A mí, el breve diálogo entre la alcaldesa de Barcelona y los militares a cargo del stand informativo que Defensa ha instalado en el salón de la Enseñanza que se celebra estos días en aquella ciudad, no me ha parecido ni una falta de respeto a los militares ni mucho menos un ataque a la institución castrense, como algunos representantes de la derecha más reaccionaria se han apresurado a pregonar a los cuatro vientos. El tono fue mesurado y las palabras medidas. Diría incluso que podía advertirse en las dos partes una estudiada cortesía.
Sin embargo, lo que demostró Ada Colau con su intervención fue un total desconocimiento de la realidad actual de las Fuerzas Armadas en nuestra sociedad. En mi opinión se trata de falta de información y no de la manifestación soterrada de cierto antimilitarismo trasnochado, como también he oído decir a otros destacados políticos. Aunque, no lo voy a negar, cabe dentro de lo posible que hubiera algo de esto último.
Las Fuerzas Armadas, que en la actualidad constituyen un colectivo formado por más de ciento treinta mil ciudadanos, se han convertido en un gran centro de formación profesional y de contratación de titulados, una oferta y una demanda pensadas por supuesto para resolver las necesidades de la Defensa, pero sin olvidar, y esto es muy importante y poco conocido, las salidas al mercado de trabajo de los militares cuando dejan de pertenecer a aquellas. No voy a entrar en detalles de la diversidad de títulos superiores, de grado medio o de formación profesional que se adquieren en el interior de la institución, en primer lugar porque la variedad es tan amplia que su enumeración no cabría en estas líneas y, en segundo, porque los cambios en los planes de enseñanza se están produciendo con tanta celeridad que a un profano en la materia, como el que escribe esto, le costaría mucho dar explicaciones detalladas. Pero sí me voy a atrever a dar algunas pinceladas.
Desde hace unos años, los oficiales que salen de las academias militares lo hacen, además de con el empleo de teniente -el primero de la larga carrera que les aguarda por delante-, con un título superior otorgado por el sistema general universitario español, concretamente el de Ingeniero, en distintas especialidades, según sean de Tierra, Mar o Aire. Por poner un ejemplo, cualquier oficial del Cuerpo General del Ejército es, además de militar en activo, Ingeniero en Organización Industrial.
Los suboficiales, cuando salen de sus respectivas academias, además del despacho de sargentos –el primer empleo de su carrera militar-, han obtenido alguno de los numerosos títulos que otorga el sistema general de formación profesional en España, en una amplísima variedad, porque también son múltiples las especialidades militares que poseen los integrantes de la Escala de Suboficiales.
Los componentes de la tropa –soldados y cabos- obtienen durante su tiempo de permanencia en sus destinos distintos títulos profesionales, dentro de una oferta amplísima, tan grande como es el número de especialidades que la institución exige a los componentes de la Escala de menor nivel, desde conductores, especialistas en maquinaria de obras públicas o sanitarios de primeros auxilios, hasta informáticos, guarnicioneros o cocineros. Una enorme gama de profesiones, dictada por supuesto por las necesidades de las Fuerzas Armadas, pero que en definitiva enriquecen profesionalmente a los integrantes de este rango y les brinda oportunidades laborales para cuando abandonen los ejércitos.
Si a eso le añadimos las oportunidades laborales que Defensa ofrece a los que ya poseen un título –médicos, odontólogos, farmacéuticos, psicólogos, economistas, abogados, músicos, ingenieros- requisitos necesarios para ingresar en los llamado Cuerpos Comunes de la Fuerzas Armadas, en los de Intendencia o en los de Ingenieros, se entenderá mejor por qué los militares instalan sus stands en determinados ferias o muestras: sencillamente para informar de las oportunidades educativas y laborales que ofrece el Ministerio de Defensa a los jóvenes de nuestro país.
Ana Colau, como muchos de nuestros compatriotas, no debía de conocer estas circunstancias cuando se cruzó hace unos días con el coronel y el teniente coronel que la saludaron. Lamentable, porque una autoridad de este nivel está obligada a estar bien informada y no dejarse arrastrar por prejuicios anacrónicos.
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ResponderEliminarAgradezco tu extenso y documentado comentario. Si hubiera conocido con tanto detalle la decisión del Plenario del Consejo Municipal del Ayuntamiento de Barcelona, hubiera hecho extensiva a los ediles que la votaron mi acusación de falta de información sobre la situación actual de las FFAA. Puede que incluso hubiera sido más contundente a la hora de mencionar los prejuicios antimilitaristas, que en mi opinión proceden de otros tiempos. Ellos están en su perfecto derecho de legislar lo que quieran y yo de opinar que si los ejércitos existen en los países democráticos es porque son una garantía más para preservar la paz, la convivencia pacífica, los derechos humanos y la solidaridad internacional. Contraponer el concepto defensa de la sociedad a este ideario me parece un error de bulto. Así lo veo yo y por eso así lo escribo.
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