8 de mayo de 2023

Hablemos del tiempo

Empezaré diciendo que no soy un negacionista del cambio climático. Todo lo contrario, estoy convencido de que, si no se pone freno a los desatinos y a los desmanes, dentro de unos años la humanidad se encontrará con una situación ambiental muy preocupante. Lo que sucede es que, al hilo de esta amenaza, los medios de comunicación se han lanzado a propagar una serie de exageraciones, muchas de las cuales contradicen las realidades estadísticas. Una cosa es advertir de que vamos por mal camino y otra muy distinta asegurar que nunca se habían alcanzado en el mes de abril unas temperaturas como las de este año.

El periodismo cuando encuentra un filón noticiable no deja ni la ganga, dicho sea en el sentido minero de la expresión. A veces porque no tiene otra cosa de la que hablar y en ocasiones porque elucubrar es siempre más sencillo que documentar. La ingenuidad y la falta de conocimientos de muchos consumidores de noticias convierte las del tiempo en información fácil, algo muy del agrado de los periodistas. Es menos comprometido decir que los pantanos se están secando que informar sobre la guerra de Sudán. De lo primero todo el mundo entiende, pero pocos saben ni siquiera dónde está este sufrido país africano.

En tiempos de Franco –hace medio siglo- se hablaba con frecuencia de la pertinaz sequía. Las restricciones de agua eran frecuentes, incluso en ciudades como Madrid o Barcelona. Pero sin necesidad de ir tan lejos, las medidas de ahorro de agua para usos no esenciales han sido muy frecuentes a lo largo de las últimas décadas. Yo recuerdo los jardines de Madrid amarillentos, porque no se podían regar, de la misma manera que no se me olvida como se perdían cosechas enteras por culpa de falta de lluvia en el momento oportuno. ¿Se acuerda alguien ya  de que hace unos años se estuvo a punto de instalar a toda prisa una conducción procedente del Ebro para surtir de agua al área metropolitana de Barcelona?

El verano pasado fue especialmente caluroso, como parece que lo será este año. Pero para mí no es una novedad, porque he vivido muchos meses de julio y agosto con un calor insoportable. Lo que ahora sucede es que como las previsiones meteorológicas son de gran fiabilidad, las noticias sobre el tiempo se anticipan  y las alarmas se exageran y se agrandan. Antes decíamos que el tiempo estaba loco porque en abril hacía calor o porque en septiembre bajaban las temperaturas repentinamente; ahora nos alarmamos porque los periódicos repiten una y otra vez espeluznantes previsiones. Por ejemplo, que en Córdoba se van a alcanzar los 35 grados en abril, como si eso nunca antes hubiera sucedido.

No, no niego el cambio climático, ni que la sequía nos está causando grandes problemas, ni que los polos se están derritiendo. Lo que digo es que se ha creado una sensación de catástrofe medioambiental debido a que hay periodistas que sólo saben hablar del tiempo.

5 comentarios:

  1. Es difícil defender que no hay cambio climático. Que se deba fundamentalmente a razones naturales, o al comportamiento de los humanos, no se sabe ciencia cierta. Tal vez a ambas cosas. Lo que sí está claro es que, con independencia de la causa, los humanos debemos comportarnos como si se debiese a nosotros. Así minimizaremos los efectos en la medida de lo posible.

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    1. Totalmente de acuerdo. En cualquier caso, lo que tiene poco sentido es el alarmismo de ciertos medios de comunicación, que parece como si no supieran hablar de otra cosa que del tiempo, falseando las estadísticas. Se está produciendo un cambio climático, es cierto, pero las sequías y los calores sofocantes no son nuevos.

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  2. Aunque sea abusar de la incultura científica del lector,creo que es preferible eso que despreocuparse del problema.Quiza se conciencie la gente de la gravedad actual o futura del problema.

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    1. Querido anónimo, lo que quieres decir es que más vale que os sobre que os falte. Yo creo, precisamente porque se trata de un grave problema, que lo que se necesita es rigor. Las exageraciones y sobre todo las falsedades no ayudan nada.

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    2. El comentario anterior es mío. Un error lo ha editado como anónimo. Lo siento

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