el que siempre he confiado y de momento sigo confiando.

De lo que no me cabe la menor duda es que así no pueden continuar. La frase que Sánchez espetó a Rufián el otro día en el Congreso, “no confunda la anécdota con la categoría”, ha sido torticeramente utilizada contra el primero, porque su significado no es considerar que la corrupción de Cerdán y compañía no sea digna de atención, sino advertir que de las excepciones no se pueden sacar conclusiones generales. Ese ha sido siempre el significado de la expresión y estoy convencido de que con tal propósito la pronunció el presidente. Pero la incultura, mezclada con el odio que inunda las bancadas conservadoras, ocasiona  barbaridades.

Decir que la izquierda es corrupta es una generalización tan simplista que no admite perder ni un minuto en rebatirla. Lo que sucede es que a perro flaco todo son pulgas y esta oposición, que no hace más que sembrar discordia, ha decidido que no tiene mejor estrategia que continuar con las malas formas y el insulto, de la misma manera que ha elegido no pronunciar ni una sola palabra de repulsa a las acciones vandálicas que se están cometiendo ante las sedes del partido socialista en toda España. Por sus silencios los conoceréis.

Mi confianza pende de un hilo, pero la mantengo. Yo creo que esta oposición -PP y Vox- de momento tiene bastante difícil conseguir una mayoría suficiente para gobernar en España. No digo que sea imposible, porque todavía queda mucha legislatura por delante. Seguirán con sus campañas de deslegitimación, pero si el gobierno reacciona con prontitud, endereza el rumbo, consigue promover políticas de consenso entre los llamados socios de la investidura y actúa con contundencia contra los corruptos, debería ser capaz de salvar la situación. La carta que Sánchez ha enviado a la OTAN, advirtiendo de que España no está dispuesta a subir el gasto en defensa hasta el cinco por ciento como exige Trump, es un ejemplo. Mantener y mejorar el estado del bienestar, objetivo primordial de este gobierno, no lo permite. Se lo van a criticar por todas partes, pero salir de este atolladero al que lo ha conducido la ignominia de alguno de sus colaboradores le obliga a ser valiente.

Como progresista estoy consternado ante la situación creada por unos presuntos delincuentes, pero también esperanzado en que el partido socialista pueda recuperar la credibilidad. El pesimismo no conduce a nada positivo, sólo a agravar las malas situaciones. Por eso, confío en que el hilo que sujeta mi confianza resista.

18 de junio de 2025

Corruptos y corruptores

Llama mucho la atención que, en una democracia moderna, con una administración profesionalizada y gran experiencia en la lucha contra la corrupción, se puedan cometer delitos de tanta envergadura como los que se dan en nuestro país. Que las mesas de contratación en primera instancia y las intervenciones en última no detecten irregularidades tan grotescas como las adjudicaciones fraudulentas a las que estamos asistiendo en los últimos años, con este gobierno y con el anterior, llama la atención de cualquier ciudadano bien intencionado.

Puede haber corruptos entre los políticos, pero que los órganos de control fallen resulta incomprensible. Salvo que haya complicidad y no estemos ante casos aislados protagonizados por delincuentes, sino frente a un sistema administrativo viciado, lo que sería mucho más preocupante. A los ladrones se les puede juzgar y meter en la cárcel si se descubren sus robos, pero mientras no se depuren responsabilidades entre los encargados de filtrar las ofertas la corrupción seguirá campando por sus respetos. Parece como si aquel viejo dicho de pon mis papeles encima de los de los demás no fuera una gracia sino un modus operandis.

Hay algo que además llama la atención. En un caso de corrupción hay siempre un corruptor y un corrupto. No sólo hay que perseguir a los segundos, también a los primeros, porque mientras los empresarios sigan haciendo de su capa un sayo, siempre encontrarán a alguien que acepte mordidas. En el último escándalo que ha saltado al escenario público, el caso Cerdán, se habla mucho y con razón de los presuntos delincuentes, pero da la sensación de que los empresarios afectados pasan desapercibidos. Supongo que no será así y que en su momento se les exigirá responsabilidades, aunque de momento se oigan tan pocas críticas. 

Este es un asunto muy serio, ya que si, como sospecho, los engranajes de control están dañados, jamás se acabará con la corrupción, porque siempre habrá algún delincuente a disposición de los que pagan comisiones. El gobierno  debería iniciar inmediatamente una rigurosa revisión de los procedimientos y de los órganos de contratación responsable de las adjudicaciones. Seguramente se dirá que su funcionamiento está perfectamente regulado y que los casos que van surgiendo no son más que excepciones, pero la sensación que nos queda a los ciudadanos es que no es así.

Lo más lamentable de todo es que, cuando los corruptos son políticos, los legítimos mecanismos de la democracia se ponen en marcha para depurar responsabilidades. Pero cuando se trata de fallos organizativos de la administración no se oye un ruido, como si no hubiera nadie a quien le preocupara esta parte de la corrupción.

Además, sospecho que si a las empresas pagadoras de comisiones ni se las nombra en este último caso, debe de ser o porque la oposición no saca provecho de ello o porque teme enfrentarse a la patronal.

14 de junio de 2025

Malas compañías. Ladrones de guante negro

Entre mis muchos defectos está el de que en ocasiones me dejo llevar por la vehemencia, aunque sea consciente de que es muy mala consejera. Lo digo porque hoy no he podido resistir la tentación de sentarme ante el ordenador y soltar los demonios almacenados por la indignidad de Cerdán y sus compañeros de armas, cuando apenas han empezado a conocerse algunos detalles de sus siniestras maniobras. Si no lo hago reviento.

Le oí decir el otro día a Joan Baldoví de Compromís algo así como “le estamos regalando el gobierno a la derecha”. No le faltaba razón, porque la envergadura de los escándalos protagonizados por la banda de presuntos delincuentes que han rodeado a Pedro Sánchez en los últimos años pone en peligro la continuidad del gobierno progresista que éste preside. No se dispone todavía de toda la información, pero por lo que hasta ahora se sabe la situación es muy preocupante.

Me indigna pensar que unos auténticos chorizos de tan despreciable calaña hayan conseguido ganarse la confianza política del presidente Sánchez, primero mediante su “desinteresada” colaboración durante las campañas electorales y más tarde gracias a sus gestiones al frente de las respectivas responsabilidades que les había encomendado, por cierto de gran complejidad. Yo comprendo que cuando se está en determinadas posiciones políticas es muy difícil, por no decir imposible, descender al nivel de los controles personales.  Se confía en alguien, se examina su gestión y si ésta es buena se baja la guardia. Así sucede en el ámbito de la política y en muchos otros órdenes de la vida.

Dicho esto, que no exculpa a Sánchez de su responsabilidad in vigilando, toca hablar de la continuidad del proyecto progresista, que por encima de todo es lo que a millones de ciudadanos les preocupa. Todo va a depender de la actitud de sus socios. Hasta ahora, las manifestaciones que van llegando, aunque cautelosas y llenas de matizaciones, hacen pensar que hay voluntad de continuar prestando apoyo, unos por mantener políticas de izquierdas y otros para evitar que gobierne en España una alianza de conservadores y ultraderechistas. Esto es política, de manera que ya se sabe que los criterios que la mueven en ocasiones son inescrutables.

Es muy pronto para sacar conclusiones. Habrá que esperar a que se vaya sabiendo qué más hay detrás de estas desvergüenzas y vilezas y hasta donde llegan las responsabilidades. El daño ya está hecho, pero puede que no sea tanto como el que parece. Los delincuentes a los tribunales y los políticos a sus quehaceres. Todo menos regalar el gobierno a los que no se lo han ganado en las urnas.

Cuando se me haya pasado la indignación y sobre todo cuando se disponga de más información, volveré a dar mi opinión sobre este asunto, que para eso escribo aquí. Porque no es Sánchez ni es el PSOE lo que me preocupa, sino el progreso social y económico de España, que puede estar en juego por culpa de unos delincuentes.

11 de junio de 2025

Discrepancias o deslealtades

Deslealtad significa rompimiento o violación de un presunto contrato de colaboración y confianza entre personas u organizaciones. Discrepancia, a su vez, es la diferencia o desigualdad que resulta de comparar cosas entre sí. Se trata de dos conceptos completamente diferentes, de dos palabras con significados muy distintos. Sin embargo, son muchos los que los confunden y los mezclan en un totum revolutum, sobre todo cuando se utilizan en el terreno de la política.

En los partidos, la discrepancias no sólo son aceptables sino además recomendables. Pero ciertas deslealtades, como la de airear las discrepancias fuera de los cauces organizativos, son una traición a los lazos de confianza establecidos y, por tanto, absolutamente reprochables.

Me estoy refiriendo a los voceros socialistas que últimamente salen a la palestra con cierta frecuencia, para censurar públicamente determinadas decisiones de su partido. En vez de encauzar las discrepancias dentro de los procedimientos establecidos por la organización a la que pertenecen, utilizan sus tribunas personales para convertir aquellas en manifiestas deslealtades, estrategia que normalmente persigue objetivos electoralistas personales, sin importarles el daño que hacen al conjunto de su partido. No doy nombres, porque de todos son conocidos.

Este fenómeno se da también en las numerosas tertulias radiofónicas y televisivas a las que tenemos acceso los ciudadanos de a pie. Militantes socialistas con un buen prestigio ganado a lo largo de los años, que de repente utilizan los micrófonos para lanzar desaforadas discrepancias, sabiendo como saben perfectamente que están convirtiéndolas en deslealtades. Creen que con esa actitud se ganan la consideración de independientes, pero en realidad lo que están haciendo es minar los cimientos del partido al que pertenecen.

No censuro las discrepancias, porque las considero legítimas, pero sí su espuria utilización. En el primer caso, el de políticos en activo, porque al perseguir objetivos locales, perjudican en su conjunto al partido al que pertenecen. En el segundo, porque si han elegido una actividad supuestamente independiente como es la de analista político, deberían abandonar el partido que los acoge. No se puede nadar y guardar la ropa.

El ahora muy nombrado por la oposición Alfonso Guerra, dijo en una ocasión que el que se moviera no salía en la foto, expresión que venía a decir que o estabas en el compromiso político con todas sus consecuencias o abandonabas el partido. Cuando ahora le oigo hablar en contra de Sánchez, me pregunto si se habrá dado de baja como militante. Es posible que se haya olvidado de su famosa frase y que no se dé cuenta de que está convirtiendo la legítima discrepancia en deslealtad imperdonable.

No, no es lo mismo discrepancia que deslealtad.

7 de junio de 2025

¡Ah... y qué has de hacer!

Le oí decir el otro día a Felipe González en una entrevista en televisión, que tiene la sensación de que los líderes de Podemos prefieren estar en la oposición en vez de asumir responsabilidades de gobierno. Es más, llegó a decir que algunos de ellos estarían dispuestos a dejar caer el gobierno del PSOE, porque nada les va en este asunto. Como saben que nunca llegarán a gobernar, les resulta más cómodo criticar las labores del ejecutivo que colaborar con el conjunto de la izquierda.

Sólo se trata de la opinión de un antiguo presidente del gobierno español, pero a pesar de la subjetividad propia de cualquier político a mí me ha hecho pensar. Los comportamientos parlamentarios de los actuales líderes de Podemos no son los que se esperarían de una minoría de izquierdas cuando está gobernando una coalición progresista. Parecen los de un grupo resentido por lo mal que les han ido las cosas y que, como consecuencia, practican aquello de si hay que hundirse nos hundimos juntos, porque en la oposición somos todos iguales. Deben de pensar que pueden conservar sus cuatro o cinco escasos escaños y continuar compitiendo para hacerse con el control de la izquierda, aunque los destinos del país hayan pasado mientras tanto a manos de la derecha y la ultraderecha.

Una vez que Podemos removió los cimientos de un PSOE que se había dormido en los laureles, después de anunciarnos que quería asaltar los cielos y tras un periodo de idilio con el partido socialista, parece como si sus dirigentes hubieran decidido volver a sus orígenes, a aquellos principios en los que lograron encandilar a un importante porcentaje de votantes progresistas. Pero el tiempo ha transcurrido y ha dejado claro que aquello no fue más que una ilusión que, además de desunir a la izquierda como nunca lo había estado antes, no ha hecho sino sembrar cizaña en el bloque progresista.

La maniobra de Yolanda Díaz que culminó con la creación de Sumar, aunque se basaba en un intento de unir a una izquierda que estaba muy dividida por la existencia de tanto personalismo, no ha supuesto ningún cambio sustancial. Se mantienen en la coalición que en este momento gobierna, pero tras cada paso que da el ejecutivo sacan a relucir inoportunas discrepancias, en un intento de demostrar que ellos no son lo mismo. Un auténtico esperpento, una falta absoluta de realismo político.

Si la izquierda no se une, si los líderes de estos pequeños partidos no dejan de jugar unas cartas que lo único que consiguen es quebrantar la unidad progresista, apaga y vámonos. Como sospecha Felipe González, pasarán a la oposición y se sentirán muy a gusto gesticulando desde sus escaños, mientras que estas derechas que ahora están en la oposición se frotarán las manos y manejarán a su antojo los destinos de nuestro país. Más torpeza política no cabe. 

En Castellote, el pueblo aragonés de mis raíces, cuando alguien percibe lo inevitable, utiliza una expresión que a mí me encanta por su sonora elocuencia: “¡Ah... y qué has de hacer!”.

3 de junio de 2025

Leire que Leire

El apagón, el robo de cables, los WhatsApp del presidente y ahora la señora Leire Díez. No paran. Lo peor de todo es que se van envalentonando al oír sus propios gritos enardecidos, endurecen el tono de los insultos, arremeten contra todos y contra todo y, por si fuera poco, se suben al carro de las acusaciones sin pruebas de ninguna clase, sólo para hacer todo el daño que puedan con la intención de derribar al gobierno. A la oposición no le importa ni la imagen de España ni la peligrosa polarización que están creando ni el riesgo de crear un ambiente enrarecido por el odio. Han perdido la vergüenza y el decoro y, como consecuencia, se han olvidado de sus propios asuntos sucios, de sus encarcelados, de sus procesados y de sus corruptos. Creen que les va bien con esta estrategia ultra y no están dispuestos a renunciar a ella, no vaya a ser que Vox los adelante.

No se acaba de entender por qué el gobierno no reacciona contra tanta iniquidad. Cuando hablo de reaccionar, no me refiero a más de lo mismo, sino a usar la información como arma defensiva. Las maniobras de distracción no suelen dar buenos resultados, porque siempre se interpretan como intentos de escurrir el bulto. La única manera de defenderse ante los ataques infundados es ir con la verdad por delante y no andarse con subterfugios. Si hubo un apagón causado por alguna imprevisión, dígase y corríjase. Si evitar los robos de cobre resulta una misión casi imposible, que lo sepa la población. Si los WhatsApp no eran más que la utilización de un lenguaje coloquial, reconózcase que fue una estupidez y que no había mayores intenciones. Si Leire Díez actuó por su cuenta y no bajo la dirección del partido, demuéstrese con pruebas o actúese en consecuencia.

Lo contrario, entrar al trapo de la provocación con el consabido y tú más, no sirve absolutamente de nada. Es más, anima a la oposición a seguir con el mismo tono para provocar y obligar al gobierno a sacar los pies del plato, que al fin y al cabo es lo que busca. Es verdad que hay muchas posibilidades de que la legislatura se agote, pero dos años más sometidos a este desgaste hace pensar que en las próximas elecciones la izquierda corre el riesgo de llevarse un disgusto.

El ruido mediático va a seguir aumentando en intensidad y la única manera de ponerle freno es utilizar la información con inteligencia. Hace unos días hemos sabido que el IPC ha descendido tres décimas con respecto al registrado en abril y que la bajada del Euribor puede suponer a los que tienen una hipoteca media (150.000 euros en 30 años) un ahorro de 1.800 euros al año. Dos datos fantásticos, a los que el gobierno debería estar sacando punta. Por si fuera poco, hoy se han publicado los datos del desempleo, que demuestran que el paro está por debajo de dos millones y medio y que el número de afiliados a la seguridad social se sitúa alrededor de los veintiún millones setecientos mil trabajadores, unas cifras impensables hace unos meses. Pero todos los portavoces del PSOE dedicados a desmentir acusaciones, en vez de a difundir los buenos datos económicos que se derivan de su gestión.

A la oposición no le pediría nada, porque con los extremistas no se puede contar; al gobierno y al PSOE les recomendaría que cambiaran de estrategia, porque la de esconder la cabeza debajo del ala no es ni mucho menos la mejor de las posibles; a sus aliados que se dejen de marear la perdiz si no quieren terminar siendo los más perjudicados.

30 de mayo de 2025

España se ha quedado sin derecha


Si yo tuviera veinte años menos y por tanto más energía, pensaría muy en serio reunirme con algunos de mis amigos de derechas y proponerles que crearan un nuevo partido conservador. Creo que en estos momentos se dan todas las condiciones para emprender una aventura de tan altos vuelos, porque el país se ha quedado sin una formación política que represente a los conservadores moderados. La deriva del PP hacia las posiciones de Vox los ha dejado huérfanos. Hoy en día es difícil distinguir los mensajes de Feijóo de los de Abascal, por mucho que el primero intente introducir diferencias, porque salvo algún matiz, más estético que político, los dos dicen lo mismo.

A pesar de que como progresista las tesis conservadoras no me han convencido nunca, siempre he creído que un país civilizado necesita disponer de un partido de derechas que sirva de contrapunto a las veleidades de algunas izquierdas propensas a la demagogia y al populismo. Pero lo que tenemos en este momento como oposición, esa especie de coalición “antisanchista”, más preocupada en remover el fango que en hacer política, no cumple con su responsabilidad constitucional y, en consecuencia, no sólo envalentona a los radicales del otro lado, sino que además pierde toda su fuerza por la boca.

Pero como no creo que nadie se atreva a refundar la derecha, no tendré más remedio que confiar en que en algún momento la dinámica política corrija esta debacle del PP de Feijóo, que parece no haber entendido cuál es su lugar en el juego democrático. Da la sensación de que no pretenden ganar elecciones, sino asaltar el poder, caiga quien caiga. Lo que está haciendo no es oposición, sino pelea barriobajera con muy mal estilo.

La convocatoria de un congreso del PP en el próximo mes de julio me hace pensar que ya existe en las filas populares alguna inquietud respecto a su futuro inmediato, pero tengo la sospecha de que no va a ser más que un montaje para seguir adelante con los mismos planteamientos, aunque para disimular se vean obligados a cambiar algunos nombres de la ejecutiva. Atentos a Esteban González Pons.

Ojalá se produzcan cambios, porque estoy convencido de que así no se puede continuar. España, vuelvo a decirlo, necesita una derecha civilizada, una formación conservadora que haga crítica política y que presente propuestas alternativas. El gobierno actual, al no recibir críticas sobre su gestión, sigue su línea programática sin demasiadas dificultades, sólo preocupado por desmentir acusaciones de carácter personal no probadas, lo que desde un punto de vista democrático no es bueno para el país. En el parlamento hay que debatir soluciones, en vez de utilizar los escaños para lanzar dardos envenenados de carácter personal y no político.

Mucho me temo que mi pretensión de recuperar una derecha civilizada y no una tendencia política heredera del franquismo sociológico no sea más que una quimera, una ensoñación utópica. Durante unos años funcionó la alternancia entre dos modelos diferentes, a los que por simplificar se denominaba centro derecha y centro izquierda. Había diferencias sustanciales entre sus propuestas, pero eran de carácter político, no se basaban en acusaciones judiciales. Para lo primero está el parlamento, para lo segundo los tribunales de justicia. Pero ahora todo se confunde, la derecha se ha echado al monte y la izquierda, cada vez más dividida, navega por mares procelosos, algo desorientada.

No, España no se merece esto.

25 de mayo de 2025

El cobarde silencio de los corderos

Lo que está sucediendo en Gaza clama al cielo. Ataques sistemáticos a la población civil de manera indiscriminada y cierre absoluto de las fronteras para evitar que llegue a las víctimas de la barbarie ayuda humanitaria. Pero lo peor de todo, el silencio cómplice de los países occidentales, incluida la Unión Europea, cuando no mensajes de apoyo a Israel, justificando el genocidio como derecho a la autodefensa tras el brutal ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023.

Pedro Sánchez, que en su momento reconoció el estado de Palestina, ha sido uno de los pocos líderes occidentales que se ha atrevido a alzar la voz contra esta barbarie, recibiendo en consecuencia criticas abiertas o medio veladas de algunos líderes de la oposición. Incluso alguno de ellos, como Núñez Feijóo, le acusa de desviar la atención a sus problemas mediante una maniobra de distracción. Isabel Díaz Ayuso ha ido a más, tachándolo de antisemita.

Es verdad que cuando escribo estas líneas parece que algo empieza a moverse en las conciencias europeas, pero con tanta timidez que todo me hace pensar que al final la reacción se quede sólo en palabras, porque sospecho que no hay voluntad de enfrentarse abiertamente a los desmanes cometidos por el gobierno de Netanyahu, ni siquiera en el plano diplomático.

La globalización ha originado que las relaciones comerciales del mundo occidental con Israel sean, no sólo cuantiosas en cantidad, sino también sensibles en calidad, sobre todo en el ámbito de la defensa. De ahí la resistencia que se observa en determinados ambientes a la ruptura de los contratos de importación en vigor, porque no cabe la menor duda de que puede afectar a la seguridad nacional. Si a eso le añadimos que los servicios secretos de Israel gozan de un enorme prestigio por su eficacia y su demostrada capacidad para intervenir en los asuntos internos de otros países, el temor a tomar medidas drásticas se entiende perfectamente.

Pero la situación ha llegado a unos extremos que no permite guardar más silencio. Todos los días pasan ante nuestros ojos escenas de la masacre que se está perpetrando en Gaza. A los muertos y a los heridos por los disparos, ahora empiezan a acumularse las víctimas de la hambruna, niños famélicos sin ni siquiera fuerzas para comer y una población desnutrida, sin techo donde guarecerse, sin medicinas y sin hospitales. Una tragedia humana de proporciones dantescas.

La inestabilidad y las guerras en el Próximo Oriente se vienen sucediendo desde la creación del Estado de Israel, pero las características del actual conflicto en nada se parecen a las de los anteriores, porque ahora no hay un frente y unos ejércitos que combatan entre ellos, sino una población civil de cerca de dos millones de personas, sometida a los ataques sistemáticos de los tanques y los cañones israelíes.

La barbarie es tal, que estoy completamente seguro de que habrá un antes y un después. La situación actual, caracterizada fundamentalmente por la presencia al frente de los destinos de Israel de un gobierno de ultraderecha y por un apoyo incondicional de la actual administración americana, cambiará algún día. Pero la  indignación que esta situación está produciendo en las conciencias palestinas y en las de la población de los países musulmanes simpatizante de su causa, hace temer que lo que está consiguiendo Netanyahu no es defender su país del terrorismo de Hamás, sino crear un clima irreversible, condenar a su país a una suerte de inseguridad que perdurará durante decenios.

Me reafirmo en la única hipótesis que yo considero posible, en la necesidad de crear dos estados que convivan en la mejor de las armonías posibles bajo los auspicios de la ONU.

22 de mayo de 2025

Parcos en palabras, pródigos en emoticonos

No sé si he escogido bien el título. En realidad, de lo que quiero hoy hablar es de cómo las nuevas modas están destrozando la escritura. Creo que la idea me ha venido como consecuencia de esa nueva costumbre de comunicar un comentario mediante un “Fulanito reaccionó con un…” y la correspondiente inserción de un emoticono en una conversación de WhatsApp. A mí me da la sensación de que quien elige el monigote juega a aquello de “pinto, pinto, gorgorito”, pasea el dedo índice sobre el cuadro que los contiene y pincha el primero que encuentra.

Confieso que esta costumbre me despista mucho, porque nunca sé si se trata de una crítica o de una alabanza. Por ejemplo, el otro día, después de escribir un artículo en este blog de estilo e intención irónicos y de haber comunicado en un WA a mis amigos que lo acababa de publicar, alguien “reaccionó” con uno de esos monigotes, con los ojos desorbitados y expresión de sorpresa. Todavía, después de haberle dado muchas vueltas a la intención de mi comunicante, no sé qué quería decir, que le sorprendía la ironía o la malévola intención que se ocultaba tras mis palabras o que no había entendido nada.

Seguramente esta persona estará convencida de que con una minúscula caricatura adosada a uno de mis mensajes ha sido capaz de trasmitirme toda una crítica literaria. Pero lo cierto es que me ha dejado en la mayor de las incertidumbres, de la que jamás saldré, porque es evidente que nunca me atreveré a preguntarle qué demonios quería decirme con el emoticón de marras.

Otras veces me llega un besito o un corazoncito e incluso alguna flor. Me quedo pasmado, porque descubrir la intención del remitente me resulta difícil, por no decir imposible. Pero cuando veo lágrimas, la cosa se pone peor, porque me queda la duda de si habré entristecido su ánimo o me estará trasmitiendo que lo que he escrito es digno de conmiseración por su falta de claridad.

Me pregunto por qué algunos abandonan las palabras de nuestro rico idioma y se refugian en los emoticonos. Puede que sea por brevedad, por no perder ni un segundo en teclear. Aunque sospecho que muchos lo hagan por mimetismo, por una especie de intento de parecer jóvenes, ya que se lo han visto hacer a sus hijos o a sus nietos. Deben de pensar que si se suben al carro de la modernidad nadie dudará de que están en la cresta de la ola de los nuevos tiempos.

De eso de ahorrar palabras sustituyéndolas por abreviaturas o por signos aritméticos, prefiero no hablar, porque estoy seguro de que mi opinión heriría más de una sensibilidad. No acabo de entender que en vez de porque se ponga pq o, lo que todavía es peor, xq. Sí, ya sé que es más corto, ¿pero qué necesidad hay de recurrir a la taquigrafía?

Llegado a este punto, y soltados mis demonios, que cada uno escriba como le dé la gana. A mí cualquier comentario que me llegue siempre me gustará, incluso cuando consista en Fulanito reaccionó con un monigote. Aunque no entienda la intención, preferiré pensar que se trata de un halago y no de una crítica.

19 de mayo de 2025

Apaga y vámonos

 

A mí el apagón me sorprendió en una terraza a la hora del aperitivo, cuando me disponía a tomar una cervecita, esperando a mí mujer que había ido a hacer unas compras. Al intentar llamar con el móvil, me di cuenta de que algo extraño sucedía. Cómo siempre que me falla un dispositivo, empecé a sentir el vértigo que produce en mi ánimo encontrarme de repente con la sensación de no saber qué hacer para resolver el problema. Pero de repente oí en la mesa de al lado unas voces que decían que se había producido un apagón general en España y en parte del extranjero, lo que me tranquilizó. No era mi teléfono, era una caída de la red de alta tensión por causas desconocidas. No era yo, era el país entero. Menos mal.

Pero la conversación de los de aquella mesa, un grupo de tres hombres con apariencia por su edad de jubilados, no sólo me puso al corriente de las causas de que mi móvil no funcionara, sino que además señalaron al responsable, por supuesto a Pedro Sánchez. Frases como es un inepto y estoy seguro de que cuando deje el poder irá directamente a la cárcel, sólo fueron el inicio de una larga retahíla de acusaciones, entre las que destacaría la que hacía referencia a los millones de euros que el presidente del gobierno está invirtiendo en la República Dominicana. El camarero que los atendía, al parecer dominicano, dio fe de la grave acusación, asegurando que se había comprado en su país una provincia entera. Uno de los jubilados dijo entonces con manifiesta clarividencia, éste que es de allí lo tiene que saber muy bien.

Como nosotros teníamos en casa el kit de supervivencia, quiero decir una vieja radio de pilas, velas suficientes y la nevera bien surtida, pasamos las nueve horas que duró el apagón sin grandes angustias, más o menos informados de lo que estaba sucediendo y por tanto muy tranquilos. Nos enteramos sorprendido de que algunas comunidades habían solicitado que el gobierno asumiera la responsabilidad de hacer frente a las amenazas, emulando ese juego tan divertido que se llama “tú la llevas” y siguiendo la conocida estrategia de los éxitos son míos y las dificultades te las traspaso. Aunque es posible que también estuviera presente en sus conciencias el complejo Mazón o síndrome de la DANA. Concretamente, doña Isabel Díaz Ayuso pidió que se desplegara el ejército por las calles de Madrid para evitar saqueos, algo que casaba muy mal con la experiencia que habíamos vivido el par de horas que nosotros estuvimos dando una vuelta antes de volver a casa. Tranquilidad absoluta, tráfico lento, pero sin grandes complicaciones y, sobre todo, colaboración ciudadana. Está claro que a la presidenta de Madrid le encanta la presencia de militares, ya sea en los desfiles o patrullando por las calles.

Pero aquello no había hecho más que empezar. Esta oposición responsable y colaboradora que disfrutamos en España desde hace un tiempo no iba a perder la ocasión -hasta ahí podíamos llegar- de atacar al gobierno. Acusaciones de falta de información, insinuaciones de que el gobierno sabía lo que había sucedido pero no le interesaba decirlo, ataque a las renovables, defensa de las nucleares y toda una panoplia de improvisaciones sin fundamento, muy al estilo de su discurso en los últimos años.

El señor Abascal fue todavía más allá, resumiendo con brillantez retórica su opinión de que el apagón sólo tenía un culpable, Pedro Sánchez. Para qué gastar más saliva, cuando con un solo nombre se resume toda una casuística técnica. Leña al mono, don Santiago, y al que le pique que se rasque.

Del robo de cables de cobre hablaré otro día, aunque cuando lo redacte seguramente diré lo mismo que he dicho en éste, porque las monsergas se repiten una y otra vez, en una secuencia ininterrumpida de actitudes infantiles. ¿Por qué no harán oposición útil? ¿No será que no saben?

15 de mayo de 2025

Váyase, señor Sánchez

Hay políticos a los que les cuesta mucho permanecer callados tras su paso por el poder, pero si tuviera que destacar a uno sería a José María Aznar, un personaje que desde dejó La Moncloa no ha dejado de seguir soltando improperios por esa boquita que Dios le ha dado. Da la sensación de que aquella machacona solicitud de “márchese, señor González” le dejó tan buen sabor de boca, que muchos años después, cuando ya no es más que un espectro político, en cuanto le dan cancha continúa con letanías similares.

Hace unas semanas, en el congreso del PP europeo en Valencia, se le llenó la boca de insultos, descalificaciones y símiles catastrofistas contra el presidente del gobierno, a cuyo gabinete calificó de moribundo, todo ello frente a mandatarios foráneos. El patriotismo, José María Aznar, se lo pasa por el forro. Si no fuera porque su imagen resulta extravagante, una mezcla de rostro inexpresivo y de discurso hueco, con sus mensajes podría estar haciendo mucho daño a la imagen del país, porque al objeto de sus desvelos no creo que tanta iniquidad le cause mella.

Habría que recordarle al presidente de FAES determinados episodios sucedidos bajo su mandato, aunque estoy convencido de que no serviría de nada, porque debe de considerar que su figura está por encima del bien y del mal.

¿Se le han olvidado los 64 militares fallecidos en el accidente del Yak 42? Quizá, pero fue una auténtica catástrofe causada por la incompetencia de su ministro de defensa al fletar un avión manejado por una sociedad pirata, sin ninguna garantía de seguridad. ¿Se acuerda de lo que sucedió después con la repatriación de los cadáveres? Las precipitaciones por tapar todo aquel espectáculo que dejaba muy mal a su gobierno, originaron que los cuerpos ni siquiera llegaran a España debidamente identificados, con la consiguiente indignación de sus familiares cuando, al abrir los féretros, lo comprobaron.

De lo de las bombas en los trenes de cercanías para qué vamos a hablar. Después de que empezaran a acumularse pruebas de que se trataba de terroristas yihadistas, el señor Aznar y sus portavoces mantuvieron durante un tiempo la versión de que había sido ETA, porque reconocer que su irresponsable entrada en la guerra de Irak podía estar detrás de aquella barbarie no favorecía los interese electorales de su partido.

Por cierto, de la guerra de Irak y de sus consecuencias prefiero no hablar, porque es uno de los mayores disparates políticos que yo he visto cometer a un presidente del gobierno español desde que volvió a España la democracia. Mentira tras mentira para justificar aquella innecesaria invasión, que sólo beneficiaba los intereses de Bush y que causó la muerte de miles de seres humanos..

¿Cómo se atreve el señor Aznar con estos brillantes antecedentes a alzar la voz contra el legítimo gobierno de España en un congreso internacional?

¡Cállese usted, señor Aznar!

11 de mayo de 2025

Los chulapos de pelotón de doña Isabel

Dada la deriva de rebeldía nacionalista y separatista que está tomando el rumbo de las decisiones de Isabel Díaz Ayuso al frente de la Comunidad de Madrid, el otro día me dio por pensar que quizá en cualquier momento nos anuncie que ha decidido crear un cuerpo de policía autonómica. El problema puede que venga a la hora de elegir el nombre. Por supuesto tendría que ser en castellano, cuya pureza defendía la flamante oficina que creó doña Isabel para colocar al ilustre Toni Cantó a su frente. Además, debería ser de rango superior al de los mossos d´escuadra, porque no me imagino que la señora Díaz Ayuso esté dispuesta a quedar por debajo de otras autonomías. Como pelotón es más que escuadra y la palabra chulapo goza de gran prestigio en la capital de España, llego a la conclusión de que un nombre muy adecuado sería el de “chulapos de pelotón”.

La elección del uniforme podría ser causa de conflictos. Los mossos lo solucionaron muy bien, con esa boina que recuerda una barretina, perfecta conjunción entre marcialidad y tradición. Los “chulapos de pelotón” deberían por tanto vestir algo que recordara la tradicional gorra chulapa a cuadros, sin olvidar los típicos claveles verbeneros.

Respectos a los rangos en el escalafón, la cosa se complica algo. Sólo a modo de sugerencia, se me ocurre que la palabra isidro no puede faltar.  Los comisarios podrían ser isidros superiores, los mandos intermedios isidros mayores y los policías de a pie isidrillos, que ascenderían con el tiempo a isidrillos de primera.

Los distintivos de rango no ofrecen tanta dificultad, porque como los galones están ya muy vistos, podrían componerse a base de combinaciones de osos y madroños. Por ejemplo, un isidro superior tres osos en la gorra o en la bocamanga, los mandos intermedios uno o dos y los últimos en el escalafón, los isidrillos y los isidrillos de primera, un madroño y dos respectivamente.

Resuelta las siempre complicadas uniformidad y orgánica de un cuerpo de policía autonómica, nos encontraríamos con la elección del nombre de las dependencias policiales, porque a doña Isabel no le gustaría que se denominaran comisarías, ya que al fin y al cabo es el que usa la policía nacional y ya sabemos que ésta está a las órdenes del gobierno central. Por tanto, podrían denominarse "chulaperías" y habría tantas como distritos en la capital y pueblos en la comunidad. Decididamente, "chulapería de distrito" suena bien. Aunque en los pueblos también podría servir "cuartelillo de chulapos de pelotón".

En cuanto al himno –todo cuerpo uniformado tiene uno- podría ser la música de la Verbena de la Paloma. A mí personalmente me encanta lo del mantón de la China-na China. Aunque, como su ritmo no es muy adecuado para los desfiles y los “chulapos de pelotón” tendrían que desfilar el 2 de mayo frente a la presidenta, junto a los bomberos y otros cuerpos de élite, se me ocurre que quizá aquello de banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda, que cantaba Celia Gámez por los escenarios madrileños, podría ser muy adecuado.

Tengo que darle alguna vuelta más a estas ideas. Quedan algunos flecos por definir y no me gustaría que la propuesta le llegara a doña Isabel antes de que esté perfectamente perfilada. Miguel Ángel Rodríguez la pararía, ya que sabe muy bien que su jefa es muy perfeccionista para sus cosas.

7 de mayo de 2025

Sede Vacante

Empezaré confesando que, a pesar de que no soy creyente, siempre he sentido un gran interés por el mundo que se oculta tras los muros de la Ciudad del Vaticano, lleno de intrigas palaciegas, de disimuladas ambiciones y de soterradas luchas por el poder, todo bajo el paraguas de una exquisita diplomacia y de una férrea capa de cautela, características que, a pesar de la turbulenta historia de la Iglesia, ha permitido su supervivencia a lo largo de los siglos. Algunos achacan esta continuidad a la divina protección del Espíritu Santo, pero en mi opinión las explicaciones están mucho más cerca de la condición humana.

Hoy voy a centrarme en uno de sus personajes, en la figura del papa Francisco, tan elogiada en los últimos días, como si su presencia en el Vaticano hubiera provocado un auténtico cambio de rumbo en la marcha de la Iglesia. Yo, debo decirlo, le he tenido siempre una cierta simpatía como persona, porque quizá haya visto en él gestos más humanos o más cercanos a sus contemporáneos que los que veía en los papas anteriores. Pero tengo el convencimiento de que las estructuras de la Santa Sede no se han movido de su milenaria posición ni un ápice, no como consecuencia de que fuerzas ocultas se hayan opuesto a las recomendaciones del papa, sino porque Jorge Bergoglio no ha hecho nada que incomodara el estatus vaticano. Sólo algunas palabras, muchas de ellas por cierto sacadas de contexto.

Como este es un tema que daría mucho de sí, hoy voy a limitarme a analizar tres aspectos concretos de su pontificado: la posición de Francisco frente a la pobreza, su consideración sobre la presencia de la mujer en la Iglesia y su actitud respecto a los homosexuales.  Como muestra un botón, dice el proverbio, pero yo traigo hoy tres. Vayamos por partes.

Respecto a la pobreza, se estima que el patrimonio del Vaticano oscila entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, una cifra que llama la atención por su volumen. Sin embargo, yo no he visto a lo largo del último pontificado nada que se corresponda con aquella frase del papa, cuando dijo que quería una Iglesia pobre para los pobres. Es más, en los numerosos conflictos que asolan nuestro planeta, que destruyen vidas humanas y aumentan la pobreza donde ya la había, no he observado ninguna ayuda procedente de la Santa Sede para paliar la situación y, sobre todo, para dar ejemplo. Por si fuera poco, el boato que hemos podido contemplar en los funerales de Francisco se compadece muy mal con el concepto de pobreza. Una ostentación muy alejada de los mensajes evangélicos, a pesar de la simbólica sencillez del ataúd.

En cuanto a la presencia de la mujer en la jerarquía eclesiástica, el papa Francisco no ha hecho nada de nada, más allá de decir, como le oí en una entrevista televisiva, que la iglesia era femenina. Pero las mujeres siguen relegadas a papeles secundarios, en mitad de una organización machista donde las haya. La posibilidad de que ellas accedan al sacerdocio ni se contempla.

Por último, la famosa frase de quién soy yo para juzgar a los homosexuales, que, según el testimonio de algunos periodistas que la oyeron en directo saltó a la prensa completamente truncada, no casa con la recomendación a los padres de que llevaran a sus hijos a un psicólogo cuando observaran en ellos algún signo de "confusión" sexual. Blanco y en botella, porque los psicólogos tratan desórdenes mentales. Cuando escribo esto, me viene a la memoria aquella curiosa recomendación del papa Francisco, cuando dijo aquello de que no accedieran al sacerdocio homosexuales, porque ya había bastante mariconeo en los seminarios. 

Mantengo lo que dije al principio. El papa Francisco fue un personaje que me resultaba simpático por su cercanía y su campechanía, pero sin embargo opino que su paso al frente de los destinos de la Iglesia no ha supuesto ningún cambio en el lento caminar del espíritu vaticano, ni mucho menos una revolución como alguno de sus hagiógrafos trata de defender. Por eso, creo que se le está dando demasiada importancia a cómo será su sucesor. Sea quien sea, supongo que introducirá pocos cambios y ninguno sustancial.



3 de mayo de 2025

Los militares no son un adorno

La polémica surgida en torno a la ausencia de las Fuerzas Armadas en los actos de conmemoración de la fiesta del 2 de mayo en Madrid, me da pie para reflexionar sobre una idea que tengo desde hace muchos años y que hasta ahora nunca me había decidido a manifestar por escrito. Siempre he pensado que los militares no deberían participar como institución en ningún acto publico que no sea estrictamente castrense y de carácter nacional, es decir, ni en los civiles que no reúnan estas condiciones ni en los religiosos.

Las imágenes tan repetidas todos los años del Cristo de la Buena Muerte en brazos de los legionarios, nunca me han gustado, porque comprometen la neutralidad del ejército. Esa mezcla de bravura militar y de religiosidad me parece una manipulación del espíritu castrense a favor de una parte de la sociedad, la de los creyentes o la de los que defienden la tradición de las procesiones.

Cuando veía a la señora Díaz Ayuso años anteriores pasar revista a las tropas y después contemplar su desfile desde un podio frente a las dependencias de la Comunidad de Madrid, se me antojaba una burda imitación de la imagen de un jefe de estado el día de la fiesta nacional de su país. Posiblemente era lo que ella buscaba y no entiendo que hasta ahora el gobierno se lo haya consentido.

El ejército ni es un adorno ni está al servicio de ningún político. Los militares no son mayorettes. Por tanto, utilizar su presencia con soterradas intenciones partidistas es un fraude que hay que evitar, por la propia dignidad de la institución militar y por la salvaguardia de la imagen de su neutralidad. No es propiedad del gobierno, como dice la ilustre presidenta de Madrid, pero sí está a sus órdenes, como indica la Constitución. Su presencia no debe responder al capricho de un político ni al del presidente de una cofradía de penitentes.

Hay polémicas que vienen muy bien porque actúan como revulsivos de situaciones de hecho que no se sustentan en ninguna legalidad. Por tanto, bienvenida la provocada por la supresión de la parada y consiguiente desfile militar frente a doña Isabel Díaz Ayuso, porque, si sirve de ejemplo, no volveremos a ver situaciones como éstas nunca más.


30 de abril de 2025

Salir del armario


No, hoy no voy a hablar de homosexualidad como pudiera deducirse del título que he escogido. Lo que sucede es que este símil tan elocuente me sirve para referirme a los que, con una clara mentalidad conservadora, dicen ser de centro o incluso de izquierdas. Yo a lo largo de mi vida he conocido a bastantes de ellos, individuos que por las razones que sean no se atreven a salir del armario del conservadurismo, no se deciden a confesar que son de derechas.

Lo que sucede es que, como dice el proverbio, se les nota el pelo de la dehesa. Puede ser, no lo descarto, que actúen de buena voluntad, que mantengan una cierta inquietud de carácter social y, como consecuencia, no se crean conservadores. Pero cuando se rasca un poco en sus ideas, empiezan a surgir en los planteamientos que utilizan unos prejuicios que ponen de manifiesto que, tras una pose de progresismo,  se oculta un alma de derechas.

Uno de esos prejuicios suele salir a relucir cuando se toca el debatido asunto de los nacionalismos catalán o vasco. Se ponen en actitud defensiva y aluden inmediatamente a los peligros de que España se rompa, sin atender a matices y sin querer entrar en el análisis de por qué existen, ya que, al considerarlos anatemas, los condenan sin entrar en mayores discusiones. Piensan que a los que defienden la identidad de su patria chica hay que negarles el pan y la sal.

Lo malo de estas actitudes es que resulta imposible el debate. Cuando se está convencido de que un nacionalista tiene el rabo y los cuernos de Lucifer, no vale argüir que la mejor estrategia es la del diálogo, la de la negociación, la de acercar posiciones. No sólo hacen oídos sordos a estos planteamientos civilizados, sino que además terminan llamando separatistas a los promotores del entendimiento o al menos pensando que lo son.

Lo que no dan son soluciones, salvo el consabido consejo de leña al mono. Prefieren mirar para otro lado y, como no son capaces de definir exactamente el peligro inminente que según ellos nos acecha, se remiten al futuro, ignorando que los movimientos centrífugos de algunas minorías catalanas y vascas tienen siglos de existencia... y aquí estamos. Pero su prospección futurista, su visión de las catástrofes que están por llegar, les sirve de argumento.

No es este el único aspecto conservador que surge al rascar en las ideas de los que no se atreven a salir del armario reaccionario. Hay otros muchos, como las actitudes machistas, la fobia a la inmigración, la xenofobia, el odio a los homosexuales, etc. Incluso se les ve el plumero conservador en sus opiniones de política internacional, donde sus simpatías suelen inclinarse a favor de gobiernos de dudosa legitimidad democrática. Pero todas estas últimas características quizá merezcan otro artículo, porque aquí no caben.

La pregunta que me hago es: ¿por qué no salen de una vez del armario? Cuando lo hagan, si lo hacen, se sentirán más a gusto.


27 de abril de 2025

¿Mentirosos o realistas?

A mí nunca me han extrañado las aparentes contradicciones en las que caen con frecuencia los políticos cuando, tras haber asegurado que harían algo en concreto, terminan haciendo lo contrario. Nunca he considerado que mintieran en su momento, sino que las circunstancias sobrevenidas durante el ejercicio de sus funciones los han obligado a cambiar de opinión. 

Por eso entendí muy bien que en su momento Felipe González facilitara que España entrara en la OTAN, a pesar de su rechazo anterior. Tampoco me sorprendió lo más mínimo que José María Aznar pactara con Jordi Pujol una serie de concesiones (supresión de los gobernadores civiles, competencia de los mossos d´esquadra en tráfico etc.), después de haber animado a los suyos a corear aquello de “escucha enano, habla castellano”. Ni que Pedro Sánchez, tras asegurar que no pactaría con Podemos, se aliara con ellos para formar gobierno. Para mí no son mentiras, sino ejercicios de realpolitik.

Cuando se está en contra de un político determinado, es fácil utilizar esta adaptación a las circunstancias para descalificarlo, acusándolo de falso, sobre todo si no se encuentran otros argumentos. A Felipe González lo juzgo por su ingente labor para modernizar un país recién salido de la dictadura de Franco y no porque, obligado por el juego de equilibrios geoestratégicos, nos metiera en la OTAN. A José María Aznar por su irresponsable alianza con Busch, que comprometió a España en un conflicto bélico, guerra que no sólo no era de nuestra incumbencia, sino que además ha dejado un reguero de muertes y una situación muy peligrosa de inestabilidad en la región. Su alianza con Convergencia y Unión, desde mi punto de vista, forma parte de la necesaria adaptación a las circunstancias políticas y no influye en mi juicio sobre su gestión política. En cuanto a Pedro Sánchez y su alianza con Podemos tras las últimas elecciones, no es más que un reconocimiento de la composición del parlamento. O gobernaba con los de Pablo Iglesias o daba paso a la derecha y a la ultraderecha. Para los progresistas no había duda, pero los conservadores nunca lo aceptarán.

No son mentiras, es pragmatismo. Me atrevería incluso a decir que se trata de una virtud y no de un defecto, porque lo indeseable en un político es que no tenga cintura, que no sepa sortear los inconvenientes y las dificultades, que se petrifique ante las contingencias que no favorezcan su permanencia al frente del gobierno. Porque, lo he escrito aquí en varias ocasiones, en política no hay nada más inútil que no poder llevar adelante tu programa político y, si no se está al frente del gobierno, no se gobierna. Elemental.

Adaptarse a las circunstancias del momento forma parte del ejercicio de la política, como también negociar para conseguir alianzas. Algunos, quizá decepcionados por el éxito negociador y por la capacidad de conseguir apoyos de Pedro Sánchez, se remiten a lo que dijo entonces y a lo que dice ahora. Una acusación que en política no tiene ningún sentido.

Por cierto, de las negociaciones, de los pactos y de las concesiones diré algo en breve. Hoy aquí no me cabe.

23 de abril de 2025

El color del cristal con que se mira

Nadie, por muy equilibrada, ordenada y racional que tenga la mente, está libre de que en sus juicios influya la subjetividad. Es cierto que esta influencia se da en distintos grados de intensidad dependiendo de las personas, en algunos casos rayando con el prejuicio; pero, insisto, la visión subjetiva del mundo forma parte del ADN humano. Yo tenía un amigo muy erudito que confesaba no tener principios, ya que para él eran formas de subjetividad latente y, además, prejuicios camuflados bajo la palabra moral. Puede ser que exagerara, pero a mí aquella opinión me ha obligado a reflexionar bastante sobre los principios y sus consecuencias.

La subjetividad en algunas ocasiones procede de confundir la excepción con la norma, la anécdota con la categoría, la parte con el todo. Cuando el otro día una señora a la que conozco muy poco, y con la que coincido de vez en vez como vecina de mesa en una terraza a la hora del aperitivo -¡cómo me inspiran estos encuentros fortuitos!- me espetó, no sé a cuento de qué, “es que a los catalanes con sus manías separatistas no hay quién los aguante”. Naturalmente no respondí a la torpe generalización, consciente de que se trataba de un caso perdido. Allá ella con sus prejuicios, pensé.

Cuento esto porque el caso de mi accidental vecina de mesa es mucho más general de lo que pudiera uno imaginarse. Una parte de la población española no catalana nunca ha entendido ni nunca entenderá que el catalanismo -apego a lo catalán- nada tiene que ver con el separatismo. Los separatistas existen, por supuesto, pero no toda la población ni mucho menos lo es.

Me he preguntado muchas veces cuál puede ser el origen de esta visión tan subjetiva de la realidad catalana, que afecta a una región de más de ocho millones de ciudadanos, pero nunca he encontrado una respuesta. que me convenza. Quizá proceda de la ignorancia, de la falta de conocimiento de la personalidad de aquella región, porque observo que muchos de los que ejercen este prejuicio nunca han pisado aquellas tierras o, de haberlo hecho, sólo como simples visitantes ocasionales.

Hay quienes no aceptan que tengan otro idioma, porque ven en ello un intento forzado de hacerse notar, de demostrar que son diferentes. Otros, cuando les hablas de Historia te contestan que no hay que remontarse a la época de los visigodos, con lo que demuestran no ser duchos en la materia. También existen los que no acaban de aceptar que una parte muy importante de nuestro progreso se haya introducido en el resto de España a través de Cataluña y, como consecuencia, sienten un cierto rencor de carácter envidioso. Por último, las balandronadas del señor Puigdemont y compañía han exacerbado en los últimos años el anticatalanismo de muchos de los anteriores. Por cierto, algunos rechazan lo catalán porque su padre se lo inculcó.

En mi opinión se trata de uno de los mayores problemas que tiene España, la incomprensión de unos sobre otros, la de los separatistas con respecto a la realidad española en su conjunto, la de los separadores con respecto a la catalana en particular. Creo que fue Unamuno quien dijo en una ocasión algo así como que tanto daño hacían a la unidad de España los que querían separarse como los que, con su rechazo, los impulsaban a ello. 

19 de abril de 2025

El bolo colgante y las hormigas voraces

De todos los eufemismos que he oído en las últimas semanas para explicar la coyuntura en la que se encuentra Europa frente a las maquinaciones de Donald Trump, el que más me ha llamado la atención es el de "estamos obligados a defender nuestro estilo de vida”. Se trata de una manera elegante de expresar que, si el actual presidente de EE. UU., no sólo nos deja con el culo al aire en materia de defensa, sino que además arbitra políticas aduaneras que perjudican nuestras economías, es necesario aumentar la conexión entre los países integrantes de la UE, racionalizar el desarrollo tecnológico del conjunto de países que la integran y reorganizar un sistema integral de defensa que nos permita evitar que se nos ningunee.

Los eufemismos se utilizan para edulcorar las expresiones, para decir lo mismo pero con palabras suaves. Hablar ahora a los europeos de rearme no es conveniente, porque la palabra suena a conflicto bélico y además supone un gasto de cierta envergadura. Por eso los políticos europeos prefieren mencionar la defensa de nuestros valores -democracia, estado de derecho, progreso social, etc.- en vez de hablar de misiles y de tanques. Prefieren aludir a la disuasión en vez de a la guerra. Desde mi punto de vista, no les falta razón.

Pero de lo que en realidad estamos hablando es de fortalecer nuestras fronteras geográficas para preservar nuestro estado del bienestar. Los equilibrios han cambiado y, si no se toman medidas urgentes, corremos el riesgo de perder muchos de los logros alcanzados en los últimos decenios. El presidente Trump acusa a los fundadores de la UE de haberla creado para perjudicar a su país, la Federación Rusa pretende acotar nuestro crecimiento en todos los sentidos de la palabra y las ultraderechas europeas se alían con las dos potencias para actuar como un caballo de Troya.

Eufemismos aparte, es cierto que Europa puede perder su estilo de vida. Las amenazas que ahora se ciernen sobre nuestro continente siempre han existido y nunca hasta ahora los líderes europeos se han puesto en la labor de enfrentarse a ellas. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Estamos a tiempo de dar un gran paso en la creación de una auténtica supranacionalidad que nos haga más fuertes. No será fácil, habrá que hacer sacrificios, pero es posible. Una UE cohesionada es mucho más fuerte que la suma de sus fortalezas. Por eso, quizá no sean necesarias cuantiosas inversiones que pongan en riesgo las prestaciones sociales, porque el esfuerzo de cada país en general es ya grande y lo que se requiere ahora es racionalizar el conjunto, centralizando adquisiciones, unificando el mando y poniendo en marcha políticas mancomunadas de desarrollo tecnológico.

Se me ocurre pensar que quizá no sería necesario utilizar tantos eufemismos si se hiciera más pedagogía. Porque muchas de las críticas que se oyen, sobre todo en la izquierda radical, demuestran una falta de información muy grande. Si de verdad queremos defender el progreso social y continuar avanzando en su desarrollo, no hay más remedio que defenderlo. Como decía un amigo mío, muy castizo él en sus expresiones coloquiales, no nos andemos con el bolo colgando, porque corremos el riesgo de que se lo coman las hormigas.

15 de abril de 2025

No es discrepancia legítima, es odio


Aunque ya estoy vacunado contra los exabruptos que los políticos de la derecha y sus adláteres lanzan todos los días contra el presidente del gobierno, sigo sin entender muy bien las razones que les provoca tanta vehemencia. Si se tratara de un político revolucionario que estuviese trastocando las estructuras fundamentales de nuestro país, podría llegar a pensar que los afectados por la "revolución social-comunista” se sintieran incómodos y protestaran. Pero hasta ahora, salvo continuos, decididos y democráticos avances hacia el logro de un país más justo y más igualitario, todo ello acompañado de una evidente mejora de la situación económica, no he visto ningún signo que pudiera hacerme pensar que una parte de la sociedad sienta que peligra su estatus social.

De manera que todo hace pensar que existen otras causas que justifican este odio tan primitivo hacia Pedro Sánchez. Puede ser que una de ellas, quizá la más evidente, sea el origen de sus mandatos. La moción de censura que derrotó al PP de Rajoy debió de causar estragos en las conciencias de muchos ciudadanos conservadores, que hasta ese momento habían querido ver orden y concierto en las políticas de los populares. Los escándalos que se sucedían un día sí y otro también en las finanzas del partido, las maniobras ocultistas que se fraguaban en los despachos de Génova para desacreditar a ciertos políticos y las condenas al PP en los tribunales de justicia habían envalentonado a la oposición liderada por el PSOE, que consiguió aglutinar a su alrededor una mayoría suficiente para proceder a un cambio de gobierno. 

Por si fuera poco tanto descalabro, en las últimas elecciones y contra todo pronóstico, Pedro Sánchez volvió a conseguir el apoyo de la llamada mayoría de la investidura, a pesar de que el PP había sido el partido más votado. Pero éste como no contaba con más apoyo que el que le brindaba la ultraderecha del señor Abascal, una vez más un enorme fiasco para los políticos conservadores.

Por tanto, al final pudiera ser que esta actitud tan de patio de colegio, tan infantil, donde el insulto y la descalificación no dejan hueco para la controversia política, proceda de la frustración que provocó y sigue provocando no ser capaces de ganar la mayoría en el Congreso para gobernar. La avalancha de improperios es tal, que da la sensación de que en algún lugar de los cuarteles generales conservadores se haya creado un think tank, un grupo de expertos en elaborar diatribas insultantes, a caballo entre la infamia barriobajera y el chiste malo. 

Hoy, sin ir más lejos, en una de esas listas de WhatsApp en las que uno a veces se enrola sin medir bien las consecuencias, me ha llegado una foto de Pedro Sánchez besando la mano a Mohamed VI, en una actitud casi de idilio romántico, con el lema de "una imagen vale más que mil palabras". Porque resulta que muchos de estos insultos se basan en la xenofobia, en la homofobia, en el racismo o en el machismo, que al fin y al cabo son algunos de los motores que alimentan el odio visceral de muchos de los que todavía no han podido asimilar la derrota.

No. No es discrepancia política, es odio.

12 de abril de 2025

Matón de patio de colegio


Una vez más elijo un título prestado, esta vez después de haber oído unas declaraciones de Felipe González sobre Donald Trump, en las que, entre otros apelativos de índole parecida, lo tachaba de matón de patio de colegio. Supongo que estas opiniones del histórico dirigente socialista estarán dando vueltas por los mentideros de las redes, porque no tienen desperdicio.

Leo, en fuentes generalmente bien informadas, que la palabra revolución significa “cambio profundo y radical, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad”. Pues bien, qué duda cabe que el presidente de EE. UU. ha provocado una auténtica revolución de proporciones colosales y de final imprevisible, con todos los ingredientes que figuran en la definición anterior.

Lo malo de las revoluciones es que con harta frecuencia se les van de la mano a los revolucionarios, sin que por supuesto esa fuera su pretensión. Sus características -profundidad, radicalidad y violencia- provocan la inevitable reacción de los afectados, en este caso los gobiernos del mundo entero, lo que todavía agrava más la situación. Sorprende, además, que en este caso sean los presuntos beneficiarios de la revolución, la plutocracia americana, los que parece que más van a sufrir las consecuencias de esta locura revolucionaria.

Lo que no se acaba de entender es que los que rodean a Trump no sean capaces de hacerle ver que las cosas no están saliendo como él quisiera. Eso me preocupa, porque me hace pensar que pudiera haber gato encerrado, en este caso que los intereses especulativos de la minoría más cercana al presidente, no sólo animen a éste a poner el mundo patas arriba, sino que además les importe muy poco el bienestar de su propio país. Si así fuera, estaríamos ante una colosal estafa promovida nada más y nada menos que por la administración de la primera potencia del mundo.

Yo estoy de acuerdo en que Europa está obligada a comportarse con prudencia y no precipitarse a la hora de contrarrestar los efectos de esta salvaje revolución. Pero al mismo tiempo estoy convencido de que está obligada a mostrar el músculo económico que tiene y avanzar a pasos agigantados en la construcción de una auténtica supranacionalidad capaz de plantar cara a los matones de patio de colegio de turno.

Confío, ya lo he dicho aquí en más de una ocasión, en que las políticas de check and balance -control y equilibrio- que recoge la constitución de los Estados Unidos vayan poco a poco reequilibrando la situación. Vamos a ver que decide el presidente de la reserva federal con los tipos de interés, porque Trump le está pidiendo que los baje y hasta ahora no ha conseguido su pretensión. Además, dentro de dos años se renovará una parte de las dos cámaras legislativas norteamericanas y pudiera suceder que los “trumpistas” perdieran la mayoría que ahora tienen. Por último, veamos como evoluciona el índice de popularidad del presidente Trump, porque a corto plazo puede caer como consecuencia del batacazo económico que se va pegar la clase media de aquel país.

No quiero dejarme llevar por el optimismo que siempre me ha caracterizado, pero creo que esta revolución está condenada al fracaso. Si Europa hace bien los deberes, quizá incluso salga beneficiada. 

8 de abril de 2025

Asaltar los cielos

 

Creo recordar que fue Pablo Iglesias quien dijo al principio de su andadura política que se proponía asaltar los cielos. De ahí el título que encabeza este artículo, porque ahora parece ser que Irene Montero pretende intentarlo de nuevo. Acabo de oír a Ione Belarra anunciar la candidatura de su compañera de filas como cabeza de lista de Podemos en las próximas elecciones.

Como demócrata, sólo puedo decirle que bienvenida sea a la confrontación política. Ahora bien, como progresista no tengo más remedio que advertirle de lo que en su momento dije, que cuando la pólvora ya está inventada para qué marear la perdiz. La izquierda necesita unión y no divisiones artificiosas. No hace falta ser muy sagaz para reconocer que estas pretensiones personalistas lo único que consiguen es hacer daño a lo que dicen defender, que en este caso no es otra cosa que el progreso social de nuestro país. Las derechas deben de estar frotándose las manos.

Puede ser que estas divisiones sean un mal endémico del progresismo, por aquello de que yo soy más de izquierdas que tú. Pero a mí me resulta incomprensible esta evidente ceguera política que en vez de promover el progreso lo ralentiza, porque en política no hay nada más inútil que no detentar el poder y por consiguiente ser incapaz de llevar adelante los programas que se proponen, en este caso la defensa de los más necesitados.

Por eso, cuando veo estos movimientos no puedo evitar pensar que se trata de espurios intentos de mantener viva una formación política para defender el estatus de algunos. Está claro que unos cuantos escaños conseguirán y, aunque hayan perjudicado a la izquierda en su conjunto, los que los ocupen tendrán unos años por delante de seguridad.

Sé muy bien que lo que he dicho suena muy duro, incluso puede que para algunos insultante. Pero cuando echo en falta el realismo político, cuando observo que determinadas maniobras ponen en peligro la esencia de lo que se pretende defender, se me llevan los demonios. Lo siento.

En la derecha pasa lo mismo, por supuesto. Si alguien cree que la aparición de Vox va a conseguir más "seguridad" y más "patria" de la que defiende el PP está muy equivocado. Lo único que hasta ahora han logrado los de la ultraderecha es debilitar al partido conservador tradicional y apartarlo del poder central. No sólo eso, sino además desprestigiar a los segundos por sus alianzas con los amigos de Trump.

Si la izquierda no se une está condenada al fracaso electoral. Pero, ojo, no valen los acuerdos poselectorales, porque pueden significar pan para hoy y hambre para mañana. Lo único que de verdad es útil es el triunfo de un gran partido, cuya ideología recoja los principios básicos de la lucha por la igualdad, en el que se sientan identificados desde el centro progresista hasta el progresismo radical. Los matices hay que dejarlos aparte, no porque no sean importantes, sino porque en política es necesario ser prácticos.

Señora Montero, debería usted dejar de intentar una vez más asaltar los cielos, porque ha quedado claro que son inaccesibles. 

4 de abril de 2025

¡Cómo gritan estos bellacos!

Las últimas elecciones alemanas han tenido en vilo durante un tiempo a muchos demócratas europeos. La posibilidad de que la ultraderecha de aquel país pudiera llegar a gobernar con los cristianodemócratas de la derecha moderada provocaba inquietudes, porque algunas declaraciones del candidato de la CDU habían insinuado esta posibilidad. Una vez escrutados los resultados y oídas las intenciones del nuevo canciller, Friedrich Merz, las aguas se tranquilizan, al menos de momento. Habrá coalición, pero no con los ultras sino con los socialistas. El llamado cordón sanitario se ha impuesto.

Pero aquello es Alemania y esto es España. Que ahora el PP y Vox den la sensación de andar a la gresca son sólo apariencias. Los dardos que se lanzan entre ellos no son más que intentos de la ultraderecha por hacerse con los votos conservadores y defensa de los populares para mantener su hegemonía. Pero todos sabemos que cuando llegue la hora de la verdad pactarán, porque es posible que por separado no tengan la mayoría necesaria para gobernar. Aquí no caben acuerdos entre socialistas y conservadores, porque las diferencias de pensamiento son abismales. El PP no es la moderada CDU.

Cuando llegue el momento de la campaña electoral, ni el PP ni Vox reconocerán explícitamente que tienen la intención de pactar, porque intentarán mantener su propia identidad frente a sus correspondientes caladeros de votos. Pero en cuanto termine el escrutinio y si los números les salen, empezarán a darse besos en la boca. No es un vaticinio, sino la constatación de la experiencia vivida en los gobiernos autonómicos. Es más, el PP no sólo entrará en el juego porque no contará con más aliados que los de la ultraderecha de Vox, sino además porque en las filas populares hay muchos cuya ideología está muy cerca de la que guía a los ultras. Los votantes de centro, esos que navegan entre dos aguas, deberían pensar que si su voto se decanta hacia el PP, en realidad estarán votando la entrada de Vox en el gobierno, es decir al señor Abascal como vicepresidente.

A mí nunca me ha gustado la expresión cordón sanitario, porque prefiero hablar de defensa de la democracia y de los derechos humanos. Lo primero me parece pasivo, lo segundo activo. Las ultraderechas de todos los países del mundo parecen cortadas por un mismo patrón, son cesaristas, despóticas y totalitarias, además de racistas, homófobas y xenófobas, ideologías que un demócrata debe combatir con todos los recursos que permita la legislación. Las alianzas para evitar que gobiernen es uno de ellos.

La Historia es machacona y repetitiva. Cuando oigo los mensajes de Trump, de Abascal o de Le Pen, me parece estar oyendo los de Mussolini o de Hitler, cuyas consignas se impusieron en casi todo el continente europeo durante decenios, y a los que sólo se pudo derrotar tras una sangrienta guerra mundial, gracias, por cierto, a que EE. UU. intervino en defensa de las democracias occidentales. Da miedo pensar qué hubiera sucedido si en el gran país americano en vez de tener a Roosevelt como presidente hubieran tenido al actual.

No, no es un cordón sanitario lo que se necesita para frenar el avance de la extrema derecha, sino un decidido empeño democrático de parar los pies a los fascistas. ¿Estarían el PP y el PSOE dispuestos a ello como sus colegas alemanes? Mucho me temo que no.