12 de abril de 2025

Matón de patio de colegio


Una vez más elijo un título prestado, esta vez después de haber oído unas declaraciones de Felipe González sobre Donald Trump, en las que, entre otros apelativos de índole parecida, lo tachaba de matón de patio de colegio. Supongo que estas opiniones del histórico dirigente socialista estarán dando vueltas por los mentideros de las redes, porque no tienen desperdicio.

Leo, en fuentes generalmente bien informadas, que la palabra revolución significa “cambio profundo y radical, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad”. Pues bien, qué duda cabe que el presidente de EE. UU. ha provocado una auténtica revolución de proporciones colosales y de final imprevisible, con todos los ingredientes que figuran en la definición anterior.

Lo malo de las revoluciones es que con harta frecuencia se les van de la mano a los revolucionarios, sin que por supuesto esa fuera su pretensión. Sus características -profundidad, radicalidad y violencia- provocan la inevitable reacción de los afectados, en este caso los gobiernos del mundo entero, lo que todavía agrava más la situación. Sorprende, además, que en este caso sean los presuntos beneficiarios de la revolución, la plutocracia americana, los que parece que más van a sufrir las consecuencias de esta locura revolucionaria.

Lo que no se acaba de entender es que los que rodean a Trump no sean capaces de hacerle ver que las cosas no están saliendo como él quisiera. Eso me preocupa, porque me hace pensar que pudiera haber gato encerrado, en este caso que los intereses especulativos de la minoría más cercana al presidente, no sólo animen a éste a poner el mundo patas arriba, sino que además les importe muy poco el bienestar de su propio país. Si así fuera, estaríamos ante una colosal estafa promovida nada más y nada menos que por la administración de la primera potencia del mundo.

Yo estoy de acuerdo en que Europa está obligada a comportarse con prudencia y no precipitarse a la hora de contrarrestar los efectos de esta salvaje revolución. Pero al mismo tiempo estoy convencido de que está obligada a mostrar el músculo económico que tiene y avanzar a pasos agigantados en la construcción de una auténtica supranacionalidad capaz de plantar cara a los matones de patio de colegio de turno.

Confío, ya lo he dicho aquí en más de una ocasión, en que las políticas de check and balance -control y equilibrio- que recoge la constitución de los Estados Unidos vayan poco a poco reequilibrando la situación. Vamos a ver que decide el presidente de la reserva federal con los tipos de interés, porque Trump le está pidiendo que los baje y hasta ahora no ha conseguido su pretensión. Además, dentro de dos años se renovará una parte de las dos cámaras legislativas norteamericanas y pudiera suceder que los “trumpistas” perdieran la mayoría que ahora tienen. Por último, veamos como evoluciona el índice de popularidad del presidente Trump, porque a corto plazo puede caer como consecuencia del batacazo económico que se va pegar la clase media de aquel país.

No quiero dejarme llevar por el optimismo que siempre me ha caracterizado, pero creo que esta revolución está condenada al fracaso. Si Europa hace bien los deberes, quizá incluso salga beneficiada. 

2 comentarios:

  1. Da la impresión de que, efectivamente, ha habido una manipulación maliciosa del mercado de valores con esto de "ahora subo los aranceles, ahora los bajo". Da que sospechar mucha turbieza en el asunto para beneficio de algunos inversores de Bolsa con información privilegiada.
    Yo me pregunto si veremos algún día al Presidente Trump condenado y dimitido como lo fue Nixon hace ya mucho tiempo, en otra época.
    Fernando

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  2. En temas judiciales prefiero no hacer conjeturas. El sistema judicial americano, unido a las denuncias de la prensa independiente de aquel país, sin olvidar la intervención de las cámaras legislativas, deben de haberse puesto en marcha ya. Veremos qué pasa.

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