2 de marzo de 2023

Epidemias lingüísticas

En un artículo que escribí en este blog hace ya algún tiempo, llamaba virus lingüísticos a los giros y modificaciones de nuestra lengua que los poco cuidadosos con el uso del español iban introduciendo poco a poco en el idioma. De repente salta alguna de estas incorrecciones al ruedo del habla de la calle y poco a poco se va extendiendo por contagio hasta convertirse en la forma más frecuente de expresión. Son tantas las que se observan, que requeriría mucho más espacio del que aquí suelo utilizar y, sin duda, mucho más conocimientos que los que me brinda mi limitada erudición en la materia. Pero como la propagación de alguno de estos virus se está convirtiendo en auténtica epidemia, hoy voy a volver sobre este tema, aun a riesgo de ser pesado.

Uno de ellos es utilizar expresiones tales como “las miles de personas”, en vez de la expresión correcta, los miles de personas. Los que así se expresan deben de considerar que puesto que la palabra personas es femenino y plural, miles también lo es, cuando se trata de un sustantivo masculino. El artículo debe de concordar con la primera de las palabras, miles, y no con la segunda, personas. Pero la incorrección está tan extendida, que he llegado a oír “las millones de personas”, lo cual ya clama al cielo. Aunque el colmo de este tipo de barbaridades lo oí el otro día, en boca de un tertuliano de no sé dónde, que ni más ni menos soltó la expresión “esa pedazo de catedral”, concordando esa con catedral en vez de con pedazo. Pero lo peor es que se quedó muy ancho, y como por supuesto no habrá nadie que le corrija la incorrección, continuará propagando el virus allá donde suelte su limitada gramática. Se hubiera merecido que le sacaran los colores en público.

Los adverbios de lugar, como “delante”, “detrás”, “encima” o “debajo”, aunque algunos se empeñen en lo contrario, no son propiedad de nadie. "Detrás mía" es una barbaridad que se oye con tanta frecuencia, como "delante mía", "debajo mía" o "encima mía". Sin embargo, es una incorrección que está en boca de muchos, de todo color y pelaje, incluso entre personas que por su condición de públicas deberían estar obligadas a un cuidado exquisito a la hora de expresarse. Con lo poco que cuesta decir delante de mí.

Lo que sucede es que nadie pone coto a estas barbaridades. Oír en la televisión pública expresiones como las que acabo de señalar resulta indignante, porque demuestra muy poco interés en ejercer la pedagogía. No son los únicos, por supuesto, porque la mayoría de los medios ponen muy poco cuidado en exigir a sus profesionales la corrección lingüística a la que deberían estar obligados. De vez en cuando se oye alguna voz que pide orden, pero sus quejas caen en el olvido inmediatamente o, lo que todavía es peor, ni siquiera son oídas con la atención que se debería. Es algo así como si proteger el idioma fuera sólo cosa de los académicos de la lengua.

De la constante confusión entre los verbos oír y escuchar ya no digo nada, porque es inútil. Por mucho que se insista en que no es lo mismo oír que escuchar, ahora "se escuchan disparos", "se escucha que la tormenta se acerca", "se despierta uno porque ha escuchado un ruido" o "se escucha mucho ajetreo en la calle". Pero como éste es un virus lingüístico que parece ser que ha llegado para quedarse entre nosotros, me limitaré a procurar que en mi entorno inmediato se oiga cuando hay que oír y se escuche cuando hay que escuchar.

Yo tuve un compañero de trabajo que al hablar cometía algunos errores gramaticales; y cuando llevado por la confianza, y sobre todo por las ganas de ayudarlo, le corregía alguna, me contestaba: qué más da, si tú me has entendido. Puede que tuviera razón y que el lenguaje no esté hecho nada más que para que nos entendamos los humanos. Pero, si así fuera, qué pena, con lo maravilloso que es hablar como recomienda el buen estilo.

2 comentarios:

  1. Yo también soy de los que me gusta escribir correctamente y atender a las reglas ortográficas y gramaticales, pero ojo con corregir a los demás, sobre todo en público, porque podrías ser tachado de pedante o "cultureta", término muy de moda en estos últimos tiempos.
    Me ha llamado la atención precisamente estos días un asunto que se ha venido debatiendo en redes, y es que al parecer la RAE suprimió hace unos años la tilde para el adverbio "sólo", cuestión que ha rectificado recientemente, y, aunque no considera obligatorio seguir la norma, dice que debe acentuarse únicamente cuando equivale a "solamente" y no a "soledad". Menos mal, porque considero fundamental esta distinción para algunos casos que podrían dar lugar a dudas sobre el significado.

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  2. Gracias, Fernando. Corregir en público, no, porque es de mala educación como nos enseñaron en el colegio; pero instruir al que no sabe, sí, aunque lo tachen a uno de pedante o "cultureta".
    Por cierto, yo, a pesar de los pesares que de vez en cuando nos hace sufrir la RAE, nunca he dejado de escribir sólo, cuando equivale a solamente, y solo, si pretendo indicar sin compañía. Al fin y al cabo, la academia recomienda y el escritor enmienda. Pero es que reconozco que, para ciertas cosas, soy un rebelde y me mantengo fiel a la enseñanza de mis maestros.

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