22 de enero de 2016

Hasta el rabo todo es toro (dicho popular)

Es sabido que cualquier reforma de la Constitución Española ha de ser aprobada por mayoría cualificada. Esto significa, no lo perdamos de vista, que con el actual panorama parlamentario español no será posible hacer ningún cambio en la ley fundamental si no se cuenta con el consentimiento de todos los grandes partidos, entre ellos, por supuesto, el PP. Lo que se traduce en que, si gobernara el PSOE durante la próxima legislatura, como en estos momentos apuntan casi todos los pronósticos, no sería posible realizar ninguna modificación constitucional, ya que el señor Rajoy ha asegurado, o al menos dado a entender, que aunque los socialistas obtengan el apoyo de los partidos progresistas y por tanto puedan gobernar, contarán con su oposición ante cualquier cambio que se pretenda hacer en la carta magna. Una advertencia hecha sin concreción, pero suficientemente expresiva para que se tome como un aviso a navegantes.

Las reformas constitucionales que se barajan en los programas electorales de la izquierda son varias, muy diversas y de distinta transcendencia política. Entre las normas que se podrían modificar con facilidad estarían las que hacen referencia a los criterios de  sucesión en la Corona, para dar prioridad a la edad del sucesor sin tener en cuenta el sexo. Dicho de otra forma, para acabar con la discriminación machista que ahora contiene nuestra  constitución. En mi opinión, no parece posible que ni siquiera el PP se opusiera a este cambio, salvo que, al tratarse de la primera modificación de las previstas, los populares no deseen que se abra el melón.

Pero hay dos reformas pendientes de mayor calado, que afectan por una parte a la ley electoral y por otra a la distribución territorial del estado, dos modificaciones trascendentales de nuestro ordenamiento jurídico, en las que no parece fácil lograr el mínimo consenso exigido. Las amenazas o, si se prefiere, las advertencias de Rajoy parecen referidas sobre todo al segundo de estos cambios. Si el PP no está dispuesto a tocar estas leyes desde la oposición, no será posible llevar a cabo modificaciones en la Constitución mientras gobierne el PSOE, a pesar de que la situación política en España las esté demandando.

Por eso, no me ha extrañado oír el otro día en la radio a un analista político sostener que sería más fácil modificar la Constitución con el PP en el gobierno que en la oposición. Su reflexión se basaba en que si los populares gobernaran sería porque habrían pactado determinadas reformas con quienes los hubieran apoyado (el PSOE tendría que estar entre ellos), mientras que si pasaran a la oposición se limitarían a frenar cualquier intento de cambio, mucho más si estos afectan a lo que consideran su ADN político.

Ojo, porque de lo anterior podría concluirse que, desde el punto de vista de llevar adelante las reformas constitucionales que piden las fuerzas progresistas, tendría que gobernar el PP, con la aquiescencia del PSOE y por tanto sujeto a pactos con los socialistas, en vez de hacerlo el PSOE con el exclusivo apoyo de los partidos progresistas. Una auténtica paradoja de muy difícil explicación, salvo si se tiene en cuenta la cerrazón que en ocasiones exhibe la derecha española, de la que tuvimos sobradas muestras cuando fue presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y jefe de la oposición Mariano Rajoy.

Esta consideración, por mucho que resulte incomprensible, podría estar presente en las negociaciones a varias bandas que se están llevando a cabo entre las distintas fuerzas políticas. Contaría con la ventaja para las fuerzas que piden el cambio de que podría resolver de una vez los problemas que se derivan de cierta obsolescencia de la Constitución, pero tendría a cambio para la izquierda los inconvenientes que emanan de la permanencia en el gobierno de la derecha neoliberal durante otra legislatura. Estemos al tanto, porque aunque el llamado gran pacto (PP, Ciudadanos y PSOE) parece en estos momentos totalmente descartado, reflexiones como la que acabo de exponer podrían dar un vuelco inesperado a la situación.

En política hasta el rabo todo es toro.

2 comentarios:

  1. Yo creo que un gobierno de izquierda, como el propuesto por Podemos es inviable, en este momento, por la oposición frontal de PP y C´s y la correlación de fuerzas en el Senado: para mi solo queda la salida de un gobierno apoyado por PP, PSOE y C´s, pero algo tienen que pagar los representantes del bipartidismo. Debería de hacerse sin Sánchez y sin Rajoy para que los electores se sintieran representados. Rajoy al frente es un trágala para doce o trece millones de electores y para Cataluña, País Vasco... Sánchez también debe desaparecer por su mala gestión que conduce a una situación sin salidas

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  2. Acabo de oír que, según las encuestas, si se repitieran las elecciones los resultados serían prácticamente los mismos que los de las anteriores, décima arriba, décima abajo. Si eso fuera cierto, los partidos estarían obligados a pactos, aunque el que tú apuntas parece inviable. El PSOE (Ejecutiva Federal), no Pedro Sánchez, ya lo ha dicho y no creo que se eche atrás. Coincido contigo en que con Podemos tampoco. Me pregunto: ¿dónde están la ventajas de la atomización del voto si luego no es posible pactar? Prefiero, no las mayorías absolutas, pero sí las abultadas que permitan gobernar.

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