1 de marzo de 2016

Los disputados votos de los señores diputados

Doy por hecho que Pedro Sánchez no conseguirá, en las sesiones del Congreso programadas para hoy y para mañana, apoyos suficientes para lograr su investidura como presidente del gobierno. Me atrevería a decir que este desenlace estaba previsto en el guion desde hace tiempo y por tanto que a nadie debiera sorprenderlo. Lo que no significa que el alboroto mediático por el “fracaso” vaya a dejar de producirse. Rajoy y los suyos dirán aquello de que ellos si cuentan con la solución para sacar a España definitivamente de la crisis y Pablo Iglesias volverá a recordarnos a todos que lo que el país necesita es un gobierno de cambio y no esta chapuza de pacto con Ciudadanos. Yo, desde mi humilde posición de observador, seguiré diciendo digo y de momento no mencionaré a Diego.

Como todos sabemos, a partir de ahora se abre un periodo de dos meses durante el cual los partidos volverán a intentar formalizar nuevos acuerdos. Sólo transcurrido este tiempo, y en el caso de que nadie hubiera logrado los apoyos necesarios para su investidura, habría que repetir las elecciones. Por tanto, todo sigue abierto y los jugadores de este endemoniado juego que se llama negociación tendrán que volver a la cancha. Sin embargo, los puntos de partida ahora habrán cambiado, porque cualquier solución tendrá que con contar con el acuerdo PSOE–Ciudadanos, lo que no significa que éste sea inamovible. Dependerá, como ya se sabe, de las cartas que cada uno guarde en la manga, una de ellas, por cierto, el posible interés en repetir las elecciones.

Si en vez de fijarnos en la letra de las últimas declaraciones de unos y de otros atendemos a la música, o mejor dicho nos fijamos más en lo que no se dice que en lo que se expresa, es posible que lleguemos a la conclusión de que el famoso pacto transversal que preconiza Pedro Sánchez es todavía posible. Yo, al menos, aún no he oído un no tajante a esa posibilidad, aunque sí mucha algarabía alrededor de las inconcreciones que, como todo documento de partida, contiene el famoso acuerdo que han firmado el PSOE y Ciudadanos. Precisamente lo que toca ahora es concretar las dudas y despejar incógnitas, habida cuenta de que en cualquier caso el resultado no dejará satisfechos del todo a todos. Eso, precisamente, es pactar.

El Partido Popular seguirá insistiendo en su propuesta de aliarse con Ciudadanos y con el PSOE, persistencia que raya en el ridículo. No se entiende muy bien qué quiere pactar con el PSOE, al que considera causante de todas las desgracias del país, pretéritas, presentes y futuras. A mí este empeño me parece un insulto a la inteligencia de los españoles. Reconozcámoslo, el PSOE ha sido en esto mucho más coherente desde el principio: con el PP ni en pintura. Sin embargo, el señor Rajoy sigue insistiendo en que está disponible y que sólo tienen que hablar con él y ponerse de acuerdo. ¿En qué?

Asistiré con expectación a las funciones programadas en el Congreso para hoy y para mañana, porque aunque su desenlace se conozca de antemano habrá que estar muy atento al hilo argumental  que utilicen unos y otros, a las frases de doble sentido y a los silencios elocuentes.  Ya sabemos que en política todo es relativo y que nunca se pueden extraer conclusiones de lo que se diga, porque con frecuencia las palabras se las lleva el viento con descaro. Pero aun así, no dejará de ser un espectáculo de los que no suelo perderme.

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