Pero lo cierto es que por hache o por be nuestro parlamento está dividido en múltiples fracciones, desde la izquierda radical hasta la ultraderecha antisistema -que ni come ni deja comer, como el perro del hortelano- pasando por los nacionalistas de distintos pareceres. Las razones que nos han llevado a esta situación son tan conocidas por todos que no voy a dedicarles ni un párrafo, ni siquiera una palabra. Estamos donde estamos y eso es de lo que ahora voy a escribir. Porque el gobierno de Sánchez, una cohabitación entre socialdemócratas y progresistas radicales, no cuenta con mayoría suficiente y tiene que hacer verdaderos equilibrios para sacar sus programas adelante.
Siendo ésta una realidad con la que tenemos que vivir, la
pregunta que cabe hacer es si la situación es buena o es mala, porque de momento no
parece que en un futuro más o menos inmediato las intenciones de voto de los
españoles vayan a cambiar demasiado. Mi opinión es que ni lo uno ni lo otro,
sino que depende de cómo se maneje. Pedro Sánchez, el primer presidente
de gobierno de la democracia a quien le ha tocado gobernar en esta situación,
después de verse obligado a aceptar que Podemos entrara en el gobierno, ni con su
apoyo tiene mayoría suficiente. Por eso, cada vez que se propone sacar una
ley adelante, se ve obligado a negociar con unos y con
otros para conseguirlo. Por supuesto con concesiones, porque en democracia
nadie regala nada. Rasgarse las vestiduras por ello es o no entender de qué va
el sistema parlamentario o no admitir que quien gobierna está en su perfecto
derecho a negociar, por supuesto dentro de lo que marca la ley. Otra cosa es que a algunos no les guste el resultado de las negociaciones, pero eso es algo que entra dentro del riesgo electoral que se esté dispuesto a asumir.
Lo que sucede es que la oposición, consciente de que el presidente de gobierno está manejando bien la situación, ha convertido lo que no es más que puro ejercicio parlamentario en anatema. El PP hacía lo mismo cuando gobernaba y ahora se queja de que el gobierno actual utilice idénticos recursos, insisto que democráticos. Cuando se está en el ejercicio del poder se pretende continuar gobernando, porque es la única manera de sacar adelante los proyectos que se defienden. Y eso no es, como dice Isabel Díaz, emular a los dictadores de otras latitudes, sino ejercer la democracia mediante la negociación con los que defienden otras tendencias. Eso, señora presidenta de la comunidad de Madrid, se llama parlamentarismo. Lo que ustedes están haciendo con sus campañas de desprestigio tiene otro nombre, que no voy a citar.
La realidad es que Pedro Sánchez está gobernando haciendo equilibrios difíciles, pero absolutamente legales. La fragmentación de las Cortes le obliga a ello; como a partir de ahora, si no se vuelve al bipartidismo, obligará a cualquiera que sea capaz de formar gobierno, es decir, que consiga ser investido presidente. Se acabaron las cómodas mayorías absolutas. Nos guste o no, esto es ejercer el parlamentarismo dentro de la realidad social que reflejan las urnas. Los radicales existen, como también los nacionalistas. Conseguir su apoyo en el parlamento, no sólo es legítimo, sino que además compromete a los “díscolos” en el gobierno de la nación, algo que para mí es una magnífica noticia.
Mientras tanto, el programa socialdemócrata sigue adelante, que es lo que interesa a los progresistas y disgusta a los conservadores; y sigue adelante aunque sea haciendo difíciles equilibrios en la cuerda floja de la política parlamentaria.
Por cierto, si no "nos vemos" antes, ¡Feliz 2023 a todos!