16 de marzo de 2023

Viaje a Ávila 5. Raices profundas

El cuarto día de nuestro viaje, es decir el 2 marzo, dejamos Ávila hacia las once menos cuarto de la mañana para dirigirnos a Junciana, una pequeña localidad cercana a El Barco de Ávila, donde habíamos quedado citados con nuestros consuegros. El navegador me indicaba una distancia de algo menos de 90 kilómetros y un tiempo de un poco más de una hora. Como soy muy respetuoso con la puntualidad, llegamos a las 12 en punto, ni un minuto más ni un minuto menos. La carretera era buena, pero las bajas temperaturas de esos días se hacían notar en forma de escarcha sobre el asfalto, lo que me obligó a extremar la precaución.

El leitmotiv de esta cita era, además de vernos con nuestros familiares, conocer la vivienda que han construido sobre los muros de una antigua "tenada" o cobertizo de ganado bovino, que estaba en desuso. Porque ella, descendiente de una familia de ganaderos de la zona, la había heredado y quería disponer de un lugar donde pasar pequeñas temporadas en la localidad de sus raíces. El resultado de la rehabilitación es espectacular, porque, aprovechando sólo los viejos muros maestros, ha resultado una vivienda moderna y confortable, en la que el diseño actual casa perfectamente con los vestigios de los antiguos establos. Coincide además que ella, que ha dedicado muchos años de su vida a la enseñanza universitaria como catedrática de la Facultad de Derecho de la  Complutense, es una entusiasta de la decoración, y él, ingeniero de profesión, un vocacional director de obras. De manera que los dos, bajo la batuta de un buen arquitecto, han logrado un resultado extraordinario.

Después de una visita detallada a cada una de las dependencias de la casa, tomamos el aperitivo en el salón, estancia de grandes proporciones a la que se asoma una galería en cuyos extremos se ubican los dos dormitorios de arriba, que completan un total de cinco. Conversación distendida y agradable, ya que son muchas las cosas que nos unen, y cervezas frías para acompañar la charla, porque ya ha quedado claro que el aperitivo forma parte de nuestras arraigadas costumbres.

Comimos en El Barco de Ávila, en un restaurante próximo al Tormes. Aunque no soy de los que guardan recuerdos de lo que han comido, no puedo olvidar la carrillada que me sirvieron de segundo. Sólo se me ocurre una palabra: exquisita.

Cuando terminamos de comer, nos trasladamos a tomar café al hotel Puerta de Gredos, que según nos dijeron está construido sobre los muros de un antiguo secadero de lana. Una vez más, la rehabilitación de un edificio antiguo y en desuso para albergar la modernidad. Como soy un amante de la vida de los pueblos, estos detalles que voy encontrando a lo largo y ancho de nuestra geografía me llenan de satisfacción. Recuerdo que hace bastantes años tuve que trasladarme en tren desde Londres a Portsmouth, una localidad costera situada en el sur de Inglaterra. Durante el trayecto fui observando las estaciones por las que pasábamos, todas de aspecto victoriano, por supuesto modernizadas, pero manteniendo el estilo inicial. En aquel momento sentí envidia, porque en España la piqueta suele ir por delante, para dejar a continuación un solar llano sobre el que construir algo nuevo, sin ningún respeto al pasado. Por eso, cuando observo este cambio de tendencia, me llevo una gran alegría.

Un día inolvidable.

Todavía me quedan unas cuantas cosas que contar. Pero eso será otro día.

2 comentarios:

  1. Buenso recuerdos tenemos de Barco de Ávila y de los paseos que hemos dado por el puente y a orillas del Tormes.

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  2. Un pueblo muy bonito y muy bien situado.

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