30 de abril de 2025

Salir del armario


No, hoy no voy a hablar de homosexualidad como pudiera deducirse del título que he escogido. Lo que sucede es que este símil tan elocuente me sirve para referirme a los que, con una clara mentalidad conservadora, dicen ser de centro o incluso de izquierdas. Yo a lo largo de mi vida he conocido a bastantes de ellos, individuos que por las razones que sean no se atreven a salir del armario del conservadurismo, no se deciden a confesar que son de derechas.

Lo que sucede es que, como dice el proverbio, se les nota el pelo de la dehesa. Puede ser, no lo descarto, que actúen de buena voluntad, que mantengan una cierta inquietud de carácter social y, como consecuencia, no se crean conservadores. Pero cuando se rasca un poco en sus ideas, empiezan a surgir en los planteamientos que utilizan unos prejuicios que ponen de manifiesto que, tras una pose de progresismo,  se oculta un alma de derechas.

Uno de esos prejuicios suele salir a relucir cuando se toca el debatido asunto de los nacionalismos catalán o vasco. Se ponen en actitud defensiva y aluden inmediatamente a los peligros de que España se rompa, sin atender a matices y sin querer entrar en el análisis de por qué existen, ya que, al considerarlos anatemas, los condenan sin entrar en mayores discusiones. Piensan que a los que defienden la identidad de su patria chica hay que negarles el pan y la sal.

Lo malo de estas actitudes es que resulta imposible el debate. Cuando se está convencido de que un nacionalista tiene el rabo y los cuernos de Lucifer, no vale argüir que la mejor estrategia es la del diálogo, la de la negociación, la de acercar posiciones. No sólo hacen oídos sordos a estos planteamientos civilizados, sino que además terminan llamando separatistas a los promotores del entendimiento o al menos pensando que lo son.

Lo que no dan son soluciones, salvo el consabido consejo de leña al mono. Prefieren mirar para otro lado y, como no son capaces de definir exactamente el peligro inminente que según ellos nos acecha, se remiten al futuro, ignorando que los movimientos centrífugos de algunas minorías catalanas y vascas tienen siglos de existencia... y aquí estamos. Pero su prospección futurista, su visión de las catástrofes que están por llegar, les sirve de argumento.

No es este el único aspecto conservador que surge al rascar en las ideas de los que no se atreven a salir del armario reaccionario. Hay otros muchos, como las actitudes machistas, la fobia a la inmigración, la xenofobia, el odio a los homosexuales, etc. Incluso se les ve el plumero conservador en sus opiniones de política internacional, donde sus simpatías suelen inclinarse a favor de gobiernos de dudosa legitimidad democrática. Pero todas estas últimas características quizá merezcan otro artículo, porque aquí no caben.

La pregunta que me hago es: ¿por qué no salen de una vez del armario? Cuando lo hagan, si lo hacen, se sentirán más a gusto.


6 comentarios:

  1. Luis, esos de "un nacionalista tiene el rabo y los cuernos de Lucifer" me imagino que te refieres a los "nacionalists periféricos", porque no hay más nacionalista en estos momentos que tu presienta la Sra. Díaz.
    Angel

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    1. Ángel, creo que en el artículo queda claro a quién me estoy refiriendo. En cualquier caso, yo no digo que los tengan sino que algunos así los ven.

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  2. Ya he dicho alguna vez que la polarización, que por cierto viene de antiguo, es uno de los males de España. Lo de dividir a los ciudadanos en de derechas e izquierdas y dentro de estas categorías los "de verdad" con los "parvenus" es, tan simplificador, como infantil. Desde luego no ayuda al entendimiento entre unos y otros.
    El cortoplacismo es peligroso. Basta recordar el tan manido ejemplo de la política de Chamberlain respecto a Hitler: "Aceptemos lo que diga Hitler y evitamos un conflicto". Ya se vio el resultado. Ya se que no estoy jugando limpio cuando comparo las situaciones y la importancia de las concesiones en uno y otro caso. Pido perdón por ello.
    Luis, perdona, pero me he levantado con ganas de dar caña.
    Según el artículo hay unos cuantos políticos que se creen de izquierdas, pero que son de derechas y deberían salir del armario, como: Alfonso Guerra, Felipe, Paco Vázquez, Jauregui, Leguina, Tomás Gómez, Nicolás Redondo hijo, Martín Seco, Lambán, Corcuera, Rodríguez Ibarra y ...García Page, entre otros. Yo creo que lo que identifica a alguien de izquierdas es su sentido solidario y abierto, algo que no veo en los independentistas.

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  3. Alfredo, me encanta que te hayas levantado con ganas de dar caña. Los debates siempre son enriquecedores.
    Hablar de derechas y de izquierdas, de progresistas y de conservadores es efectivamente simplificador y por tanto una manera fácil de transmitir los mensajes. No me apetece darle un tono excesivamente retórico a lo que aquí escribo. Sin embargo, no creo que esa simplificación aumente una polarización que, como tú dices, viene de lejos y, esto lo digo yo, existe en todas partes, desde Estocolmo a Tombuctú, desde Vladivostok a Lisboa, pasando por Washington.
    Por otro lado, cuando escribía el artículo no estaba pensando en ninguno de los que nombras de tu larga lista, sino en los ciudadanos de a pie con los que hablo. Me refiero a los votantes, no a los políticos, a los que dicen ser progresistas y luego aplauden el genocidio de Gaza, a los que se consideran de centro y odian a los homosexuales., a los que presumen de demócratas y le negarían el voto a los separatistas.
    Puede ser que no me haya expresado bien.

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  4. Me parece una absoluta vergüenza por tu parte identificar que alguien aplauda el genocidio de Gaza con conservadurismo, que una opción democrática sea partir un Estado o que consideres que el odio a los homosexuales sea por el hecho de serlo y que, además, eso sea una postura conservadora. Esa simplificación que haces es la que hace que España retroceda como un país con libertades o democrático. Medita a fondo sobre lo que digo.

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  5. Querido anónimo, empezaré aclarando que en este artículo no hablo de conservadores en general, sino de aquellos que niegan serlo, pero lo son. Me refiero a gente que conozco, que he tratado muy de cerca y en los que he podido observar que, aunque presuman de tener el alma progresista, cuando rascas en sus convicciones te das cuenta de que no lo son.
    Por lo que dices en tu comentario, das por hecho que considero que ser conservador significa estar de acuerdo con el genocidio de Gaza, odiar a los homosexuales, etc. He releído mi escrito por si me redacción resultara ambigua, pero no encuentro nada que induzca a pensar que caigo en esta generalización.
    Gracias por tu recomendación de que medite a fondo, aunque te aseguro que es innecesaria, ya que es algo que hago todos los días. Lo que sucede es que el resultado de mis conclusiones no siempre son del gusto de todos.


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