Supongo que a nadie se le escapa que detrás de un blog hay dos facetas completamente distintas, pero tan necesarias la una como la otra. Me refiero por un lado a la escritura de los artículos y por otro a los aspectos técnicos que permiten que lo primero salga a la luz. Los lectores por lo general reparan en la primera, porque la tienen ante la vista. Sin embargo, la labor de soporte informático les pasa desapercibida, razón por la cual quisiera mencionar a quien desde un principio se ha encargado de poner en marcha los procedimientos necesarios para que El huerto abandonado funcione con un cierto grado de calidad editorial. Estas páginas no hubieran nacido y no seguirían abiertas si no fuera por la colaboración de mi buen amigo Alfonso.
Empezaré por confesar que aunque trabajé durante muchos años en el mundo de los ordenadores, en la actualidad no tengo ninguna vocación informática, más allá de la que me dicta la necesidad de utilizarla como una herramienta más, en tantos aspectos de la vida cotidiana. Por eso, los conocimientos que necesito en cada momento los voy adquiriendo sobre la marcha, con mayor o menor aptitud, pero nunca yendo más allá de lo imprescindible para seguir funcionando con cierta eficiencia.
Cuando hace unos meses me planteé la posibilidad de abrir este blog, al primero que acudí fue a Alfonso, porque yo ignoraba casi todo lo que se escondía detrás de los artículos que leía a otros blogueros y tenía mucha confianza en su capacidad técnica. Mi amigo me animó desde el primer momento, guiado por el vehemente ímpetu que lo caracteriza en tantos aspectos de la vida, quitó importancia a las dificultades técnicas que pudieran surgir y se puso de inmediato en la labor de aprender cuanto fuese necesario para poner en marcha este blog. Alfonso nunca había trabajado con estas herramientas, porque no había sentido la necesidad hasta ese momento, de manera que tenía que partir de cero. Pero eso a él no le arredraba un ápice. Con manuales y alguna consulta a quien ya tuviera alguna experiencia (Javier: ¿estás ahí?) todo es posible.
Han pasado cuatro meses desde que lancé el primer artículo y hasta ahora nunca había hablado de esta oculta faceta del blog, como si las cosas hubieran surgido por generación espontánea. Desde entonces han sido muchas las sesiones de carácter técnico que hemos mantenido los dos, a través de esa maravillosa herramienta que se llama Skype y con la ayuda de un programa, el TeamViewer, que permite que dos usuarios puedan compartir a distancia el manejo de un mismo ordenador (¡qué gozada contemplar como se mueve el cursor en la pantalla sin que tú tengas que hacer nada para ello!). Largas sesiones, prolongadas charlas, en las que además de vencer las dificultades técnicas que iban surgiendo, nos ha dejado y nos sigue dejando gratos momentos de animadas conversaciones, porque no todo va a ser técnica informática.
Debo decir que, aunque he procurado ser un buen alumno y liberar cuanto antes a Alfonso del soporte cotidiano, hasta el punto de que en la actualidad pudiera considerarme bastante autosuficiente para el trabajo diario, sigo, sin embargo, contando con su ayuda cada vez que la necesito, lo que sucede con cierta frecuencia. A veces, incluso, es él quien se anticipa a la necesidad y me sugiere nuevas formas de trabajo.
Sirvan estas improvisadas palabras de agradecimiento al soporte que me ha brindado mi amigo Alfonso desde el principio de la existencia de este blog y que me sigue prestando cada vez que lo necesito. Sin su ayuda El huerto abandonado no existiría, porque nunca hubiera nacido.
Empezaré por confesar que aunque trabajé durante muchos años en el mundo de los ordenadores, en la actualidad no tengo ninguna vocación informática, más allá de la que me dicta la necesidad de utilizarla como una herramienta más, en tantos aspectos de la vida cotidiana. Por eso, los conocimientos que necesito en cada momento los voy adquiriendo sobre la marcha, con mayor o menor aptitud, pero nunca yendo más allá de lo imprescindible para seguir funcionando con cierta eficiencia.
Cuando hace unos meses me planteé la posibilidad de abrir este blog, al primero que acudí fue a Alfonso, porque yo ignoraba casi todo lo que se escondía detrás de los artículos que leía a otros blogueros y tenía mucha confianza en su capacidad técnica. Mi amigo me animó desde el primer momento, guiado por el vehemente ímpetu que lo caracteriza en tantos aspectos de la vida, quitó importancia a las dificultades técnicas que pudieran surgir y se puso de inmediato en la labor de aprender cuanto fuese necesario para poner en marcha este blog. Alfonso nunca había trabajado con estas herramientas, porque no había sentido la necesidad hasta ese momento, de manera que tenía que partir de cero. Pero eso a él no le arredraba un ápice. Con manuales y alguna consulta a quien ya tuviera alguna experiencia (Javier: ¿estás ahí?) todo es posible.
Han pasado cuatro meses desde que lancé el primer artículo y hasta ahora nunca había hablado de esta oculta faceta del blog, como si las cosas hubieran surgido por generación espontánea. Desde entonces han sido muchas las sesiones de carácter técnico que hemos mantenido los dos, a través de esa maravillosa herramienta que se llama Skype y con la ayuda de un programa, el TeamViewer, que permite que dos usuarios puedan compartir a distancia el manejo de un mismo ordenador (¡qué gozada contemplar como se mueve el cursor en la pantalla sin que tú tengas que hacer nada para ello!). Largas sesiones, prolongadas charlas, en las que además de vencer las dificultades técnicas que iban surgiendo, nos ha dejado y nos sigue dejando gratos momentos de animadas conversaciones, porque no todo va a ser técnica informática.
Debo decir que, aunque he procurado ser un buen alumno y liberar cuanto antes a Alfonso del soporte cotidiano, hasta el punto de que en la actualidad pudiera considerarme bastante autosuficiente para el trabajo diario, sigo, sin embargo, contando con su ayuda cada vez que la necesito, lo que sucede con cierta frecuencia. A veces, incluso, es él quien se anticipa a la necesidad y me sugiere nuevas formas de trabajo.
Sirvan estas improvisadas palabras de agradecimiento al soporte que me ha brindado mi amigo Alfonso desde el principio de la existencia de este blog y que me sigue prestando cada vez que lo necesito. Sin su ayuda El huerto abandonado no existiría, porque nunca hubiera nacido.
Luis, sin ánimo de entrar en un bucle, agradezco tu gratitud. Nada más fácil y estimulante para mí que echar una mano informática, allá donde se precise, pero con mucha mayor razón cuando se trataba de que dieras a la luz tus reflexiones y pensamientos. Con tal de que eso se llevara a cabo, me sentía capaz de cualquier cosa.
ResponderEliminarY aquí tenemos el blog, ya con cuatro meses de vida. Le deseo muchos más, meses de vida y lectores interesados en él. Porque lo importante para la andadura de un blog es que tenga lectores a los que les interese lo que dices y les guste cómo lo dices. Y ojalá vayan creciendo los que se animen a usarlo como plataforma de debate y complementen con las suyas tus ideas. Un abrazo, como te digo, agradecido.