27 de abril de 2025

¿Mentirosos o realistas?

A mí nunca me han extrañado las aparentes contradicciones en las que caen con frecuencia los políticos cuando, tras haber asegurado que harían algo en concreto, terminan haciendo lo contrario. Nunca he considerado que mintieran en su momento, sino que las circunstancias sobrevenidas durante el ejercicio de sus funciones los han obligado a cambiar de opinión. 

Por eso entendí muy bien que en su momento Felipe González facilitara que España entrara en la OTAN, a pesar de su rechazo anterior. Tampoco me sorprendió lo más mínimo que José María Aznar pactara con Jordi Pujol una serie de concesiones (supresión de los gobernadores civiles, competencia de los mossos d´esquadra en tráfico etc.), después de haber animado a los suyos a corear aquello de “escucha enano, habla castellano”. Ni que Pedro Sánchez, tras asegurar que no pactaría con Podemos, se aliara con ellos para formar gobierno. Para mí no son mentiras, sino ejercicios de realpolitik.

Cuando se está en contra de un político determinado, es fácil utilizar esta adaptación a las circunstancias para descalificarlo, acusándolo de falso, sobre todo si no se encuentran otros argumentos. A Felipe González lo juzgo por su ingente labor para modernizar un país recién salido de la dictadura de Franco y no porque, obligado por el juego de equilibrios geoestratégicos, nos metiera en la OTAN. A José María Aznar por su irresponsable alianza con Busch, que comprometió a España en un conflicto bélico, guerra que no sólo no era de nuestra incumbencia, sino que además ha dejado un reguero de muertes y una situación muy peligrosa de inestabilidad en la región. Su alianza con Convergencia y Unión, desde mi punto de vista, forma parte de la necesaria adaptación a las circunstancias políticas y no influye en mi juicio sobre su gestión política. En cuanto a Pedro Sánchez y su alianza con Podemos tras las últimas elecciones, no es más que un reconocimiento de la composición del parlamento. O gobernaba con los de Pablo Iglesias o daba paso a la derecha y a la ultraderecha. Para los progresistas no había duda, pero los conservadores nunca lo aceptarán.

No son mentiras, es pragmatismo. Me atrevería incluso a decir que se trata de una virtud y no de un defecto, porque lo indeseable en un político es que no tenga cintura, que no sepa sortear los inconvenientes y las dificultades, que se petrifique ante las contingencias que no favorezcan su permanencia al frente del gobierno. Porque, lo he escrito aquí en varias ocasiones, en política no hay nada más inútil que no poder llevar adelante tu programa político y, si no se está al frente del gobierno, no se gobierna. Elemental.

Adaptarse a las circunstancias del momento forma parte del ejercicio de la política, como también negociar para conseguir alianzas. Algunos, quizá decepcionados por el éxito negociador y por la capacidad de conseguir apoyos de Pedro Sánchez, se remiten a lo que dijo entonces y a lo que dice ahora. Una acusación que en política no tiene ningún sentido.

Por cierto, de las negociaciones, de los pactos y de las concesiones diré algo en breve. Hoy aquí no me cabe.

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