19 de abril de 2025

El bolo colgante y las hormigas voraces

De todos los eufemismos que he oído en las últimas semanas para explicar la coyuntura en la que se encuentra Europa frente a las maquinaciones de Donald Trump, el que más me ha llamado la atención es el de "estamos obligados a defender nuestro estilo de vida”. Se trata de una manera elegante de expresar que, si el actual presidente de EE. UU., no sólo nos deja con el culo al aire en materia de defensa, sino que además arbitra políticas aduaneras que perjudican nuestras economías, es necesario aumentar la conexión entre los países integrantes de la UE, racionalizar el desarrollo tecnológico del conjunto de países que la integran y reorganizar un sistema integral de defensa que nos permita evitar que se nos ningunee.

Los eufemismos se utilizan para edulcorar las expresiones, para decir lo mismo pero con palabras suaves. Hablar ahora a los europeos de rearme no es conveniente, porque la palabra suena a conflicto bélico y además supone un gasto de cierta envergadura. Por eso los políticos europeos prefieren mencionar la defensa de nuestros valores -democracia, estado de derecho, progreso social, etc.- en vez de hablar de misiles y de tanques. Prefieren aludir a la disuasión en vez de a la guerra. Desde mi punto de vista, no les falta razón.

Pero de lo que en realidad estamos hablando es de fortalecer nuestras fronteras geográficas para preservar nuestro estado del bienestar. Los equilibrios han cambiado y, si no se toman medidas urgentes, corremos el riesgo de perder muchos de los logros alcanzados en los últimos decenios. El presidente Trump acusa a los fundadores de la UE de haberla creado para perjudicar a su país, la Federación Rusa pretende acotar nuestro crecimiento en todos los sentidos de la palabra y las ultraderechas europeas se alían con las dos potencias para actuar como un caballo de Troya.

Eufemismos aparte, es cierto que Europa puede perder su estilo de vida. Las amenazas que ahora se ciernen sobre nuestro continente siempre han existido y nunca hasta ahora los líderes europeos se han puesto en la labor de enfrentarse a ellas. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Estamos a tiempo de dar un gran paso en la creación de una auténtica supranacionalidad que nos haga más fuertes. No será fácil, habrá que hacer sacrificios, pero es posible. Una UE cohesionada es mucho más fuerte que la suma de sus fortalezas. Por eso, quizá no sean necesarias cuantiosas inversiones que pongan en riesgo las prestaciones sociales, porque el esfuerzo de cada país en general es ya grande y lo que se requiere ahora es racionalizar el conjunto, centralizando adquisiciones, unificando el mando y poniendo en marcha políticas mancomunadas de desarrollo tecnológico.

Se me ocurre pensar que quizá no sería necesario utilizar tantos eufemismos si se hiciera más pedagogía. Porque muchas de las críticas que se oyen, sobre todo en la izquierda radical, demuestran una falta de información muy grande. Si de verdad queremos defender el progreso social y continuar avanzando en su desarrollo, no hay más remedio que defenderlo. Como decía un amigo mío, muy castizo él en sus expresiones coloquiales, no nos andemos con el bolo colgando, porque corremos el riesgo de que se lo coman las hormigas.

2 comentarios:

  1. Fernando Alba Guijarro20 abril, 2025 11:41

    Considero esta época histórica muy interesante. Efectivamente, más que la acumulación de armamento, que al parecer somos más podrosos en ese sentido que Rusia, es más importante conseguir la unidad política, es decir, dotar a la Unión Europea de unos órganos, digamos, "federales" de gobierno elegidos por todos los europeos.
    Claro es que los que se postulen para presidentes, primeros ministros, ministros o secretarios de estado o de asuntos exteriores, como quiera llamárseles, deben dominar, al menos, dos idiomas: el suyo propio y el inglés.
    Fernando

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  2. Sólo una aclaración: Rusia tiene un mando militar unificado y la Unión Europea 27 fuerzas armadas. Somos más débiles.

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